Vamos a comenzar una serie de catequesis, a lo largo de más de un año, con el tratado "Exhortación a un hijo espiritual", de san Basilio Magno. Constituye una educación espiritual y a la vez moral de la persona: virtudes, gracia, pecado, crecimiento.
Los Padres de la Iglesia siguen siendo los grandes pedagogos y educadores.
"Que un único provecho sea el tuyo, hijo mío, si deseas servir a un único Señor y no intentas complacer en tu vida a nadie excepto a sólo a Él; y no te preocupes de otras cosas distintas sino arranca de ti el amor carnal para que este no te quite el temor de Dios. Expulsa de tu alma todo vicio para que puedas conseguir las virtudes del alma.
Escucha, pues, cuál es la virtud del alma y qué grandísima es la ganancia que a ella le ofrece.
Virtud del alma es amar al Señor y odiar lo que Dios no ama.
Virtud del alma es perseguir la paciencia y apartarse de la impaciencia.
Virtud del alma es guardar la castidad tanto del cuerpo como del alma.
Virtud del alma es despreciar la vanagloria y pisotear todo lo caduco.
Virtud del alma es ansiar la humildad y abominar de la inflada soberbia.
Virtud del alma es abrazar la verdad y rehuir toda mentira.
Virtud del alma es contener la ira y reprimir la furia.
Virtud del alma es amar la paz y aborrecer la envidia.
Virtud del alma es apartarse de toda necedad y abrazar la divina sabiduría.
Virtud del alma es someter al espíritu todo placer carnal.
Virtud del alma es despreciar la avaricia y aceptar la pobreza voluntaria.
Así pues, estas virtudes podrías fácilmente alcanzarlas si te despreocupas de las cosas mundanas y a las cosas caducas y terrenales antepones las celestiales, y si tu voluntad se aplica a alabar a Dios y meditas con gran dedicación día y noche sus decretos: serás como un árbol que está plantado junto a corrientes de agua, y todo tipo de frutos espirituales brotarán de ti y de siervo que eras te llamarán amigo de Dios" (Exh. a un hijo espiritual, 2).
Una gran catequesis; siempre es una alegría escuchar (aquí escuchar = seguir) a los Padres de la Iglesia.
ResponderEliminar“…y si tu voluntad se aplica a alabar a Dios y meditas con gran dedicación día y noche sus decretos: serás como un árbol que está plantado junto a corrientes de agua, y todo tipo de frutos espirituales brotarán de ti”. Nuestra pequeñita experiencia nos confirma que esta afirmación de san Basilio se ha cumplido, aunque sea de forma limitada, en nuestra vida.
¡Qué Dios les bendiga!
¡Bendito sea Dios! Julia María: hemos de meditar, llenar el corazón de Dios y su Palabra santa, para luego poder dar algo válido y bello y útil y bueno: ya sea a los hijos, a los feligreses, a los catequizandos o a los clientes en un despacho de abogados.
EliminarUn fortísimo abrazo.
Tenía muchas ganas de hincar el diente a los Padres de la Iglesia y no sabía cómo ni de qué manera. Hasta ahora, sólo los había buscado en internet.
ResponderEliminarDon Javier me lo pone en bandeja. Muchas gracias.
Aprendiz2:
EliminarEste blog, como lugar de formación de adultos, debía también acercar los tesoros de la Tradición. Éstos siempre serán mejor que lo que yo pueda decir o explicar.
¡¡No podéis tener queja!! En este blog os sirvo buenos alimentos en bandejas de plata, ¿eh?
Un abrazo
D. Javier, no tiene desperdicio. Muchísimas gracias. QDLB.
ResponderEliminarEs verdad: ¡no tiene desperdicio!
EliminarMe alegro de su retorno por este blog.
Un fuerte abrazo, +
Padre, lo de la facilidad del último párrafo, ¡ufffff!, bueno, puede ser, pero para mi no es fácil. Lo que no es ninguna excusa para no ponerse a ello. Después de eso, si podría ser ciertamente fácil, pero después. Y con todo, es DIOS quien hace el trabajo, aunque seamos nosotros los que nos cansemos. Alabado sea DIOS
ResponderEliminar¡Manos a la obra! Éste es el trabajo que Dios quiere para nosotros.
EliminarCiertamente, Padre, y además, nosotros lo único que podemos poner es la disponibilidad, lo demás es GRACIA de DIOS. Alabado sea DIOS
EliminarMil gracias por su catequesis Padre Javier.
ResponderEliminarAqui estare para leer las otras,cuanto las necesito.
Bendiciones.
No hay de qué.
EliminarUn saludo y mi bendición.
Mateo
ResponderEliminarDon Javier, tuve la suerte de conocerlo hace algo más de dos años y, con su permiso, entro en este grupo de personas que lo seguimos y que queremos aprender de su sabiduría.
Leyendo las virtudes del alma me han parecido como una especie de Bienaventuranzas para los tiempos que vivimos.Sin ánimo alguno de corregirlo, yo hubiera puesto la número 5 en primer lugar pues creo que ultimamente falta mucha humildad y sobra mucha soberbia.
Un abrazo
Querido Mateo:
Eliminar¡¡No me seas exagerado!! Y te hablo de "tú", frente a la costumbre que tengo en el blog, porque sé bien quién eres y el aprecio mutuo. ¿Aprender de mi "sabiduría"? Ya quisiera yo tener sabiduría.
El cuerpo del texto es de san Basilio, un Padre oriental (s. III-IV), y no vamos a corregirle el orden en que escribe. Pero, ¡cuánta razón tienes!, falta mucha humildad y sobra mucha soberbia... y más cuando sé lo que quieres decir.
Un fortísimo abrazo, Mateo, y sigue escribiendo. Sé bienvenido.
Gracias padre por escoger aquello que ilumina y hace ver más claro. QDLB
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