domingo, 6 de mayo de 2012

Las celebraciones de la palabra (IV)

Visto todo lo anterior, tal vez la pregunta sea: ¿cómo se hacen estas celebraciones? Y es que si son celebraciones litúrgicas, están regidas por la Iglesia, no por la creatividad de unos y otros, no por la improvisación de la buena voluntad.


Los diferentes libros litúrgicos leídos en conjunto, uno a la luz de otro, nos ofrecen el desarrollo celebrativo completo, con sus posibilidades para elegir.

Entramos entonces en el terreno estrictamente litúrgico, o sea, celebrativo.


Las celebraciones de la palabra de Dios encuentran su modelo celebrativo, su esquema y desarrollo, en la forma de la liturgia de la Palabra de la Misa. En distintos documentos y libros litúrgicos hallamos su descripción de manera que se evite la falsa creatividad y la improvisación.

La primera descripción es la que ofrece la Instrucción Inter Oecumenici:


“La estructura de esta celebración será semejante a la de la liturgia de la palabra en la misa: generalmente se leerán en lengua vernácula la epístola y el evangelio de la misa del día, anteponiendo e intercalando cantos, tomados preferentemente de los salmos. Si es diácono el que preside, pronunciará la homilía, y si no lo es, leerá la homilía que le haya señalado el Obispo o el párroco. La celebración terminará con la oración común o de los fieles y el Padrenuestro” (n. 37).
 
Más pormenorizada, y con valor normativo para todos, es la descripción del Caeremoniale episcoporum que detalla elementos que habitualmente no se hallan en otros libros litúrgicos, especialmente en lo que atañen a las rúbricas. Referente a las celebraciones de la palabra, ofrece la descripción siguiente:


“224. Las celebraciones de la Palabra de Dios se asemejarán al modelo de la Liturgia de la Palabra en la Misa.

225. Una vez recibido el Obispo, según lo dicho en el n. 79, en el “secretarium” o en otro lugar a propósito, se reviste sobre el alba, la cruz pectoral, la estola y el pluvial del color conveniente y, como de costumbre, recibe la mitra y el báculo.

Lo asisten dos diáconos revestidos con las vestiduras litúrgicas propias de su orden.

Si no hay diáconos, asisten al Obispo dos presbíteros con alba o sobrepelliz sobre la sotana.

226. Después de los ritos iniciales (canto, saludo y oración) se leen una o varias lecturas de la Sagrada Escritura, a las cuales se intercalan cantos o salmos o momentos de silencio. Las lecturas se explican a los fieles reunidos y a ellos se aplican mediante la homilía.

Después de la homilía es oportuno guardar silencio para meditar la Palabra de Dios. Luego la asamblea de los fieles, con un mismo corazón y una sola voz ore, sea por medio de alguna plegaria litánica o de otra forma apta para promover la participación. Al final de la celebración se reza siempre el Padrenuestro.

El Obispo que ha presidido la celebración concluye con la oración y bendice al pueblo…

En seguida uno de los diáconos o de los ministros despide al pueblo diciendo: Podéis ir en paz, y todos responden: Demos gracias a Dios”.


En el Ritual de la Penitencia se ofrece la descripción de cómo y en qué orden se desarrollan las celebraciones de la Palabra:

“Es conveniente que después del rito inicial (canto, salutación y oración) se proclamen una o más lecturas –intercalando cantos o salmos, o momentos de silencio- y que en la homilía se expliquen y apliquen a los fieles reunidos. No hay inconveniente en que, antes o después de las lecturas de la Escritura se lea algún fragmento de los Padres o escritores que realmente ayuden a la comunidad y a los individuos al verdadero conocimiento del pecado y a la verdadera contrición del corazón, es decir, a lograr la conversión.

Después de la homilía y la meditación de la palabra de Dios, es conveniente que la asamblea de los fieles ore formando un solo corazón y una sola voz, mediante alguna plegaria titánica u otro medio apto para promover la participación de los fieles. Finalmente, se dice siempre la oración dominical para que Dios, nuestro Padre, “perdone nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden… y nos libre del mal”. El sacerdote, o el ministro que preside la reunión, concluye con la oración y la despedida del pueblo” (RP 36).

 Retengamos entonces que “en las celebraciones de la palabra de Dios se tomará como modelo la liturgia de la palabra de la misa” (Instrucción Musicam sacram, 46). Este es el criterio que evita la improvisación y salvaguarda el desarrollo realmente litúrgico de estas celebraciones de la palabra.

Para los cantos y la música, al no ser una liturgia sacramental, se tiene una mayor libertad, siempre que no sea discordante: “En cuanto a las composiciones que no corresponden a la naturaleza de la liturgia o a la celebración pastoral de la acción litúrgica, serán oportunamente trasladadas a los ejercicios piadosos, y, mejor aún, a las celebraciones de la palabra de Dios” (Instrucción Musicam sacram, 53).

El esquema ritual

Señalemos, para terminar, el esquema ritual completo de las celebraciones de la palabra de Dios tal como las ofrece y las quiere la Iglesia:

-Canto inicial
-En el nombre del Padre y del Hijo…
-Saludo del sacerdote
-Oración inicial

-Lecturas (AT, NT y Evangelio)
-(intercalando salmos o momentos de silencio)
-(lectura de algún texto patrístico que glose las lecturas)
-Homilía
-Silencio meditativo

-Preces, oración universal, o plegaria leída por uno o varios lectores

-Padrenuestro
-Oración
-Bendición
-Despedida: “Podéis ir en paz”.

            Observemos que el silencio está previsto tanto entre las lecturas como después de la homilía para facilitar la asimilación meditativa y orante. No existe el rito de la paz, pues éste, en el uso romano, se reserva siempre a la celebración eucarística.

7 comentarios:

  1. “Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy”. “Y comenzando por Moisés, y continuando por todos los profetas, les fue interpretando todos los pasajes de la Escritura referentes a él”. El Hijo de Dios diseminado en las Escrituras; detrás de cada palabra de la Biblia resuena la "Palabra" con mayúsculas, que es Cristo. La Sagrada Escritura no es un libro del pasado histórico, ni mero "pretexto" para comunicar un mensaje, ni un conjunto de enseñanzas sobre cómo hay que vivir. La Palabra es el "aire vital" del cristiano.

    ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Muy bien expresado!!

      A veces tengo la sensación, cuando se proclaman las lecturas, que los fieles -por las caras que ponen o porque se les nota distraídos- piensan que aquello es un relato de algo que pasó, o un cuento con una moraleja, pero ni sospechan que es Cristo hablando, y que el Espíritu Santo intenta tocar cada uno de los corazones presentes.

      ¡Ay, cuánto nos queda por enseñar y también por celebrar mejor!

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  2. Un comentario breve sobre el silencio. El silencio aparece como una oportunidad a la reflexión, pero a muchas personas le resulta incómodo. Temen mirarse a si mismos. La sociedad del ruido hace complicado aceptar estos breves momentos.

    Que Dios le bendiga D. Javier :)

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    1. Es oportuno su subrayado sobre el silencio. Forma parte habitual de las celebraciones litúrgicas "para alcanzar la plena resonancia de la voz del Espíritu Santo". Y esto tanto en la Misa, como en cualquier celebración de la Palabra.

      Feliz día, aunque sea lunes.

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  3. Muy buena la iniciativa de esta serie de artículos.
    Una 'duda', que no he podido resolver: en la estructura de la celebración de la Palabra fuera de la Misa, después lo de 'en el nombre del Padre, etc.' y del saludo inicial viene la 'oración inicial' (donde sería la colecta en la misa). ¿Cómo inculcar que en este tipo de celebración de la Palabra es mejor acudir a la oración colecta del día que improvisar una oración ad casum? ¿O me estoy poniendo muy intransigente yo con esta 'propuesta'?

    Un abrazo para ti Javier.

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    1. Álvaro:

      claro que estoy de acuerdo.

      La oración inicial mejor que sea la oración colecta del día. Ahora, al no señalarse otra cosa, ¿Qué hacemos con la oración que se prescribe después del Padrenuestro?

      Tal vez, sólo tal vez, podría emplearse un formulario del subsidio-directorio "La oración de los fieles", incorporar el Padrenuestro después de la última petición y rezar la oración conclusiva de dichas preces.

      O tomar un formulario de preces de Vísperas (preces, Padrenuestro, oración conclusiva... al menos en Tiempo Ordinario que es cuando no coincide con la oración colecta).

      A mí, las improvisaciones y creatividades no me gustan nada, nada, nada.

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    2. Muchas gracias por la respuesta, Javier.
      Pienso que también es muy acertado y lógico lo que señalas acerca de acudir al formulario de la Liturgia Horarum.

      Y, sí: las creatividades aburren...-

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