De vez en cuando, una nueva oleada de virus penetra en la Iglesia: virus que denigran el uso de la inteligencia y la razón pensándolas como contrapuestas y enemigas a la fe. Desprecian la inteligencia, la razón; ven como peligrosos carismas intelectuales, la teología misma, el estudio, para defender una fe ciega, de corte absolutamente fideísta. Creen que para enaltecer la fe deben despojar al hombre de algo tan suyo -dado por Dios- como es la inteligencia. Un fideísmo duro, áspero para la naturaleza del hombre, y con cortes emotivos y sentimentales que refuercen ese fideísmo ciego.
Pero esto no es católico.
Lo católico no es "aut - aut", "o... o...", o "o fe o razón"; sino que lo católico es siempre "et... et...", "y -y", "fe y razón". ¡Atención a los fideísmos, tan malos como los racionalismos! ¡Atención cuando se nos diga que hay que pisotear la razón en favor de la fe! Eso tiene un olorcillo luterano... y subjetivista.
Lo católico, repitamos, es fe y razón, cada cual en su sitio y con sus mutuas relaciones y necesidad.
En Edith Stein se conjugan y es el fruto de un largo proceso en su madurez humana y espiritual, sin oposiciones ni contradicciones ni compartimentos estancos. Es la doctora en filosofía y profesora, la conferenciante e investigadora, que deja que su razón se ilumine por la fe, vive con sencillez y candor infantil, y es contemplativa al modo carmelita. ¡Todo al servicio de Dios!
Escribe ella en una carta (12-febrero-1928), cuando es profesora y espera que llegue el momento (la señal de Dios) para entrar en el Carmelo descalzo:
"Hasta santo Tomás [hasta que empezó a traducirlo del latín al alemán] no me di bien cuenta de que es posible practicar la ciencia como servicio a Dios... Y solo atendiendo a eso me he podido decidir a dedicarme de nuevo en serio al trabajo científico. en el tiempo previo a mi conversión y durante otro buen rato después, creía que llevar una vida religiosa significaba dejar todo lo terreno y tener el pensamiento solo en las cosas divinas. Pero, poco a poco, he aprendido que se exige otra cosa de nosotros en este mundo y que ni en la vida más contemplativa se puede cortar la unión con el mundo".
¡Santos como ella nos son necesarios hoy!
¡Santos hoy, católicos en el mundo, que vivan el estudio, la investigación en todas sus áreas y campos, como servicio de Dios!
¡Intelectuales sin docotomías!
Será el servicio a la "caridad intelectual" para este mundo, el amor que sabe razonar, hablar, dialogar, exponer la Verdad viviéndola, estudiándola, rezándola y dejándose modelar por ella.
¡Ay, Edith! ¡Cuánto bien nos hace conocerte y reflexionar con las cosas que dices y escribes!
"Está dicho: «Busca y encontrarás» (cf. Mt 7, 7; Lc 12, 9)... Hay que aguzar la vista del alma en la investigación, y hay que purificarse de los obstáculos de la emulación y la envidia, y hay que arrojar totalmente el espíritu de disputa, que es la peor de las corrupciones del hombre... Es evidente que el investigar acerca de Dios, si no se hace con espíritu de disputa, sino con ánimo de encontrar, es cosa conducente a la salvación." (Clemente de Alejandría)
ResponderEliminarTener vista no excluye que razonemos lo que vemos. Más bien, razonar aporta una luz adicional que nos permite ver mejor.
Que Dios le bendiga D. Javier. Seguimos orando por usted y por todos los demás :)
Con este post, querido d. Javier,
ResponderEliminaraborda uno de los temas clave de la crisis del pensamiento católico de hoy:
Desde hace varios decenios encontramos en parte del pensamiento católico una insana mezcolanza entre razón y fe, una confusión entre lo natural y lo sobrenatural que deriva en una fe existencialista de corte protestante, como acertadamente apunta.
La increencia o ignorancia de esta verdad fundamental:
que la fe perfecciona la razón,
como la Gracia perfecciona la naturaleza,
produce numerosos errores doctrinales.
Lo cierto es que entre fe y razón debe haber armonía y mutua ayuda, pero no mezcolanza ni confusión.
Como vd. bien apunta:
""fe y razón, cada cual en su sitio y con sus mutuas relaciones y necesidad."
Es maravillosa la definición de fe contenida en la Escritura, Hebreos 11, 1:
"la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven"
La fe consiste en creer en aquello que no se ve, y creerlo -movidos por la Gracia- por la Autoridad de Aquel que lo revela, y no por la evidencia misma de lo creído.
Esto no quiere decir que creer sea irrazonable.
Todo lo contrario, es razonable reconocer que la razón tiene un límite, y que lo supra-inteligible necesita de la fe sobrenatural -don gratuito de Dios por el Bautismo- para ser creído.
Es razonable aceptar por fe supra-racional el Misterio revelado por Dios.
ResponderEliminarHe aquí la "paradoja" (que diría De Lubac, católico) que no "contradicción" (que diría Kierkegaard, protestante).
Necesitamos lo sobrenatural para creer lo supra-inteligible.
--Y debido al oscurecimiento de nuestra razón por el pecado original, necesitamos también de lo sobrenatural para comprender rectamente incluso esa parte de lo sobrenatural que es accesible a la razón natural (Los preámbulos de la fe)
(De aquí que Dios en su Revelación incluyese algunas verdades sobre la existencia divina que son accesibles al hombre por razón natural y no por fe,
pero que debido a la enfermedad de la razón (producida por el pecado original) es muy difícil acceder naturalmente a ellas.)
Son los llamados "preámbulos de la fe", verdades sobre Dios accesibles a la razón recta contenidas en la Revelación, que no son artículos de fe, sino preámbulos a los mismos, y que Dios incluye en su Revelación sabiendo que a nosotros nos cuesta mucho llegar a ellas.
Hay pues dos clases de verdades divinas, unas accesibles por razón natural, y otras sólo por fe sobrenatural gratuita e inmerecida infundida por Dios. Ambas verdades nos las dice Dios en la Revelación.
Y esto es razonable aceptarlo, porque razonable es reconocer el límite entre lo natural y lo sobrenatural.
Un abrazo en el Señor, desde María Inmaculada
La certeza que da la fe es infinitamente superior a la certeza que pueden dar los sentidos. Porque su fundamento no reside en nuestras capacidades naturales, sino en la Autoridad de Dios que no miente.
ResponderEliminarNo vemos a Cristo en el pan consagrado. Vemos el pan.
Pero sabemos ciertísimamente por fe, a pesar del dato sensorial, con la certeza más firme que existe, que no es pan sino Cristo mismo.
Y esta certeza es la más sólida que existe, porque se fundamenta en la Autoridad divina que no miente y dice: esto es mi Cuerpo.
Y es sin duda razonable aceptar la Autoridad divina, porque es razonable aceptar el límite de nuestra razón y de nuestros sentidos.
Así se canta sublimemente en la Liturgia en el Adoro te devote:
""Vista, tacto, gusto en Ti todos se engañan, pero basta el oído para creer con firmeza;
yo creo lo que habló el Hijo de Dios,
su Palabra es Palabra de Verdad.
Un abrazo
Amigos:
ResponderEliminarsolamente paso para saludar.
¡Qué nivelazo de comentarios! Yo ni añado ni quito a lo dicho.
Espero y deseo que todos los que lo hayan leído lo hayan pensado, reaccionando ante esos "virus" que yo decía antes y que Miserere y Alonso después han matizado.
A todos, pax! +
Buenos días don Javier. ¡Enhorabuena por tan redonda entrada! Toda una campaña de vacunación.
ResponderEliminarRecordar que no ver,oler, etc, no sentir en definitiva no implica que no esté presente y precisamente por estar allí como cuando se encarnó ó más tarde apareció resucitado ó en huellas como la reliquia sabana santa, están para ser amado y entendido de manera y forma inteligible porque no hay nada objeto de la fe que no pueda ser razonado otra cosa es alcanzado, abarcado, dominado en definitiva.Dios tiene sus misterios abiertos con sencillez a todos pero la puerta la encuentran y por ellos van los pequeños.Un abrazo.
Un abrazo.