En nuestra pastoral (disculpen que use esta palabra "talismán" que empleamos para todo y con la que justificamos todo), repito, en nuestra pastoral debe incluirse una perspectiva que es la de educar en el silencio. ¿Por qué? ¿Acaso somos eremitas perdidos, o cartujos, o vivimos en el desierto? No, cierto. Pero es que sólo en el silencio se puede escuchar la voz de Dios, la voz de Dios que llama incansablemente.
Muchas veces en las catequesis con jóvenes los educamos en muchas cosas (y si somos muy modernos, los educamos "en valores"), pero en el proceso formativo cristiano hay que incluir, necesaria e ineludiblemente, la educación en el silencio. Ahí, callados los ruidos exteriores y luego los ruidos interiores de la imaginación y la fantasía, se puede llegar a escuchar la voz de Dios que habla elocuentemente.
De la educación al silencio y de la calidad del silencio depende la vocación. Seguro que muchos jóvenes están siendo llamados por Dios a una vocación de especial entrega, de exclusividad y envío, pero no tienen sintonizada la emisora interior adecuada. ¡Ay si sintonizaran bien! Se volvería a repetir muchísimas veces la experiencia de Samuel en la noche: "Habla, Señor, que tu siervo escucha".
"Hace poco me habéis preguntado: ¿cómo se puede reconocer la llamada de Dios? Y bien, el secreto de la vocación está en la capacidad y en la alegría de distinguir, escuchar y seguir su voz. Pero para hacer esto, es necesario acostumbrar nuestro corazón a reconocer al Señor, a sentirle como una Persona que está cerca de mí y me ama. Como dije esta mañana, es importante aprender a vivir momentos de silencio interior en el día a día para ser capaces de escuchar la voz del Señor. Estad seguros de que si uno aprende a escuchar esta voz y a seguirla con generosidad, no tiene miedo de nada, sabe y siente que Dios está con él, con ella, que es Amigo, Padre y Hermano. Dicho en una palabra: el secreto de la vocación está en la relación con Dios, en la oración que crece precisamente en el silencio interior, en la capacidad de escuchar que Dios está cerca. Y esto es verdad tanto antes de la decisión, en el momento, es decir, de decidir y de partir, como después, si se quiere ser fieles y perseverar en el camino... Queridos jóvenes: encontrad siempre un espacio en vuestras jornadas para Dios, ¡para escucharle y hablarle!" (Benedicto XVI, Disc. en el encuentro con los jóvenes, Catedral de Sulmona (Italia), 4-julio-2010).
El secreto de la vocación está en la escucha, el silencio y la oración.
Si no educamos en estos aspectos, ¿podremos quejarnos de la falta de vocaciones en la Iglesia?
Si en la catequesis sustituimos la educación al silencio por valores filantrópicos (solidaridad, tolerancia, amistad...), ¿cómo surgirán las vocaciones?
Si en nuestros templos no se cuida, se protege y se valora el silencio para la oración y la exposición del Santísimo como encuentro personal con Cristo, ¿podrán acaso los jóvenes escuchar la voz interior del Señor llamándoles?
Se impone una revisión de la "pastoral" para que ésta suministre los elementos nucleares de la experiencia cristiana, y entre ellos, el silencio para escuchar al Señor. ¿A qué esperamos?
os sigo a todos casi a diario y siempre entre las palabras de don javier y los comentarios consigo sacar una pequeña reflexion.hoy me toca muy de cerca porque es una lucha continua en mi vida este silencio que tanto anelo, pero al que nunca llego quisiera que me tuvierais presente en vustras oraciones aunque sea una desconocida en vuetro bloq, me hariais un gran bien. gracias
ResponderEliminarBuenos días don Javier. "El secreto de la vocación está en la escucha, el silencio y la oración." Entonces tengo claro que mi vocación es vivir.Un abrazo.
ResponderEliminarHoy en día, el silencio es algo que se teme. Se le teme igual que al espejo que evidencia lo que somos. Las apariencias desaparecen en el silencio y nos dejan desnudos ante nosotros mismos.
ResponderEliminarPor eso el silencio es tan maravilloso. Porque nos predispone a la humildad y desde la humildad, a acercarnos a Dios.
Me ha encantado la entrada D. Javier. Muchas gracias :)
Pongo a nuestra nueva amiga francisca en mi lista de oraciones diarias. Seguro que entre todos logramos que encuentre lo que tanto.
Que Dios les bendiga a todos :)
Francisca:
ResponderEliminarComo ve, aquí tiene una comunidad. Siéntase a gusto. Y pues viene por aquí, aun cuando no escriba, ya sabe que todos rezamos por todos cada día; Vd. está incluida.
Sabeis yo descubri mi vocacion en la JMJ del 97 en Paris. Acudi precisamente buscando una respuesta y tube momentos de silencio inolvidables entre tanto ajetreo de viaje y alboroto. No me gustó mucho al principio lo que el Señor me dijo. Casarme y tener hijos no entraba en mis primer plan. Pero es esa mi vocación.
ResponderEliminarY ahora os voy a contar una anecdota que pasa en casa y es que cuando mas desesperada ando y mas grande se me queda el papel de madre y de todo lo que conlleva esta vocación. Resulta que sin que nadie hable del tema ni lo insinue, mi hijo pequeño, Iván de 4 años, se pone a cantar la canción de Samuel que cantan en las misas de 12 de los niños en nuestra parroquia. Supongo que conoceis la letra. Cuando pasa eso no me cabe duda de quien es quien incita a mi hijo a cantar para que yo me entere...y bie.
es este Silencio interior el que busco ultimamente con interes y me adentra en el dialogo de Dios mismo conmigo....sin este silencio no puedo oirlo y es alimento para mi.....me ha encantado su entrada....gracias
ResponderEliminarNadie es un desconocido, Francisca, porque somos hermanos e hijos de un mismo Padre. Tú también.
ResponderEliminarSilencio, escucha, oración y Misericordia, un plan de vida perfecto.
Gracias, Don Javier.
;O)
En ese silencio hoy he escuchado la vivencia de la alegría
ResponderEliminar...y me he vuelto alegre para agradar al Señor. Y es que ese silencio es muy necesario para escucharLE y saber lo que nos pide en cada momento.
Gracias, D. Javier. Feliz día para todos.
Necesaria catequesis esta de hoy D. Javier, en esta cultura del ruido, nos dá miedo hacer silencio, y habitualmente no sabemos escuchar.
ResponderEliminarPara mi fue un descubrimiento el lograr diariamente unos minutos de soledad (silencio)ante el Sagrario, allí se puso en marcha mi vida interior. Ahí comencé a hacer oración, a acercarme a Dios, a aprender a escuhar lo que me pide.
Qué importante es el silencio en toda nuestra vida, yo como buena charlatana, tengo que escuhar frecuentemente la cantinela "de callar no te arrepentirás nunca: de hablar, muchas veces".
He dedicado varias entradas en mi blog a describir lo que significa para mi la práctica del silencio dentro del método de la Oración Centrante que practico. Para mí es fácil vivir y estar en el silencio. Acudir diariamente dos veces al día por 30 minutos a orar en silencio a significado un gran cambio en mi travesía espiritual.
ResponderEliminar¿Gracias D. Javier por tan magnifica entrada.
ResponderEliminarNecesito tanto el silencio...El estar con Dios
adorándole, llenándome de El que sin ello, no puedo vivir.
Con su permiso me hago seguidora.
Dios y la Virgen les bendigan.
No veo a los seguidores! Bloger no está bien.
ResponderEliminarVolveré.
Mento:
ResponderEliminarLa voluntad de Dios puede o no coincidir con nuestro gusto o con lo que pensábamos que era sobre nosotros. Pero hay que abrirse a la sorpresa, al Acontecimiento de Cristo en la vida.
Gosspi, Capuchino, Felicitas:
Necesitamos silencio interior, ciertamente. Pero pensemos en el tema de la catequesis de hoy: nuestra pastoral debe ser una pastoral que inicie a la oración y al silencio y, por el contrario, sólo vemos ruido por todas partes: catequesis, iglesia, liturgia, calle, hogar...
Catequista:
ResponderEliminarDecía un amigo mío mitrado: "más vale callar y parecer tonto que abrir la boca y despejar la duda". Hay que aprender a callar.
Además se aprende muchísimo más sabiendo escuchar con el corazón que hablando constantemente.
Pero repito lo mismo: ¿educamos en el silencio? ¿Acompañamos en el silencio en nuestras presuntas pastorales y catequesis?
María Auxiliadora:
ResponderEliminar¡¡Qué bien!!
Ahora yo, tal vez por experiencia personal, más que método lo que prefiero es el silencio del Sagrario, porque es un silencio que contagia y pacifica para hablar con Cristo.
Marian:
Le repito con todo afecto: bienvenida. Basta con que lea, reflexione lo leído, escriba si le apetece compartir algo y rece cada día por todos nosotros, en esta comunidad católica.
Mi saludo cordialísimo.