sábado, 13 de agosto de 2011

La Penitencia, sacramento social (De Lubac)

El sacramento de la penitencia, en su forma ritual incluso, aparece mucho más social y tendente a la comunión, aunque las formas litúrgicas hayan variado con el paso de los siglos y se recubra hoy de un manto aparentemente personalísimo e individualista incluso. 

La eficacia de la penitencia encuentra una explicación análoga a la del bautismo, pues no en vano la penitencia es a modo de un segundo bautismo. En la penitencia se da el perdón sacramental y la reintegración social de quien se ha separado por el pecado. Todo el aparato de la penitencia pública y la reconciliación y absolución sacramental en la mañana del Jueves Santo por el obispo mostraba a las claras que el perdón de Dios era dado a la Iglesia, y que el penitente que por su pecado se había apartado de la comunicación de las cosas santas y de la comunión eclesial, era reintegrado al seno de la Comunión para poder participar de la Pascua. Durante la Cuaresma se oraba por los penitentes pero debían salir de la asamblea litúrgica antes de la presentación de los dones eucarísticos (vivían fuera de la Comunión eclesial, ex-comulgados) y se reintegraban a la Iglesia en la mañana del Jueves Santo, con todos los fieles orando y cantando: el Obispo los recibía en la Puerta del Perdón de la Catedral y los llevaba a la nave de la basílica donde se postraban; tras la absolución, el Obispo los iba levantando uno a uno. ¡Era una fiesta eclesial! El pecado aparta de la vida de la Iglesia, la Penitencia introduce de nuevo en la vida de la Iglesia.

 “La reconciliación del pecador era ante todo una reconciliación con la Iglesia, constituyendo ésta el signo eficaz de la reconciliación con Dios” (De Lubac, Catolicismo, p. 64). 
El pecado tenía una dimensión social –en el sentido que reiteradamente estamos exponiendo-, apartaba de Dios y apartaba de la Iglesia ya que todo pecado repercute en el organismo eclesial, porque todos estamos unidos unos con otros por los lazos invisibles del Espíritu y de la comunión de los santos. El pecador debe recobrar esa comunión y vivir en gracia, tanto en relación a Dios, como en relación a la Iglesia, de la que él se ha apartado o excomulgado (lo que es lo mismo: ha roto la comunión). 
“Precisamente porque no se puede volver a la gracia de Dios si no se entra de nuevo en comunión con la Iglesia, se requiere normalmente la intervención de un ministro de esta Iglesia” (De Lubac, Catolicismo, p. 64). 
Las afirmaciones de De Lubac son para pensarlas, hoy que tantas veces se pierde esta visión de la eclesialidad en el Sacramento de la Reconciliación.
"La eficacia de la penitencia encuentra una explicación análoga a la del bautismo. No es aquí menos claro el vínculo entre el perdón sacramental y la reintegración social de quien se ha separado por su pecado. Institución disciplinar e instrumento de purificación interior no están asociados solamente de hecho: están unidos, si se puede decir, por la naturaleza de las cosas. La antigua disciplina expresaba de una manera más fehaciente este vínculo natural. Todo el aparato de la penitencia pública y del perdón mostraba hasta la evidencia que la reconciliación del pecador es ante todo una reconciliación con la Iglesia, constituyendo ésta el signo eficaz de la reconciliación con Dios" (De Lubac, Catolicismo, p. 64s).
 Esta perspectiva se ha perdido de tal manera que, considerando el pecado como debilidad moral o psicológica, y relegándolo al ámbito de la conciencia privada, hoy no ven muchos la necesidad del sacramento ni su perspectiva eclesial, “entablando” una confesión “directa” con Dios pues no ven el sentido social del sacramento ni tienen conciencia exacta de la naturaleza del pecado.

NB. Al repasar la catequesis de hoy, habría que matizar para no incurrir en error. La Penitencia pública en el antiguo orden sacramental afectaba a los grandes pecados: homicidio, adulterio y apostasía. No pensemos inmediatamente en nuestro actual concepto de "pecado mortal".

Y segundo: al hablar de excomunión en distintos momentos de la catequesis, entendámosla en un sentido espiritual, es decir, apartados de la Comunión eclesial, no en el sentido canónico del Derecho. Los pecadores seguían formando parte de la Iglesia en su lugar propio, el Ordo de Penitentes, aunque se vieran privados por su condición de ofrecer la Oblación, asistir a la liturgia eucarística, etc. En este sentido espiritual entiéndase cada vez que en la catequesis de hoy usábamos la palabra "excomunión".

11 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. Interesantísimo.Un abrazo.

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  2. Un tema importantísimo.

    El Sacramento de la Penitencia, que es como un bautismo trabajoso,

    es el sacramento de la comunión de los santos.

    Por él volvemos a la intercomunicación de gracias por el Cuerpo de Cristo.

    Por el perdón sacramental se vuelve de nuevo a recibir e irradiar bienes sobrenaturales por la Comunión eclesial.

    un abrazo

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  3. NIP:

    Buenas noches querido amigo. "Demasiado largo" su comentario hoy: le ruego más 'brevedad' y concisión en su expresión.

    Le respondo ampliamente como Vd. escribe: Sí. interesantísimo.

    pax!

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  4. Alonso:

    Para mí, el sacramento de la Penitencia es fundamental, importantísimo para la vida de la Iglesia, y le dedico mucho tiempo.

    Falta a veces una exposición teológica de él y como yo soy ferviente lector de De Lubac, he aprovechado sus enseñanzas para mostrarlo hoy.

    NB. Alonso, he leído de pasada en otro libro, que la cita sobre el drama del humanismo que si no es cristiano sino cualquier humanismo ateo se vuelve contra el mismo hombre, aquella cita de De Lubac, la recoge el Santo Padre en la encíclica Spe Salvi.

    Para algunos De Lubac es un peligroso modernista, pero ya ve, hasta el Santo Padre lo cita en una encíclica.

    Saludos cordiales

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  5. D. Javier,
    no sabe cómo me alegra que trate del sacramento del perdón. Es, creo yo, el sacramento del siglo XXI, porque por él, por la Eucaristía y por la oración,

    va a venir la renovación en el Espíritu que la Iglesia necesita, porque necesitamos una renovación por gracia, y esto sólo será posible sacramentalmente, porque sólo sacramentalmente se vence este terrible subjetivismo individualista que tanto daño hace a la iglesia.

    En este sentido, las ideas de De Lubac son proféticas.

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  6. Amigo mío,
    la cita sobre el drama del humanismo es magnífica y da en el clavo. Debo confesarle que me estoy apasionando en el estudio de De Lubac. ¡A usted le debo el descubrimiento!. Me está gustando mucho su lectura.

    Me parece fundamental que este autor desvele lo poco bíblico-tradicional (y por tanto falso) que es ese subjetivismo individualista que invade el pensamiento católico moderno, de corte sin duda burgués y liberal, que tanto denunció León Bloy.

    La salvación por gracia se realiza de forma comunitaria, eclesial, por la Iglesia. Es una salvación en el Cuerpo de Cristo, como miembros. Es "social", como diría nuestro autor.

    Esta idea importantísima la recoge el Papa es Spes Salvi 14:

    ""14 A este respecto, De Lubac ha podido demostrar, basándose e la teología de los Padres en toda su amplitud, que la salvación ha sido considerada siempre como una realidad comunitaria."

    Y es que gracias a esa "socialidad" de la acción de la gracia, Santa Teresita es patrona de las misiones, por ejemplo. Y sólo por esa "socialidad" sacramental, se entienden las impresionantes palabras de Pío XII:

    ""«Misterio verdaderamente tremendo, y que jamás se meditará bastante, el que la salvación de muchos dependa de las oraciones y voluntarias mortificaciones de los miembros del Cuerpo místico de Jesucristo, dirigidas a este objeto,» (Mystici Corporis 1943,19).

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  7. Me está resultando muy provechoso y grato el estudio de "Meditación sobre la Iglesia".

    Me parece un libro de doctrina bella, piadosa,recta y fiel al Magisterio de la Iglesia, muy actual, y bueno para vacunarnos contra los errores de gran parte de esa moderna eclesiología pelagiana que tanto daño hace.

    Esta idea es muy importante: ""“Una Iglesia invisible es lo mismo que la negación de toda Iglesia: sin la jerarquía que la une, la organiza y la guía, no se puede hablar de Iglesia” (p. 85).""

    También me ha emocionado mucho la defensa del término "místico" para el Cuerpo de Cristo, según la Mystici Corporis de Pío XII.

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  8. Pero lo que me ha llegado al alma es su defensa de la obediencia sobrenatural,

    y de los bienes que siempre trae la obediencia a la Iglesia, Madre y Maestra.

    No me resisto a copiar una parte:

    ""“Pero, en toda ocasión, sea que el hombre que manda en nombre de Dios tenga razón o esté equivocado, esté ciego o sea clarividente, lo mismo si sus intenciones son puras o embrolladas, tenga o no en su interior afán por la justicia,

    ""desde el mismo momento en que este hombre está investido de legítima autoridad y no obliga a nada malo, sabe (el cristiano) que siempre obrará mal si le desobedece”;

    "“No hay sofisma, ni apariencia de bien, ni convencimiento de poseer la razón que pueda velar a sus ojos el resplandor de las dos palabras con las que San Pablo propone a nuestra imitación a Cristo: factus obediens.

    ""No hay cosa que pueda hacerle olvidar que la salvación del género humano se realizó por un acto de abandono total, que el Autor de esta salud, aunque es Hijo, aprendió por sus propios sufrimientos lo que es la obediencia y que sólo por El, sólo con El y sólo en El es como nosotros podemos a un tiempo ser salvos y salvadores” (pp. 254.)

    Bueno, hay muchas cosas que comentar sobre "Meditación de la Iglesia" y este no es el lugar. Tal vez podamos comentar este libro en otra entrada.

    Un abrazo muy fuerte en Cristo, desde María Inmaculada

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  9. Para la sociedad contemporánea nuestra naturaleza es como es. Querer cambiarla o transformarla es innecesario. Nos dicen que la legislación, usos y costumbres deben ser "adecuados" a lo que somos y no a lo que debemos ser. De ahí que hasta a los criminales se les escusa y se hace recaer al culpa en "la sociedad", que les "obliga" a ser como son.

    Básicamente, se piensa que nuestra naturaleza humana es la original y a la que debemos tender.

    Hoy he leído un artículo en la revista Quo, en la que se hace una apología "científica" de la promiscuidad y la razón de fondo que se utiliza es que "a eso tendemos".

    Pero no nos podemos sorprender, ya que se interpreta al ser humano como una máquina sometida a la causalidad caótica que le rodea. ¿Libertad? Ninguna, aunque se les llene la boca de ello. Cuando se reclama la libertad es para sumergirnos en la naturaleza imperfecta que tenemos.

    ¿Dónde cabe la confesión en este panorama? Si no hay que transformar (convertir) un naturaleza imperfecta a otra perfecta... ¿Dónde queda la Gracia y los Sacramentos?

    Simplemente hablar de estas cosas a la sociedad actual, es como hablar con un sordo. Antes hay que ver cómo podemos despertar el ansia de sobrenaturalidad y trascendencia. Ansia que yace adormecida por los sustitutos que desde pequeños nos ofrecen.

    Feliz y Santo domingo :)

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  10. Sólo una brevísima intervención:

    Alonso, que Vd. haya descubierto a De Lubac gracias a mí (a este blog) es una grandísima aportación a largo plazo.

    Yo lo tengo como uno de los grandes del siglo XX -igual que Ratzinger lo considera así- y leo constantemente sus obras y las trabajo.

    Ensancha el alma y amplía la inteligencia sus percepciones y sus obras.

    Espero que en su blog "La mirada en perspectiva" (http://diariodealonsogracian.blogspot.com) se haga eco de De Lubac y ayude a que otros muchos lo descubran. Seguro que les fascinará.

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  11. Amigo D. Javier, le envío un email con algunas impresiones que ha suscitado en mí la lectura de fragmentos de "Sobrenatural"

    un abrazo

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