La biografía de santo Domingo y su propio recorrido interior apenas son conocidos; es decir, no está entre los santos "populares" a los que se conoce. Además, la obra de este santo, la Orden de Predicadores, en cierto modo ha eclipsado al fundador que supo desaparecer tras su obra; sus hijos han sido muy grandes, por ejemplo, santo Tomás de Aquino o santa Catalina de Siena, y puede pasar desapercibido desde fuera. Supongo que no es así dentro de la propia Orden, claro.
Pero santo Domingo es el hombre que recibe la Gracia y el carisma y éste es el que crece y se engrandece mientras santo Domingo se empequeñece, prefiere pasar a segundo plano para que brille más la obra de Dios y su Palabra predicada. Conocerle es ver un camino espiritual y un método teológico a la vez. A mí este santo me encanta.
Veamos quién es santo Domingo de Guzmán.
"Domingo se distinguió, ya desde sus tiempos de estudiante en Palencia, por la búsqueda de Dios mediante el amor a la Sagrada Escritura y ele studio de la sagrada teología. Después, nombrado canónigo en la Catedral de Osma, entró en el misterio de su vocación, dedicándose a la oración y al servicio de la Iglesia. Fue entonces cuando desarrolló aquel método de hablar con Dios para después poder hablar de Dios. Llegó a ser un hombre de Iglesia. Acompañando a su obispo en un viaje a las marcas del norte de Europa, en nombre del Rey de Castilla, advirtió dos retos de la Iglesia europea en su tiempo: la evangelización de los cumanos (pueblo todavía pagano situado entre Ucrania, Hungría y Rumanía) y la nueva evangelización de los pueblos captados entonces por el error herético albigense en el Languedoc.
En la vida de los santos, como en la de los fundadores, existen los años claves en los que se gesta el acontecimiento que da sentido a una vida, como es el origen de un nuevo Instituto; son los años en los cuales estos hombres se preparan para acoger el don de Dios mediante el sufrimiento, la soledad y, sobre todo, la fidelidad al querer de Dios. En Santo Domingo de Guzmán, la clave está en aquellos diez años pasados en tierra albigense (1206-1215), en el Condado de Tolosa, feudatario del reino de Aragón. Con unos pocos sacerdotes que le seguían desde Osma, continuó, con la confianza puesta sólo en Dios, la misión que Inocencio III encargó a su obispo y a él: anunciar el Evangelio y defender la fe ante la confusión creada por los cátaros. A esta predicación dedicaría toda su vida, primero en el Languedoc, sur de Francia, después en la Lombardía, norte de Italia.
Finalmente, en 1215 nacieron los frailes dominicos, primero en la Diócesis de Tolosa aprobados por Fulco, el obispo, y después, en 1216, el Papa Honorio III confirmó para toda la Iglesia aquella experiencia de predicación itinerante nacida en Tolosa, para la salvación de las almas y la reconstrucción de una Iglesia medio derruida. Los hijos de Domingo realizarían otro sueño del fundador, siempre en obediencia al Santo Padre: el anuncio del Evangelio a los paganos, hebreos y musulmanes, y la nueva predicación a los cristianos de las ciudades, especialmente a los universitarios. Es parte de la gracia dominicana la dimensión cultural de la fe y el carisma de la verdad para pode anunciar verbo et exemplo la belleza de la fe y la belleza de la vida cristiana.
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La identidad ontológica del fraile dominico, representa, pues, una riqueza poderosa, que brota del mutuo y especial enriquecimiento entre el estudio y la oración, entre la observancia monástica y la sencillez comunitaria, y entre el corazón pobre, virginal y obediente y la contemplación de las maravillas de Dios en la historia de la salvación, esplendorosa en el misterio de Jesucristo, Señor y Salvador. En el gobierno democrático de los Frailes predicadores son esenciales las convicciones personales y el sentido de pertenencia. Lo decisivo es que la palabra pronunciada en la predicación y en la celebración sea una palabra ungida por el Espíritu, pues sólo esa palabra tiene la fuerza para iluminar, produciendo la conversión y la adhesión profunda y total a Dios. Pues no se trata de decir cosas nuevas, sino de decirlo de un modo nuevo, es decir, con la fuerza que sólo Dios concede a quienes tienen un corazón ungido por el Espíritu Santo. La predicación es contemplata aliis tradere, expresándolo con palabras de santo Tomás de Aquino.
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Domingo, por mandato también del Papa Honorio III, reunió en San Sixto el Viejo, las monjas dispersas por la ciudad de Roma y les transmitió la misión de la oración de intercesión por la Iglesia y por sus predicadores, encargados pontificios del anuncio del Evangelio, colaborando así en la gran misión de la Iglesia en el mundo, la realización de la admirable voluntad de salvación universal del Padre y de Jesucristo. Domingo cultivó la amistad, una de las manifestaciones más nobles del corazón humano, con las monjas dominicas, pues la caridad es la amistad principalmente con Dios y con los que a Él pertenecen (Cf. Tomás de Aquino, Suma de teología, II-II, 23,1). Es fundamental advertir el valor de la oración de intercesión en la Iglesia. Los conventos contemplativos son verdaderos pararrayos en la Iglesia y en el mundo.
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"Sacerdote santísimo de Dios, confesor admirable y predicador insigne, santísimo Padre Domingo, hombre elegido por el Señor: Tú, inflamado por el celo de Dios y por el fuego que viene de lo alto, por tu gran amor e intenso fervor de espíritu, te entregaste a ti mismo totalmente, mediante la profesión de pobreza perpetua, al ideal de vida apostólica y a la predicación evangélica. Con tal fin, inspirado por Dios, fundaste la Orden de Predicadores. Sé para nosotros verdadero Domingo, custodio asiduo de la grey del Señor. Custódianos y gobiérnanos siempre; refórmanos a los que te estamos encomendados y, reformados, recomiéndanos ahora y, después de este destierro, preséntanos con gozo a tu bendito y amado Señor, el Hijo del Dios Altísimo y Salvador Nuestro Jesucristo. A Él sea el honor, la alabanza y la gloria, con la gloriosa y potente Virgen María, y con todos los ángeles y santos por los siglos de los siglos. Amén" (Oración a Santo Domingo del Beato Jordán de Sajonia)"
(P. FERNÁNDEZ, La espiritualidad de los frailes dominicos, Liturgia y espiritualidad 2011/2, pp. 121-125).
" Pues no se trata de decir cosas nuevas, sino de decirlo de un modo nuevo, es decir, con la fuerza que sólo Dios concede a quienes tienen un corazón ungido por el Espíritu Santo. "
ResponderEliminarCuanto que aprender y orar al Señor.
Que el Señor le Bendiga. :)
Es vital la oración de intercesión en la Iglesia. Nos va en ella la Vida, no solo nuestra, sino, sobre todo, la Vida de los que vienen y vendrán detrás de nosotros.
ResponderEliminarUn fraile dominico me hizo descubrir hace poco a santa Catalina de Siena. Su Diálogo es verdaderamente magistral, tiene la "fuerza que sólo Dios concede a quienes tienen un corazón ungido por el Espíritu Santo".
¡Qué Dios le bendiga!
Hay un dominico de la Renovación Carismática que ha publicado este mismo año un libro sobre santo Domingo.
ResponderEliminarhttp://www.maranatha.es/index.php/2011/04/29/santo-domingo-de-guzman/
Buenos días don Javier. ¡Qué grandes santos españoles universales!
ResponderEliminar¡Me lleno de orgullo patrio y aprieto el paso!
Un abrazo.
Hablar con Dios, para después poder hablar de Dios.Siempre ungido por el fuego el Espíritu
ResponderEliminarSanto.
Le tengo un especial amor a Santo Domingo, a los
Dominicos/as.
Voy a estar unos días ausente.En comunión de oraciones.
¡Dios les bendiga.