martes, 8 de mayo de 2012

Aceite bendecido, óleos santos

Avanzada ya la santa Pascua, en su gloriosa cincuentena, habremos tenido ocasión de vivir y participar en distintos sacramentos de la Iniciación cristiana, en los que se emplea el santo crisma. El aceite en la liturgia es muy expresivo: por su textura, impregna todo lo que toca y es absorbido por la piel; en los tejidos, son manchas casi imposibles de quitar... y en las personas, cuando el aceite ya ha desaparecido, queda su "marca" interior, el sello del Espíritu Santo.


Con el santo crisma, el Espíritu Santo nos es dado para configurarnos a Cristo, hacernos miembros vivos de su Cuerpo místico y otorgarnos los siete dones del Espíritu.

También los otros dos óleos, el de catecúmenos y el de enfermos, ejercen su función interior y son expresivos de realidades interiores, invisibles pero reales. 


Lo que no se ve y no se palpa, ¿cómo se puede comunicar en la liturgia? Lo visible es vehículo y signo de lo invisible; lo visible nos lleva a lo invisible. Por eso la liturgia sacramental de la Iglesia emplea materias visibles (aceite, agua, pan y vino) que con la fuerza del Espíritu Santo comunican gracias sobrenaturales, y alguna hasta llega a cambiar su naturaleza, como el pan y el vino, para ser verdadera y sustancialmente, el Cuerpo y la Sangre del Señor.

La liturgia es un mundo simbólico donde se conjuga lo visible y lo invisible, lo natural y lo sobrenatural, el hombre y Dios.


En concreto, el aceite expresa una unción mayor, la Unción invisible del Espíritu Santo; de ahí la dignidad y el cuidado de los óleos, la expresividad al ungir (no unas pocas e insignificantes gotas), los vasos limpios y decorosos en que se conservan.

"De este modo [en la Misa crismal] nos recuerda la Iglesia la "unción" mediante el Espíritu Santo, de la que nos ha hecho participar Jesús de Nazaret: Cristo, es decir, el Mesías.

El crisma, el óleo y la unción nos hablan de la penetración en el hombre de la potencia divina que concede el Espíritu Santo. Dicha potencia, con su abundante plenitud, ha sido dada a Cristo para toda la humanidad: para la Iglesia. Para la humanidad a través de la Iglesia.


Esta potencia está vinculada, en definitiva, a la marcha de Cristo mediante la cruz, por medio de su Sacrificio... Con la celebración de la liturgia de la mañana del Jueves Santo, la Iglesia: se prepara a recibir dicha "unción" por el Espíritu Santo; se prepara a recibir la potencia que le ha sido donada en la "marcha" de Cristo: en el misterio de la Pascua salvífica" (Juan Pablo II, Hom. en la Misa crismal, 4-abril-1985).

8 comentarios:

  1. Unción debe venir de untar y muy sabiamente se ha escogido el símbolo del aceite que, cuando cae en un sitio, todo lo unta, todo lo pringa y es difícil de quitar, como dice don Javier, entrando en todos los resquicios.
    Es un precioso símbolo del Espíritu Santo.

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    1. Para mí, de los más preciosos, amigo aprendiz2. Por eso lo elegí como tema de la tesina y -si la hago- de la tesis doctoral.

      Me parece hermosísimo el aceite, el perfume, la Unción y el Espíritu, temas hondos de la teología.

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  2. Me ha encantado la entrada de hoy, me quedo sin palabras, eso sentí en mi confirmación, y eso que hace ya años, una sensación de unión indefinible, pero verdadera y palpable.
    Un abrazo.

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  3. Según santo Tomás somos el horizonte ontológico entre lo visible y lo invisible, donde parecen tocarse lo material y lo espiritual, el tiempo y la eternidad pero, como nuestra mente funciona en el ámbito de las estructuras y de las formas, para recibir la gracia divina precisamos del sacramento en su forma y materia (el aceite es materia), signo que realiza lo que significa, y no mero símbolo. Algunos católicos identifican signo y símbolo pero hay una gran diferencia entre ambos términos ya que “signo” es algo qué “está ocurriendo” mientras que "símbolo” es algo que representa de modo convencional otra cosa, como por ejemplo la bandera que es símbolo de un país pero no es el país. En el sacramento, sin embargo, el óleo nos consagra, nos da salud, nos purifica, nos da fortaleza.

    ¡Qué Dios les bendiga!

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    1. Gracias Julia Mª por su precisión. Ya me maliciaba yo que había algo no del todo exacto. (:-)

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    2. Discúlpeme por favor, no me refería a su comentario, comentaba con carácter general lo que observo en conversaciones con amigos y conocidos católicos así como en fieles de la parroquia. Hoy tenía un poco de prisa porque estoy líada con la boda de mi hija María José que se casa el sábado y mi comentario puede no entenderse en el contexto. Yo también creo que el aceite es símbolo y así, además de otros efectos prácticos como volver el cuerpo escurridizo y flexible en los luchadores, ha sido utilizado desde tiempos antiguos. Algunos de esos materiales fueron tomados por el pueblo hebreo y por los cristianos, los cristianizaron (¡Para que luego digan que en otras épocas no hacía la Iglesia "inculturación"!). En ese sentido había entendido su comentario. La próxima vez tendré más cuidado. Feliz noche.

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    3. Julia Mª no hay nada que disculpar pues estoy totalmente de acuerdo con su comentario y mi respuesta era en tono de humor. Sus comentarios nos enriquecen a todos.
      Enhorabuena por la boda de su hija. Un abrazo (y cuando se acuerde, pida para mí esta Santa Unción de que venimos hablando)

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  4. Buenos días don Javier. La riqueza de ese mundo simbólico de la liturgia es precisamente lo que aprendo a contemplar y me edifica más cada vez que leo su formativo blog. Saber ver y exprimir cada oración ha mejorado mi preparación para comulgar participando cada vez más de la santa Misa y sacramentos de nuestra Iglesia.Un abrazo.

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