Ya vimos lo que pudo suponer para la Virgen salir de Nazaret, a punto de dar a luz, para llegar a Belén. Nazaret era su hogar, pero Belén era la aventura. El parto estaba próximo, ¿no es mejor la propia casa que arriesgarse a ir a una pequeña ciudad sin saber qué hacer ni qué va a pasar?
Pero salieron José y la Virgen María de Nazaret a Belén. Y este peregrinar es también el nuestro, que muchas veces, muchas, nos hará salir de Nazaret en nuestra vida para llegar a Belén, el lugar de la revelación de Dios.
¿Cuál es nuestro Nazareth? Puede ser nuestra casa, nuestros amigos, nuestros proyectos. Nazareth puede ser nuestro egoísmo, nuestras miserias y limitaciones. Busquemos nuestro propio Nazareth en nuestro corazón, y veremos cuánto nos ata para realizar lo que Dios quiere de nosotros.
¡Cuánto hay en Nazareth de amor propio! ¡Cuánto hay en Nazareth de orgullo! ¡Cuánto de comodidad! ¡Cuánto pecado hay también! Sólo descubrimos Nazareth -auténticamente- desde Belén, sólo vemos lo que Nazareth nos ataba cuando -por la fuerza y gracia del Espíritu- nos hemos liberado.
Nazareth viene, pues, a significar, una espiritualidad de salida, de nosotros mismos hacia Dios; de nuestros planes a los planes de Dios para decir sinceramente, "hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" (Mt 6,10; Ver también Mt 7,16-23).
Hubo en la vida de María y Jesús dos salidas más de Nazareth, no una sola: camino de Egipto, la huida provocada por la ira de Herodes, y la salida de Jesús para anunciar el Reino.
Nosotros saldremos una y otra vez de Nazareth porque Nazareth somos, en el fondo, cada uno de nosotros y volvemos a replegarnos en la seguridad de nuestro yo más íntimo: no es malo, es normal. Pero Dios te pide que salgas de Nazareth una y mil veces para ponerte en camino, unas veces a Belén para descubrirle, otras a Egipto, para salvarte de tu propia miseria que te destruye y ata, otras para anunciar el Reino y ser crucificado en Jerusalén. Todas las veces que Dios nos lo pida hay que salir de Nazareth, confiados en Él. Dios irá guiando nuestros pasos -"como con una estrella" (cfr. Mt 2,2; 2,9-, señalando nuestro camino y conduciéndonos adonde Él nos quiera llevar.
Sólo hace falta salir de Nazareth, sólo hace falta querer salir de Nazareth, dirigirnos adonde Dios quiera y confiar mucho en Él, porque "sólo Él es nuestro Camino" (cfr. Jn 14,16).
Salir de Nazareth: riesgo y aventura, abandono en el Padre, amor de Dios. Salir de Nazareth: Belén, Egipto, Jerusalén: ahora y siempre.
Salir de Nazareth en cuanto Dios nos llame.
Salir de Nazareth aquí y ahora... Mañana puede que lleguemos tarde a Belén, a Egipto o a Jerusalén y ya sea tarde.
Salir de Nazareth o no decirle a Dios nunca jamás "hágase tu voluntad."
Salir de Nazareth -alegres y confiados- cantando el salmo 39: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad."
Salir de Nazareth.
Pero Dios te pide que salgas de Nazareth una y mil veces para ponerte en camino, unas veces a Belén para descubrirle, otras a Egipto, para salvarte de tu propia miseria que te destruye y ata, otras para anunciar el Reino y ser crucificado en Jerusalén.
ResponderEliminarSi salimos a Egipto es para salvarnos de nuestras miserias, que nos hacen infelices:
El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (cf 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas:
El que asciende no cesa nunca de ir de comienzo en comienzo mediante comienzos que no tienen fin. Jamás el que asciende deja de desear lo que ya conoce (S. Gregorio de Nisa, hom. in Cant. 8).
Catecismo de la Iglesia católica.
Así que se trata de querer ser perfecto para tener una unión cada vez más íntima con Cristo. Este es el mejor deseo...
Estar dispuesto a dejarlo TODO por Él y seguirlo es el mejor síntoma de que en cada momento del día vamos a hacer su voluntad. Así no nos equivocaremos y volveremos confiados y humildes a Belén las veces que hagan falta aunque nos equivoquemos. No somo ángeles desgraciadamente.
ResponderEliminarPrecioso su texto, y como no, el de Sevilla.
Hola D.Javier.Me cuesta salir tantas veces de mi Nazareth... Belén me suena cerca,en casa, pero son los Egiptos los que más me cuestan, no saber la distancia, el tiempo, a dónde.Procuraré un nuevo año con muchas salidas "a la primera voz" y con menos disgusto, total, si al final arranco y voy, pues que sea con alegría.
ResponderEliminarSi supiéramos que el camino nos conduce por la vía rápida a Belén, a encontrarnos con Jesús, todavia se animaría uno. Pero si te tiene años y años dando vueltas por el desierto o te lleva directamente a Jerusalen...
ResponderEliminarAl invitarnos a salir de nuestra cómoda situación nos dice como a Abraham: Sal de tu tierra a la tierra que Yo te mostraré, o sea, sin ninguna explicación. O te fías totalmente o te quedas "en tu tierra" en la que aún nos encontramos algunos.
La esperanza en el maravilloso encuentro que supere toda expectativa debería removernos de nuestra butaca.
Humildemente confieso -después de leer vuestros animadísimos comentarios- lo difícil y duro que a mí me resulta. Nada, pecador que es uno. Pero leyendo vuestros testimonios, yo como sacerdote, me siento reconfortado y exhortado.
ResponderEliminarGracias.
Gracias por vuestros comentarios y gracias por vuestros testimonios.
Eso es un fin de un blog católico -de formación-: el compartir experiencias que a todos nos ayudan.