Partamos de un texto y luego saquemos conclusiones:
"[Los santos nos invitan a] avanzar cada vez más por el camino de la perfección evangélica, sostenidos por la constante unión con el Señor, realmente presente en el sacramento de la Eucaristía. De ese modo, podremos vivir la vocación a la que todo cristiano está llamado, es decir, la de ser "pan partido para la vida del mundo", como nos recuerda oportunamente la Jornada mundial de las misiones, que celebramos hoy. El nexo entre la misión de la Iglesia y la Eucaristía es muy significativo.
En efecto, la acción misionera y evangelizadora es la difusión apostólica del amor, que se concentra en el santísimo Sacramento. Quien acoge a Cristo en la realidad de su Cuerpo y Sangre no puede quedarse con este don para sí mismo; se siente impulsado a compartirlo mediante el testimonio valiente del Evangelio, el servicio a los hermanos que atraviesan dificultades y el perdón de las ofensas. Además, para algunos la Eucaristía es germen de una llamada específica a abandonarlo todo para ir a anunciar a Cristo a los que aún no lo conocen" (Benedicto XVI, Ángelus, 23-octubre-2005).
-La Eucaristía no es un refugio del sentimiento, ni se limita al tiempo de la celebración; imprime su huella en todo lo que la Iglesia es, marca el carácter y la vida de todos los católicos en todos los aspectos de su vida. La Eucaristía transforma la existencia.
-Al no ser un refugio, la Eucaristía es un Sacramento "difusivo de sí mismo", impulsa más allá a algo más, a la entrega y transmisión de ese amor de manera que todos participen en la salvación de Cristo.
-La Eucaristía conlleva un mandato: "Podéis ir en paz", el aspecto de la misión. Cada miembro es enviado como discípulo y apóstol en los caminos del mundo, solidario de la misión de Cristo, a anunciar el Evangelio allá donde su vida transcurre. La misión no es para unos especialistas, sino vocación bautismal -ser profeta por el bautismo-.
-La evangelización o es eucarística o no será evangelización. La misión, las misiones, son el trabajo de implantación de la Iglesia y anuncio del Evangelio, no de obras filantrópicas pensando que lo único importante es lo material y la distribución de pan, relegando el anuncio de Jesucristo al silencio, como si Jesucristo fuere algo accesorio y no fundamental, e incluso valorando todas las religiones como iguales, válidas y verdaderas, tal como pretende la secularización y el sincretismo. La Eucaristía corrige la dirección que el secularismo ha intentado dar a la evangelización y a las misiones.
-Hablar de evangelización y de misión es hablar de Eucaristía entregada que impulsa a que todos conozcan a Cristo, lo amen y le sigan.
"[Los santos nos invitan a] avanzar cada vez más por el camino de la perfección evangélica, sostenidos por la constante unión con el Señor, realmente presente en el sacramento de la Eucaristía. De ese modo, podremos vivir la vocación a la que todo cristiano está llamado, es decir, la de ser "pan partido para la vida del mundo", como nos recuerda oportunamente la Jornada mundial de las misiones, que celebramos hoy. El nexo entre la misión de la Iglesia y la Eucaristía es muy significativo.
En efecto, la acción misionera y evangelizadora es la difusión apostólica del amor, que se concentra en el santísimo Sacramento. Quien acoge a Cristo en la realidad de su Cuerpo y Sangre no puede quedarse con este don para sí mismo; se siente impulsado a compartirlo mediante el testimonio valiente del Evangelio, el servicio a los hermanos que atraviesan dificultades y el perdón de las ofensas. Además, para algunos la Eucaristía es germen de una llamada específica a abandonarlo todo para ir a anunciar a Cristo a los que aún no lo conocen" (Benedicto XVI, Ángelus, 23-octubre-2005).
-La Eucaristía no es un refugio del sentimiento, ni se limita al tiempo de la celebración; imprime su huella en todo lo que la Iglesia es, marca el carácter y la vida de todos los católicos en todos los aspectos de su vida. La Eucaristía transforma la existencia.
-Al no ser un refugio, la Eucaristía es un Sacramento "difusivo de sí mismo", impulsa más allá a algo más, a la entrega y transmisión de ese amor de manera que todos participen en la salvación de Cristo.
-La Eucaristía conlleva un mandato: "Podéis ir en paz", el aspecto de la misión. Cada miembro es enviado como discípulo y apóstol en los caminos del mundo, solidario de la misión de Cristo, a anunciar el Evangelio allá donde su vida transcurre. La misión no es para unos especialistas, sino vocación bautismal -ser profeta por el bautismo-.
-La evangelización o es eucarística o no será evangelización. La misión, las misiones, son el trabajo de implantación de la Iglesia y anuncio del Evangelio, no de obras filantrópicas pensando que lo único importante es lo material y la distribución de pan, relegando el anuncio de Jesucristo al silencio, como si Jesucristo fuere algo accesorio y no fundamental, e incluso valorando todas las religiones como iguales, válidas y verdaderas, tal como pretende la secularización y el sincretismo. La Eucaristía corrige la dirección que el secularismo ha intentado dar a la evangelización y a las misiones.
-Hablar de evangelización y de misión es hablar de Eucaristía entregada que impulsa a que todos conozcan a Cristo, lo amen y le sigan.
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