jueves, 31 de mayo de 2012

El Lavabo en la Misa (las manos del sacerdote)


 


Como a veces se presenta el Lavabo de las manos del sacerdote en la Misa como consecuencia de recibir él personalmente las ofrendas al pie del altar, veamos primero el rito de las ofrendas, la ubicación del lavabo y el modo de realizarlo hoy según el Misal romano.

            La oblación de los fieles está documentada entre otros por san Cipriano, san Ambrosio, san Jerónimo, san Agustín, san Cesáreo de Arlés, san Gregorio Magno y el Ordo Romanus (OR) I.





           Las Constituciones Apostólicas establecían la materia de las ofrendas: «No se ha de llevar cualquier cosa al altar, salvo en su época, las espigas nuevas, las uvas, también el aceite para la santa lámpara y el incienso para el momento de la divina oblación. Las demás cosas que se presenten sean destinadas a la casa, como presentes para el obispo o los presbíteros, pero no para el altar» (VIII, 47,3-4 SC 336,274-276). 


            Sabemos por las mismas Constituciones (VIII, 12,3) que los dones aportados por el pueblo eran llevados por los diáconos al altar. Lo mismo decía la Tradición Apostólica: offerant diaconi oblationes (c. 4). Las aportaciones de los fieles se convirtieron en Occidente en una auténtica processio oblationis. Más tarde, en Roma según atestiguan los Ordines, el traslado de los dones fue una tarea clerical sin solemnidad especial: OR I, 69ss (OR II, 91ss).

            El complicado esquema de la Misa papal en el Ordo I era así:

Ritos de ofertorio:

• Disposición del corporal y del cáliz sobre el altar.
• Recolección de la ofrenda de pan del Senatorium por parte del Papa.
• Recolección del vino ofrecido por el pueblo por parte del archidiácono.
• Recolección de las ofrendas del clero menor y del resto del pueblo por parte de un obispo.
• Recolección de las ofrendas por parte del Papa in parte feminarum

•Lavabo.

• Disposición del pan ofrecido sobre el altar
• Ofrecimiento del vino por parte del Papa y diáconos y del agua de parte de la schola
• Recolección de las ofrendas de los presbíteros hebdomadarii y diáconos por parte del Papa.
• Ofrenda del pan por parte del Papa.
• Oración.


            Se recogían las ofrendas por sectores, tanto el Papa, como un obispo y un archidiácono, y estas ofrendas eran el pan y el vino para la Eucaristía que se celebra. El lavabo está como un rito en la mitad del ofertorio, antes de recoger la ofrenda del vino. Así vemos que en la Misa papal, su uso no es higiénico ni práctico, sino simbólico y espiritual, porque luego sigue la recolección de ofrendas.


            En la Misa papal y episcopal, en el ámbito romano-carolingio, el lavabo es habitual; tardó algunos siglos más en extenderse también a la Misa presbiteral o Misa celebrada por un sacerdote.

            El lavabo en la Misa, después de preparar los dones eucarísticos sobre el altar, no es por un valor higiénico, ya que es innecesario, sino espiritual, simbólico, ayudando tanto al sacerdote como a los fieles a disponerse interiormente, con corazón puro, al Sacrificio eucarístico. Es la explicación que ofrece san Cirilo de Jerusalén en su Catequesis:


            “Habéis visto cómo el diácono alcanzaba el agua, para lavarse las manos, al sacerdote y a los presbíteros que estaban alrededor del altar. Pero en modo alguno lo hacía para limpiar la suciedad corporal. Digo que no era ése el motivo, pues al comienzo tampoco vinimos a la Iglesia porque llevásemos manchas en el cuerpo. Sin embargo, esta ablución de las manos es símbolo de que debéis estar limpios de todos los pecados y prevaricaciones. Y al ser las manos símbolo de la acción, al lavarlas, significamos la pureza de las obras y el hecho de que estén libres de toda reprensión. ¿No has oído al bienaventurado David aclarándonos este misterio y diciendo: «Mis manos lavo en la inocencia y ando en torno a tu altar, Señor» (Sal 26,6)? Por consiguiente, lavarse las manos es un signo de la inmunidad del pecado” (Catequesis Mistagógica V, 2).

            Se suele afirmar en ocasiones que el lavabo de las manos del sacerdote corresponde a que se manchaba después de recibir las ofrendas de los fieles. Sin embargo, las ofrendas no eran tocadas por el sacerdote, sino, en todo caso, por los diáconos al pie del altar. Además, no en todos los ritos y familias litúrgicas existía tal procesión de ofrendas de todo tipo, sino que en algunos ritos sólo los diáconos llevaban en procesión al altar el pan y el vino necesarios.

            Ayudado por diáconos o acólitos, el sacerdote se lavaba las manos y luego se las secaba, normalmente en el área del altar. La estilización del gesto y el alegorismo llevó a que sólo se lavase las puntas de los dedos índice y pulgar para tocar la Hostia, perdiendo visibilidad el gesto y el sentido de purificación interior de toda la persona antes de ofrecer la Oblación, centrándolo sólo en el respeto a la Hostia.

            Vayamos a la actual normativa del Misal. Lo primero que tal vez pueda sorprendernos es que el lavabo de las manos del sacerdote ni se ha suprimido ni se presenta como optativo, a gusto de quien preside. Es obligatorio, si bien se constata cómo en tantos y tantos lugares se omite el rito a voluntad: “En seguida, el sacerdote se lava las manos a un lado del altar, rito con el cual se expresa el deseo de purificación interior” (IGMR 76). “Después de la oración Acepta, Señor, nuestro espíritu humilde, o después de la incensación, el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo en secreto: Lava del todo mi delito, Señor, mientras el ministro vierte el agua” (IGRM 145). En la esquina del altar (nunca en el centro), los acólitos lavan las manos del sacerdote (no solamente las yemas de los dedos); y si no hubiere ministro, un recipiente en la credencia (la mesa auxiliar) permitirá al sacerdote lavarse las manos con humildad.

            Lavarse las manos por parte del sacerdote es algo expresivo, significativo, que pide la purificación y pureza interior para ofrecer el Sacrificio de la Eucaristía. Esas manos, ungidas el día de la ordenación, se lavan para que sean transparentes y diáfanas y puedan comunicar el Espíritu Santo. Hace consciente de la gran pureza interior para ofrecer el Sacrificio; hace consciente de la pequeñez del sacerdote y la necesidad de ser sostenido por la Gracia. Pide en silencio mientras se lava: “Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado”.

10 comentarios:

  1. Buenos días don Javier. Me sorprendió que el rito " ni se ha suprimido ni se presenta como optativo, a gusto de quien preside. Es obligatorio." Entonces hay muchos obispos pecando de omisión y muchos jóvenes fieles que podrían echar una mano y de paso ligarse al culto. ¿Cuántas jaculatorias secretas dice el presbítero en la santa Misa?. Un abrazo.

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    1. Tal cual lo ha leído: obligatorio. En ningún sitio se afirma que se puede omitir o que se realice "ad libitum".

      A su pregunta: más que "jaculatorias", se llaman técnicamente "apologías" así como oraciones rituales, unas más largas y otras más breves.

      -Antes del Evangelio, mientras se canta el Aleluya ("Purifica mi corazón y mis labios...")

      -Al besar el Evangelio ("Las palabras del Evangelio...")

      -Al echar el agua en el cáliz ("El agua unida al vino sea signo...")

      -Después de presentar los dones ("Acepta, Señor, nuestro espíritu humilde y nuestro corazón contrito...")

      -Al lavarse las manos ("Lava del todo mi delito")

      -Al hacer la conmixtio, dejando caer un trozo del Pan consagrado en el cáliz ("El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo unidos...")

      -Antes de decir "Este es el Cordero de Dios...", reza en silencio para prepararse a la comunión ("Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre...")

      -Al comulgar ("El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna", "La Sangre de Cristo me guarde...")

      -Al purificar los vasos sagrados ("Haz, Señor, que recibamos con un corazón puro...")

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    2. Gracias don Javier

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  2. El símbolo permite alcanzar esferas inalcanzables para la palabra concreta o la idea pura, pudiendo darle el hombre un sentido trascendente de manera que exprese realidades profundas de su propio ser. Algunos han considerado la manifestación del deseo de purificación como reiterativa en la celebración de la Santa Misa, y yo me pregunto: ¿anhelaremos tan profundamente alguna vez este deseo de forma que posibilitemos que Dios lo realice?

    ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Sin caer en jansenismos, ni en escrúpulos, es verdad que necesitamos pureza de ángeles ante el altar de Dios.

      Quiera Él que el deseo sea sincero, tanto que sea atendido.

      El símbolo, el gesto ritual, siempre tiene fuerza evocadora, es plástico, visual, y es bello. ¡Qué diferentes de los símbolos tan raros que algunos introducen en la liturgia y que luego han de explicar con larguísimas moniciones!

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    2. Gracias don Javier.

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  3. He llegado a esta página de casualidad y no sé si sigue funcionando. Estoy muy preocupada por ver cómo algunos sacerdotes celebran la Eucaristía introduciendo frases propias como por ejemplo decir:
    ...."haced esto en mi recuerdo..
    ...."lo tomó y se lo dio a sus amigos"
    ....supresión del lavabo
    etc. etc....
    Si pudierais aclárarme algo os lo agradecería.

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    1. Mariasol:

      El blog sigue en funcionamiento, claro que sí, desde el 2009 hasta la fecha presente.

      Esas innovaciones que comenta son, pura y simplemente, arbietrariedades y caprichos; en ningún sitio se dice que se puedan cambiar los textos litúrgicos u omitir el lavabo, etc... Solamente algunas moniciones se indican que se digan "con éstas o parecidas palabras". Lo demás es un claro abuso.

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    2. Gracias por Tanta information que nos enceña

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  4. En algunas parroquias se incorpora a la credencia un recipiente con agua, destinado a la purificación de los dedos del acólito que va a repartir la Comunión. Muchos lo ponen sobre el altar junto con un manutergio. Entiendo que debe estar en la credencia siempre.

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