domingo, 18 de octubre de 2009

Cristo lo ilumina todo


Nosotros, en cambio, que ignoramos por entero
la corta ganancia, la usura y los discursos,
ni somos fuertes en el arte de la guerra,
a ti, Cristo, tan sólo conocemos.

Entre lágrimas e himnos aprendemos
a suplicarte a ti, dobladas las rodillas;
con nuestra alma así, sencilla y pura,
a ti, con nuestra voz; a ti, con cántico piadoso.

Con estos intereses granjeamos
nuestras ganancias; éste es tan sólo
el arte de nuestra vida, estos oficios
comenzamos al par que el sol naciente resplandece.

Penetra nuestros sentimientos todos,
contempla toda nuestra vida;
hay muchas sórdidas falacias
que ha de purificar tu luz serena.

Ordena que sigamos siendo tales
cuales, quitadas nuestras manchas,
mandaste otrora que brilláramos
en el torrente del Jordán bañados.

Cuanto después en negras nubes
oscureció la noche de este mundo,
Tú, Rey del astro matutino,
alúmbralo con tu sereno rostro.

Prudencio, Himno de la mañana, vv. 45-68.

No hay comentarios:

Publicar un comentario