sábado, 1 de enero de 2011

María, Madre de Dios (Prefacio de Sta. María I)

Éste es el prefacio con el que canta la Iglesia la solemnidad de este día, el misterio de la Maternidad divina de la Virgen María:

Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria
en la solemnidad de santa María, siempre virgen.
Porque ella concibió a tu único Hijo,
por obra del Espíritu Santo,
y, sin perder la gloria de su virginidad,
derramó sobre el mundo la luz eterna,
Jesucristo, Señor nuestro.
Por eso con los ángeles y los santos... Santo, Santo, Santo...

La virginidad de María es Misterio de salvación, el signo elocuente: quien no nace de hombre, de la carne y sangre, sólo puede ser Dios. Pero al mismo tiempo, toma la carne humana del seno de la Virgen para humanarse, y hacerse uno de nosotros. 
La virginidad es demostración, signo, de la divinidad de Cristo:en la historia y en el tiempo de Dios directamente y de una Madre, no por generación natural, sino por Don del Espíritu Santo.
María, en el parto virginal, nos entrega todos los bienes de la salvación. Su Hijo es el Hijo de Dios. María, una vez más, hoy, es la tierra fecunda que nos ha dado su fruto, y por Ella nos ha bendecido el Señor nuestro Dios.

En efecto, con san Agustín meditamos:

Pues la verdad brota de la tierra: Cristo, que dijo: Yo soy la verdad, nació de una virgen. Y la justicia mira desde el cielo: puesto que, al creer en el que ha nacido, el hombre no se ha encontrado justificado por sí mismo, sino por Dios.
La justicia brota de la tierra: porque la Palabra se hizo carne. Y la justicia mira desde el cielo: porque todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba. La verdad brota de la tierra: la carne, de María. Y la justicia mira desde el cielo: porque el hombre no puede recibir nada, si no se lo dan desde el cielo.
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, porque la justicia y la paz se besan. Por medio de nuestro Señor Jesucristo, porque la verdad brota de la tierra. Por Él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. No dice: «Nuestra gloria», sino: La gloria de Dios; porque la justicia no procede de nosotros, sino que mira desde el cielo. Por tanto, el que se gloríe, que se gloríe en el Señor, y no en sí mismo" (Serm. 185).
 Gocemos y admirémonos del Misterio hoy celebrado, y adoremos a Quien nos ha nacido de una Virgen Madre:

"En la zarza que Moisés vio arder sin consumirse, reconocemos tu virginidad admirablemente conservada. ¡Virgen Madre de Dios, intercede por nosotros! (ant. salmodia Vísperas)

3 comentarios:

  1. "Hoy brillará una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor; y es su nombre: Admirable, Dios, Príncipe de la paz, Padre perpetuo, y su reino no tendrá fin".

    Muchas gracias D. Javier.

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  2. Porque ella concibió a tu único Hijo,
    por obra del Espíritu Santo,
    y, sin perder la gloria de su virginidad,
    derramó sobre el mundo la luz eterna,
    Jesucristo, Señor nuestro.

    Verdaderamente, bendita tú entre las mujeres, pues sin concurso de varón has dado a luz aquel fruto que es bendición para todo el mundo, al que ha redimido de la maldición que no producía sino espinas.
    Verdaderamente, bendita tú entre las mujeres, pues a pesar de ser una mujer, criatura de Dios como todas las demás, has llegado a ser de verdad, Madre de Dios. San Sofronio de Jerusalén.

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  3. Hola D.Javier:También meditaré lo de la zarza que no se consume como signo de la Virginidad de aquella sencilla mujer de la que al encarnarse Dios, también lo hizo en las facciones de rostro.

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