Aunque en ocasiones pase desapercibida, se haga de manera insignificante o se valore, la Fracción del pan consagrado -el Cuerpo de Cristo- es uno de los gestos sacramentales del mismo Señor que la Iglesia amorosamente ha conservado. ¡Lo reconocieron al partir el Pan! Pensemos que el Señor tomó pan (preparación de los dones), bendijo a Dios (plegaria eucarística), lo partió (Fracción del Pan) y lo dio a sus discípulos (la Comunión).
Ha terminado el beso de la paz sin canto (¡no existe en rito romano un canto ad pacem!). "Conviene, sin embargo, que cada uno exprese la paz sobriamente sólo a los más cercanos a él" (IGMR 82). Entonces el coro entona el Agnus Dei (Cordero de Dios) que es la letanía que en el rito romano acompaña a la fracción del pan.
La importancia de esta fracción se comprende a la luz de los antiguos Ordines romani y de los Pontificales medievales. La hostia -era una sola- se fraccionaba por manos del Obispo y se partía en suficientes trozos para la comunión del Obispo, del clero -sacerdotes, diáconos, subdiáconos, acólitos- y de los fieles. No pensemos en el tamaño pequeñísimo de la hostia normal que vemos en cada Misa, sino en una hostia grande de pan ázimo que es lo que la Iglesia ha empleado durante siglos cuando los fieles comulgaban (hubo un momento en que dejaron de comulgar, sólo querían ver al Señor).
El Misal hoy prescribe:
El Pan es partido en diversos trozos para que los fieles puedan comulgar del Pan consagrado en esa Misa.
- Tal vez, los domingos, podría usarse una hostia de mayor tamaño o consagrar varias hostias para luego poder fraccionarlas;
- incluso si esa hostia tiene el pequeño tamaño de las habituales. Perfectamente se puede partir en 5 trozos -con cuidado, con devoción, con amor- más el pequeño trozo que se deposita en el cáliz (el rito de la conmixtio). Volvamos a mirar la foto del artículo:
Una vez fraccionada la Hostia, un pequeño trozo se deja caer en el cáliz: "El sacerdote parte el pan e introduce una parte de la Hostia en el cáliz para significar la unidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la obra de la redención, a saber, del Cuerpo de Cristo Jesús viviente y glorioso" (IGMR 83).
Reza en silencio el sacerdote su oración de preparación para la comunión, hace genuflexión y toma uno de los trozos -el que va a sumir al comulgar- con la mano derecha y lo muestra a los fieles, o sobre la patena o sobre el cáliz que sostiene con la mano izquierda (Cf. IGMR 157): pero es un solo trozo el que muestra, el suyo, y no la Hostia en dos partes puesto que ya ha sido fraccionada en diversos trozos.
Para corregir entonces:
- La Hostia hay que fraccionarla en diversas partes para que algunos fieles, al menos, comulguen de ella y el rito de la Fracción recupere el simbolismo sacramental de ser un gesto del mismo Cristo: el sacerdote debe realmente partirla en varias partes y no comulgar él solo toda la Hostia;
- Tampoco parece lógico que muestre al pueblo (al decir "Éste es el Cordero de Dios") la Hostia fraccionada sólo en dos partes y antes de comulgar la vuelva a partir en diversos trozos para sumir él una parte y dejar las demás para los fieles. Toda la fracción se realiza durante el canto del Agnus Dei.
Recordemos siempre -por el valor espiritual de este rito- que los discípulos de Emaús reconocieron al Señor, precisamente, en la fracción del Pan.
Los magos adoraron también este cuerpo recostado en un pesebre. Y siendo hombres irreligiosos y paganos, abandonando casa y patria, recorrieron un largo camino, y al llegar, lo adoraron con gran temor y temblor. Imitemos al menos a estos extranjeros nosotros que somos ciudadanos del cielo. Ellos se acercaron efectivamente con gran temor a un pesebre y a una gruta, sin descubrir ninguna de las cosas que ahora te es dado contemplar: tú, en cambio, no lo ves en un pesebre, sino sobre un altar; no contemplas a una mujer que lo tiene en sus brazos, sino al sacerdote que está de pie en su presencia y al Espíritu, rebosante de riqueza, que se cierne sobre las ofrendas. No ves simplemente, como ellos, este mismo cuerpo, sino que conoces todo su poder y su economía de salvación, y nada ignoras de cuanto él ha hecho, pues al ser iniciado, se te enseñaron detalladamente todas estas cosas.
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Pues esta mesa es la fuerza de nuestra alma, la fuente de unidad de todos nuestros pensamientos, la causa de nuestra esperanza: es esperanza, salvación, luz, vida. San Juan Crisóstomo.De la homilía 24
Mysterium tremens ante el que solo podemos caer de rodillas y adorar a Dios.
ResponderEliminarDios le bendiga D. Javier :)
Desde Sevilla:
ResponderEliminarHomilía 24... ¿de qué? ¿Del comentario al evangelio de san Mateo, publicado por la BAC? ¡¡Necesito la cita, por fa!!
Miserere:
Realmente tremendo y sublime.
La sencillez además de muchos gestos y ritos litúrgicos expresan la sublimidad del Misterio.
San Juan Crisóstomo, Homilía 24, sobre la primera carta a los Corintios.
ResponderEliminarLa he copiado del Leccionario bienal de la liturgia de las horas, en las homilías de la Solemnidad del Corpus.
Padre Javier, antes que nada gracias por esta hermosa enseñanza. Me quedo con el saludo de la paz. Gesto que vengo criticando desde hace tiempo y que lo he hablado con mi confesor y párroco. Cito:Ha terminado el beso de la paz sin canto (¡no existe en rito romano un canto ad pacem!). "Conviene, sin embargo, que cada uno exprese la paz sobriamente sólo a los más cercanos a él" (IGMR 82). Cierro cita
ResponderEliminarHoy -al menos en Argentina, en mi ciudad, en mi parroquia- el saludo de la paz parece una fiesta de quince años! el que está en los primeros lugares recorre todo el templo para saludar al amigo o pariente ubicado en el medio o atrás! Es un espectáculo desproporcionado y carente de emoción eucarística (si cabe decirlo así). Aseguro que me quita la paz, porque no les importa como sigue la misa, ni como sigue el rito. Y se lo digo al párroco porque es él quien tiene que poner orden, me parece.
Gracias por la enseñanza. Hace tanta falta! sobretodo en los equipos de liturgia.
Mi abrazo en el Señor. Espero su bendición.
Fraternalmente,
Claudio:
ResponderEliminarBienvenido a este blog... ¡desde la Argentina! Ya, por medio del blog y en el blog, tenemos amigos en esa tierra hermosa.
Lo del rito de la paz es desastroso. Sobriamente es significativo: comunión eclesial (paz con la Iglesia) antes de la comunión sacramental. Los penitentes y catecúmenos jamás podían dar el beso de paz porque no pertenecían a la pax Ecclesiae.
Aquí en España, los sacerdotes que se llaman a sí mismos "pastorales" o "pastoralistas" organizan el desmadre. Realmente rompe toda la dinámica celebrativa.
Se da sobriamente la paz.
Y se dispone uno con el siguiente Rito: la Fracción del Pan, ésta sí, bien hecha, dramática, adorante, para poder comulgar sacramentalmente con Cristo vivo.
Saludos cordialísimos.
Hola D.Javier.Interesante, reconocer en la unidad y la fracción al Señor,hasta de lengua española con lo de "Sumir" referente al sacerdote.
ResponderEliminarComparto la misma opinión sobre la moda pastoril en el rito de la paz, cuando el padre abandona el altar y baja a dar la paz, es un desmadre que cambia de centro.
¡Sencillamente la exposición es genial! Ya sabes, querido Javier, que no soy ministro ordenado sino que estoy casado, pero todo esto que dices en el artículo alguna vez -con respeto, con caridad- he tratado de 'enseñarlo' a algún que otro ministro, que incurren en deficiencias que tú señalas. Y nada... Y es que hay leerse la IGMR, por favor. Parece increíble, pero hay ministros que no lo han hecho.
ResponderEliminarMuy interesante lo que señalas de que en el rito romano no hay canto de paz: el galimatías que la introducción del mismo genera es sabido. Lo de que haya un gesto de paz sobrio está por ver en algunas ocasiones; como también lo está el hecho de que algunos interpreten dicha sobriedad equivocadamente y pongan cara de haber mordido un limón cuando te acercas a intercambiar con ellos este sencillo pero profundo gesto ('pax Ecclesiae', como bien dices).
Lo que sí veo, casi al 100%, es lo de mostrar la hostia partida en dos mitades (en lugar de sólo mostrar aquella parte que el ministro va a sumir), para luego proseguir partiéndola... Esto cuando -perdón- el ministro no se la mete enteramente en la boca (las dos mitades). Claro, a quien no entiende la teología del gesto, tanto le da, pero es una pérdida lamentable el hecho de que se empobrezca todo lo que tan bien explicas leyendo inteligentemente la IGMR y la Tradición viva de la Iglesia.
Un saludo.
Un texto magnífico y explicado.
ResponderEliminarMe gustaría, alguna vez, recibir la comunión con un pequeñito trozo de la Sagrada Forma consagrada y no sé la razón.
La paz, alguna vez he dicho, que la suprimiría. En una ocasión le di la paz a una señora y me volvió la espalda, y en otra, una que me quiso dar un beso y yo no tenía ganas de beso alguno. Un desastre que no me gusta nada de nada. Una inclinación de cabeza sería más que suficiente; es una auténtico sacrificio, bien lo sabe Dios.
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ResponderEliminarFelicidades por su artículo y por su blog, que no conocía y que ahora voy a poner en mi lista de blog. Un saludo. Y sigamos trabajando por el misterio de la liturgia de la Iglesia
ResponderEliminarCapuchino de Silos:
ResponderEliminar¿Suprimirla? Ay, ay. El beso santo de la paz -osculum pacis- forma parte de todas las familias litúrgicas. Posee su belleza espiritual e incluso simbólica en la Misa.
Más que suprimirla: educarse. Se da la paz a los que se tiene al lado. No es el recreo de la Misa (¡¡y todos a besarse!! ¡Y peor aún con las Misas para niños!!). La concordia genera la Comunión sacramental.
Luis García:
Gracias. Sigamos, duc in altum, trabajando por la Iglesia y su epifanía, la liturgia.
Un cordial saludo.
D. Javier, de suprimir me refería a tanta mano, tanto besos, etc. Antiguamente la paz la dabe el sacerdote y todo el mundo se estaba quietecito recibiendo la paz. Nada de besitos y manitas. Una inclinación de cabeza y mucho es. A mí, por lo menos, no me gusta, me distrae, me pongo nerviosa por si le sudan las manos a alguien y esas cosas.
ResponderEliminarCapuchino de silos:
ResponderEliminaramiga mía coincido en que es necesario un mayor orden... El signo de la paz, recuerde a san Pablo, es el beso: "saludos con el beso santo". En la liturgia más clásica -y es lo que yo suelo practicar- el signo de la paz es un abrazo, discreto, las palmas de las manos en los antebrazos del hermano y un leve acercamiento, no un abrazo tal cual... Pero, ¡qué menos que dar la mano! Le recuerdo igualmente que fue el signo que Pedro y los Apóstoles hicieron con Pablo cuando fue a exponer lo que predicaba y le dieron la mano en señal de aprobación.
pax! (¡y ahora que lo escribo me doy cuenta: nunca mejor dicho!)
La recibo con su bendición.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Hola! el sacerdote de mi parroquia parte la Sagrada Forma en cuatro partes, de ellas sólo toma una y las demñas las pone en el copón, hay veces que me a mi me toca...y la verdad me la como con mucho gusto, antes es verdad que se hacia en dos partes y se las comia el sacerdote. Luego en la Cdad donde camino, las eucaristias son con pan ázimo y todos comemos de un mismo Pan partido, encantada de haber pasado por aqui!saludos.
ResponderEliminarLAHDDEC:
ResponderEliminar¡Perfecto! Se trata de partir la Hostia consagrada en diversas partes (no necesariamente 4, 5 ó 6).
Sea bienvenida... y esperamos verla por aquí.
Pax.
Sobre la Paz, pienso que quizá habría que seguir el consejo del sínodo de obispos sobre la Eucaristía, que recomendaban que quizá habría que cambiar de lugar el momento de la Paz, llevándolo a después de la oración de los fieles, antes del ofertorio, tal como se hace desde muy antiguo en el rito ambrosiano o en el camino neocatecumenal.
ResponderEliminarErgamba:
ResponderEliminarSí y no.
Me explico: la paz está antes de la preparación de los dones o de los dípticos o de la pequeña Entrada en todos los ritos excepto en el romano. Es algo genuino del rito romano tener la paz como Comunión eclesial antes de la Comunión sacramental. A mí no me vuelve loco su sitio, pero es la tradición litúrgica romana gracias a san Gregorio Magno. Y este dato pesa.
Será Javier, pero el sínodo es la primera vez que ven con buenos ojos el cambio.
ResponderEliminarY entrando en esa materia, está claro que puesta antes del ofertorio está en mayor consonancia con el mandato evangélico de "si tienes algo contra tu hermano ve a ponerte a buenas ... etc".
Paz.
es en una de las pocas paginas q he conseguido buena informacion...
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