sábado, 16 de mayo de 2015

Tarea pastoral o evangelizadora de la teología

La teología, con todo el rigor científico que se quiera, y el método riguroso que debe emplear, supera los límites academicistas que a veces la encierran y se convierte, realmente, en una "ciencia de Dios" o "discurso sobre Dios", para la vida, para el anuncio, para la pastoral y la vida cristiana.


En este sentido, la teología siempre es una ciencia viva y posee, por su propia naturaleza, un carácter pastoral porque edifica la Iglesia y contribuye al bien de las almas. 

El teólogo estudia, investiga, reflexiona, escribe y enseña, cumpliendo no sólo una labor docente importantísima, sino recibiendo una misión de la Iglesia, con alma pastoral. Sus palabras y sus escritos reciben un sabor distinto cuando el teólogo no piensa en los círculos reducidos del debate teológico o académico, sino en llegar a todos, en ayudar a todos a crecer en su reflexión y en su vida cristiana. Por eso no es una ciencia aséptica, fría, sino una realidad dinámica, necesaria para la vida de la Iglesia y de las comunidades cristianas.

La teología mira al bien de los fieles, del pueblo cristiano, ya que "el Magisterio vivo de la Iglesia y la teología, aun con funciones diversas, tienen en definitiva el mismo fin: conservar al Pueblo de Dios en la verdad que hace libres" (J. Ratzinger, Elogio de la Conciencia). La vocación del teólogo alcanza su culmen cuando actúa por obediencia, cuando recibe de la Iglesia la misión de enseñar. Es decir, cuando el teólogo se siente apóstol es cuando es buen teólogo.

Sobre la tarea o misión pastoral de la Iglesia, Fernando Sebastián ofrece reflexiones muy oportunas:

"Entre las varias funciones que la Teología, por su misma naturaleza, debe cumplir en la Iglesia, una de ellas es la de ir haciendo poco a poco, sin crispaciones ni rupturas, esta continua tarea de la inculturación de la fe. Utilizando la antigua terminología escolástica, diría que esta tarea la hace la buena Teología no in directo sino in actu exercito, casi sin darse cuenta, como fruto de su esfuerzo continuo por precisar el sentido de la revelación y responder desde la fe a las cuestiones teóricas y prácticas que se presentan en el seno de la Iglesia y en la conciencia de los fieles. Para ello los teólogos deben sentirse servidores de la misión de la Iglesia. Ellos tienen que percibir los malentendidos entre las expresiones de la fe y de la cultura dominante y deben buscar nuevas formas de presentar fielmente los contenidos permanentes de la fe, con acentos nuevos, que eviten los rechazos infundados, que vayan al encuentro de las aspiraciones profundas de sus contemporáneos y como una verdadera liberación y salvación. Esta labor de la Teología, hecha con paciencia y con rigor, es la que está en la base del servicio pastoral de la Teología. La buena Teología es siempre pastoral. En cambio, la mala Teología, hecha con simplificaciones y deficiencias metodológicas, aunque pueda parecer más atrayente, nunca es pastoral ni es verdaderamente constructiva y positiva para la Iglesia.

Esta tarea se puede hacer desde dos perspectivas distintas y complementarias: los teólogos la hacen partiendo de la fe y buscando la manera de evitar los malentendidos y dar respuestas comprensibles y razonables a las aspiraciones más nobles y a las legítimas aspiraciones o a las decepciones de los hombres; a la vez, los pensadores y educadores cristianos pueden hacer una tarea semejante y complementaria desde el punto de vista de la sociedad secular, descubriendo las insuficiencias o las desmesuras de las expresiones culturales, ofreciendo otras fórmulas y otras iniciativas que encajen en las imposiciones de la vida actual y sean compatibles con las exigencias de la fe y de la moral cristianas. Para que una Iglesia pueda llevar a cabo una labor evangelizadora de largo alcance, además de buenos pastores, buenos teólogos y catequistas, necesita también cristianos laicos, fervorosos y misioneros, que sean padres de familia, profesores, educadores, poetas, pintores, músicos, empresarios y científicos, sindicalistas y políticos que desde la vida civil sepan crear expresiones e instituciones seculares cristianizadas por el espíritu y la inspiración religiosa de sus creadores. Hay una Teología más institucional, hecha desde la perspectiva interior de la Iglesia; y hay una Teología laical, hecha desde la experiencia de los laicos en el mundo, desde la cual buscan respuestas de fe y de caridad para las oscuridades y los errores de la sociedad secular extracristiana.

Para hacer esta labor no valen las prisas, ni las crispaciones, ni las fáciles concesiones al interlocutor extraeclesial. hay que comenzar por vivir intensamente la experiencia cristiana y eclesial, aunque haya que sufrir incomprensiones y conflictos, hay que pasar tiempo en la labor callada de elaborar la propia síntesis doctrinal y vital en comunión profunda con el misterio de Dios y de la Iglesia, en relación abierta y confiada con la Jerarquía y con los demás creyentes; haya que vivir con la confianza y la paciencia de quien sabe que está colaborando con el Señor y con la Iglesia entera en una tarea que le sobrepasa, una tarea que seguirá adelante más allá de lo que nosotros somos y hacemos, una tarea siempre abierta y que Dios mismo va conduciendo y alentando hasta el fin de los tiempos.

Entiendo que el Concilio nos ha situado en el buen camino. Para apoyar las tareas de la evangelización necesitamos una Teología más religiosa, nacida desde dentro de la vida teologal, desde una profunda vida eclesial, muy pegada a las Escrituras, enriquecida por dentro con un claro conocimiento de la tradición teológica y filosófica de la Iglesia, buena conocedora de las modernas antropologías y experta en analizar las ideas y las aspiraciones de la cultura contemporánea. Envuelto y animado todo ello por el deseo sincero de acercar el mensaje de Jesús como verdadera doctrina de salvación a la mente y al corazón del hermano perdido que se fue de casa o que nunca llegó a instalarse en ella" (SEBASTIÁN, F., Evangelizar, Encuentro, Madrid 2010, pp. 160-161).

1 comentario:

  1. La Teología y la pastoral presuponen la Teología dogmática, moral y espiritual. La misión de la Iglesia confiada por Cristo debe conducir la pastoral a la tarea de glorificación de Dios y salvación de las almas a la que la Iglesia se ordena. Por este motivo es necesario dirigir la atención a la Revelación pues es ella la norma que define la naturaleza de la misión pastoral y la regla que determina su ejercicio.

    Las Sagradas Escrituras deben empapar la teología y la pastoral pues además de comunicarnos el mensaje de Cristo y la misión por Él encomendada, nos transmiten múltiples consejos y normas pastorales concretas: sobre todo, el ejemplo de Cristo, camino, verdad y vida.

    Tú que por amor descendiste hasta nosotros, haz que también nosotros por amor subamos hasta ti (de las preces de II Vísperas)

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