lunes, 19 de octubre de 2009

Lo "justito", medida pobre


Somos conscientes que nuestra vocación es la santidad, definida por Juan Pablo II en la Novo Millennio ineunte como la “alta medida de la vida cristiana ordinaria”; igualmente somos sabedores que en estos tiempos que corren son necesarios cristianos cabales, católicos íntegros, de una pieza, porque, de lo contrario, acaban confundidos y disueltos en el mundo y se vuelven insípidos, sin gracia y sin sal, siendo al final más mundanos que católicos. Pues, a pesar de eso... ¡todavía hay quien pregunta que es lo mínimo para ser buen cristiano, es decir, sólo quieren “lo justito”!

Son católicos, puede que buenas personas y alegres y simpáticos, que quieren amar al Señor, pero lo justito, poco más; incluso pueden vislumbrar que la vida de oración es necesaria, pero rezar “lo justito” para no pasarse...; pretenden hacer “algo” de apostolado y dar testimonio, pero “lo justito”, sin que complique mucho la vida ni nadie se vaya a meter con uno por eso. ¿Esta actitud no será regatear con el Señor? Porque esas medidas tan ajustadas y milimetradas revelan que falta generosidad con Jesucristo, que el corazón no llega a creer que la santidad es vocación personal.

Recuerdo aún una catequesis de adultos. Después de explicar la vocación universal a la santidad, la perfección en la caridad y la amistad con Cristo y concretarlo en algunas pautas o normas de vida que nos orienten y ayuden en lo cotidiano... me “desmotan” la catequesis preguntando sólo por “lo justito” que había que hacer para ser cristiano y nada más, que lo de santo le pillaba muy lejos. ¿Alguien preguntaría a su cónyuge, apenas casados, que es lo justito para quererlo? El amor jamás se plantea lo límites mínimos, aspira a lo mejor, a lo más excelente.

Esa pregunta por “lo justito” revela hasta qué punto nuestro catolicismo actual es flaco y débil, incapaz de acometer las grandes empresas que requiere la evangelización, la misión, la construcción del humanismo cristiano y la respuesta eficaz ante el laicismo agresivo. Los grandes retos no se pueden afrontar desde el minimalismo en el orden espiritual, por eso, tal vez, la Iglesia hoy se encuentre tan adormecida, tan mortecina, tan debilitada. Hoy habrá que repetir con santa Teresa que “en estos tiempos recios que corren, son menester amigos fuertes de Dios” (V 15,5).

3 comentarios:

  1. DON JAVIER, LLEVA USTED TODA LA RAZÓN PERO YO CON MI POBRE ENTENDER NO CREO QUE ESTE "IR A LO JUSTITO" SEA POR FALTA DE AMOR A JESÚS MAS BIEN CREO QUE NOS ASUSTA UN POCO DARLO TODO POR EL SEÑOR . CREEMOS QUE SI NOS ENTREGAMOS MÁS Y MÁS LLEGARA UN MOMENTO EN EL QUE NO SABREMOS DONDE ESTÁ EL LÍMITE Y A QUÉ ESTAREMOS COMPROMETIDOS.
    DE TODAS FORMAS HABRÁ QUE INTENTARLO Y QUE "LO JUSTITO" EN LO QUE SE REFIERE A DIOS QUEDE ATRÁS Y SEAMOS VALIENTES PARA ENTREGARNOS ENTERAMENTE A ÉL.
    GRACIAS Y UN ABRAZO

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  2. Que falta nos hace este toque de atención , realmente somos muy tacaños con el Señor , si algún día puede y lo considera oportuno , le agradecería que nos fuera dando esas pautas o normas de vida que nos ayuden en lo cotidiano que daba en la catequesis de adultos que nos dice .
    Maria M.

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  3. Anónimo:

    Es verdad que Cristo pide mucho, ¡¡lo pide todo!!, a cada paso que damos, más nos va exigiendo. Pero ahí radica la gran libertad de corazón y la felicidad auténtica digna de tal nombre. No olvidemos la afirmación de Benedicto XVI: "Cristo no nos quita nada, Cristo nos lo da todo" (24-abril-2005).

    María M.:

    Más adelante, sin prisas, podríamos colgar el plan de vida. Pero antes hacen falta otros cimientos: reconocimiento del mundo en que estamos, amor a Jesucristo, claridad de ideas, entrega a la Iglesia tal cual es y no como la desfigura la secularización... y entonces uno asume compromisos firmes.

    Pax!

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