martes, 16 de febrero de 2010

Preparándonos para la ceniza penitencial

Mañana el rito romano inicia el período cuaresmal, como tiempo de preparación intensa a la Vigilia pascual y la cincuentena (para los catecúmenos y para los fieles) y de penitencia y expiación para todos, purificación regeneradora de los pecados.

La peculiar forma de iniciarlo es con la imposición de la ceniza -y con el ayuno y la abstinencia de carne-. Es rico en significado que se nos imponga en la cabeza las cenizas:


"El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las Cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual" (Directorio Piedad popular y liturgia, n. 125).

Después de la homilía se bendicen las cenizas; el Misal ofrece dos oraciones ad libitum, que dan la clave del sentido penitencial del rito, su deseo espiritual y su petición a Dios.


En la primera se bendice a los fieles que van a recibir la ceniza para que alcancen la plenitud mediante las prácticas cuaresmales pensando ya en la Pascua (¡tan olvidada!):


"Oh Dios,
que te dejas vencer por el que se humilla
y encuentras agrado en quien expía sus pecados,

escucha benignamente nuestras súplicas

y derrama la gracia + de tu bendición sobre estos siervos tuyos que van a arecibir la ceniza,

para que, fieles a las prácticas cuaresmales, puedan llegar, con corazón limpio,

a la celebración del misterio pascual de tu Hijo".

En la segunda oración se tiene más presente la dimensión de expiación y caducidad del hombre con vistas a la renovación en Cristo:


"Oh Dios,
que no quieres la muerte del pecador, sino su arrepentimiento,
escucha con bondad nuestras súplicas
y dígnate bendecir + esta ceniza que vamos a imponer sobre nuestra cabeza;

y porque sabemos que somos polvo y al polvo hemos de volver,

concédenos, por medio de las prácticas cuaresmales, el perdón de los pecados;

así podremos alcanzar, a imagen de tu Hijo resucitado,
la vida nueva de tu reino".

Estas son las perspectivas teológicas y espirituales del rito que mañana, con devoción y corazón contrito, realizaremos. (Ojalá no quede sólo en recibir la ceniza -como tantos acudirán a recibir este sacramental- sino que desde el principio la mirada esté puesta en vivir la Pascua y participar de la Vigilia pascual, la gran desconocida de la vida espiritual)

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