viernes, 12 de agosto de 2011

La estructura dialógica de la liturgia de la Palabra

La estructura de la Liturgia de la Palabra muestra la celebración de la misma como un diálogo entre Dios y su Pueblo.

    En un primer momento es Dios el que habla a su Iglesia, es Cristo Jesús el que se hace presente en su Palabra y anuncia a su Iglesia el Evangelio.

Dios habla:     
      
                * 1ª lectura
                * 2ª lectura
                * 3ª lectura: Evangelio
Desde la palabra de Dios escrita, todavía Dios habla a su pueblo y, con el uso continuado de la Sagrada Escritura, el pueblo de Dios, hecho dócil al Espíritu Santo por la luz de la fe, podrá dar, con su vida y costumbres, testimonio de Cisto ante el mundo (OLM 12).
La lectura del Evangelio constituye el punto culminante de esta liturgia de la palabra; las demás lecturas, que, según el orden tradicional, hacen la transición desde el Antiguo al Nuevo Testamento, preparan la asamblea reunida para esta lectura evangélica (OLM 13).

Y la Iglesia responde:        

                * Salmo
                * Aclamaciones a las lecturas
                * Silencio de escucha, silencio tras las lecturas y homilía
                * Oración de los fieles

Pero responde por la acción del Espíritu Santo que mueve al asentimiento de la fe:
La Iglesia, en la acción litúrgica, responde fielmente el mismo "Amén" que Cristo, mediador entre Dios y los hombres, con la efusión de su sangre, pronunció de una vez para siempre, para sancionar en el Espíritu Santo, por voluntad divina, la Nueva Alianza.
Cuando Dios comunica su palabra, espera siempre una respuesta, respuesta que es audición y adoración "en Espíritu y verdad". El Espíritu Santo, en efecto, es quien da eficacia a esta respuesta, para que se traduzca en la vida lo que se escucha en la acción litúrgica, según aquella frase de la Escritura: "Llevad a la práctica la palabra y no os limitéis a escucharla" (OLM 6).
    En medio el nexo, el gozne, entre la Palabra de Dios y la respuesta creyente de la asamblea, la homilía que traduce la Palabra de Dios y la hace Palabra adaptada a la asamblea para suscitar la respuesta de fe y de vida de la Iglesia.

Por eso:
En la liturgia de la palabra, por una audición acompañada de la fe, también hoy la congregación de los cristianos recibe de Dios la palabra de la Alianza, y debe responder a esta palabra con la misma fe, para que se convierta cada día más en el pueblo de la Nueva Alianza... Los fieles, en la celebración de la misa, han de escuchar la palabra de Dios con una veneración interior y exterior que los haga crecer continuamente en la vida espiritual y los introduzca cada vez más en el misterio que se celebra (OLM 45).
Esta estructura de diálogo ha de ser celebrada bien, con silencio, con recogimiento y sin precipitación: el Espíritu Santo quiere actuar, iluminar, provocar la respuesta de fe.

    La liturgia de la Palabra es muy importante y su desarrollo exige un cierto tiempo dentro de la celebración, pero, teniendo claro que debe haber un tiempo proporcional también a la liturgia eucarística: ¡no se puede emplear cerca de una hora en la liturgia de la Palabra y menos de 15 minutos en la liturgia de la Eucaristía!

6 comentarios:

  1. No sé quien dijo que la Sagrada Escritura es una carta de amor de Dios a su pueblo, pero me gusta mucho esta frase, y el culmen de este mensaje de amor fue enviar a su Único Hijo a nuestra Tierra.

    Si alguien nos leyera una carta de amor de nuestro amado ¿cómo la escucharíamos? ¿qué exclamariamos? ¿no estallaríamos de alegría?

    En ocasiones hacemos demasiado ruido, demasiadas palabras, que no son La Palabra, porque ponemos el énfasis donde no hay que ponerlo. Este blog lo dice: Jesucristo, sólo Jesucristo

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  2. Julia María:

    La cita me parece que es de san Agustín, pero como no tengo un fichero con sus citas, no le puedo indicar el lugar.

    Saludos.

    (Y sí, "Jesucristo, sólo Jesucristo", resume muy bien lo que busco y lo que procuro vivir y enseñar).

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  3. La liturgia se debería entender, sentir y vivir en todas las dimensiones nuestro ser. Entender intelectualmente, sentir emotívamente y vivir, participando en su desarrollo. Cada cual según el ministerio que tenga.

    Las lecturas deberían ser un momento especial, ya que es Dios quien nos habla y nosotros deberíamos escucharlo. Dios nos ayude a conseguirlo.

    Que Dios le bendiga D. Javier, así como a todos los lectores del blog :)

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  4. Buenas tardes don Javier. ¡Qué razón tiene padre! y que diferente es todo dando tiempo para que empape bien, gracias a esta catequesis voy exprimiendo más las misas.Un abrazo.

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  5. Dios habla con nosotros, y nosotros con Él, a través de la Iglesia, Cuerpo Santo y vivo de su Palabra luminosa.

    Cuando oramos nunca oramos solos. Tenemos toda la Iglesia en nuestros labios.

    Todo lo santo es litúrgico.

    Nuestra Madre y Maestra nos enseña, desde pequeños, el Lenguaje santo de Dios.

    Todo se lo debemos a ella, Sacramento del Verbo Viviente, Cristo Jesús, el Único Amado.

    Así, litúrgicamente, un Río de Vida cuya Agua es Palabra eterna

    fluye hacia nosotros por pura gracia del Trono de Dios y del Cordero (Ap 22, 1), en que se pronuncia el Nombre del Alfa y Omega entre miríadas de ángeles, con los santos en nube a nuestro alrededor, protegiéndonos.

    No habrá noche nunca más en nuestra vida

    Laus Deo Virginique Matri

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  6. Miserere:

    todo el hombre, su ser entero (memoria, inteligencia y voluntad) participan en la liturgia y el Misterio se le da a las facultades humanas de los modos necesarios a su capacidad para que el hombre sea santificado y responda a Dios.

    NIP:

    Me alegro. Una misa bien vivida es lo que más vale del mundo, proque es plena unión real -no sentimental- con Dios.

    Alonso:

    Sí. ¡Un río de agua viva es la Palabra!, y su manantial está en el cielo, en el Cordero degollado.

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