sábado, 17 de julio de 2010

"¡A ver si nos callamos!"

Ya sé que no soy uno de esos magníficos pastoralistas, tan en boga hoy, de teatros, excursiones, meriendas, campamentos... Ya sé que no soy uno de esos pastoralistas que presumen de serlo, que a todas horas tienen en la boca la palabra "pastoral" para justificar hasta lo injustificable, es decir, las maneras secularizadas de atraer y entretener a la gente para centrarlas en su propio "yo" y no para vincularlas al "Yo de Cristo" (o sea, crear su grupo de amigos, de fans, de seguidores y admiradores). Sí, no soy pastoralista al uso de lo que hoy se dice y se lleva. Me han puesto esa etiqueta y ya no se quita.

Yo soy más raro; tan raro que se me ocurre leer, profundizar, acudir constantemente a la patrística antes de predicar un retiro u organizar un curso de formación o una catequesis de adultos. Pero para algunos eso no es pastoral.

Pues como soy raro, preparando un cursillo de liturgia que tengo que impartir en septiembre, me he encontrado con una cita de Orígenes en sus homilías sobre el Génesis. Veo que nada nuevo bajo el sol. Recordarán que más de una vez he hablado del silencio en general, pero también del silencio en las iglesias. Por lo que parece, los que no somos pastoralistas y queremos silencio en las iglesias para orar y escuchar, un cierto respeto, siempre hemos tenido que recordarlo y decirlo una y otra vez, aunque los fieles charlatanes se molesten por la amonestación.

¿Qué decía Orígenes en la refinada y culta Iglesia de Alejandría (en Egipto)?

"Luego, ¿qué debo hacer? ¿Dónde y cuándo encontraré el tiempo que os conviene a vosotros? La mayor parte del mismo, más aún, casi todo, lo empleáis en ocupaciones mundanas; una parte lo consumís en el foro, la otra en los negocios; uno [tiene tiempo] para el campo; otro, para los procesos; y ninguno o muy pocos tienen tiempo para escuchar la palabra de Dios.

Pero ¿por qué os culpo de vuestras ocupaciones? ¿Por qué me lamento de los ausentes? Tampoco vosotros, los presentes, que estáis ya en la iglesia, prestáis la debida atención, sino que soléis dedicaros a charlar de cosas banales, volviendo la espalda a la palabra de Dios y a las lecturas divinas" (Hom. Gen., X,1).
O sea, desde siempre ha habido el mismo problema: muchos van a la iglesia y no escuchan, se dedican a parlotear entre ellos. Pero hay que mandar silencio, educarlos en callar, orar y escuchar. Y si eso no es pastoral, ¡que venga Dios y lo vea! Porque lo fácil -"lo pastoral" que diría alguno- sería callarse para que nadie se moleste, porque, por lo menos, están en la iglesia.... ¡y así va todo!

3 comentarios:

  1. Que cierto es que solemos quejarnos de lo mal que estamos hoy en día, olvidando que los problemas de la Iglesia son los mismos desde los primeros tiempos.

    Las herejías se repiten, San Agustín se quejaba de el poco interés de los jóvenes cristianos por la misa y Orígenes de la tendencia a traer el mundo a los templos... que tan bien denominado pastoralismo.

    Pasa como con el célebre refrán musulmán: "Si Mahoma no va a la montaña... la montaña viene a Mahoma". Si la Iglesia no es capaz de penetrar en el mundo, el mundo penetra en la Iglesia.

    Apúnteme al club de seres extraños que disfrutan buceando en la patrística. Es maravilloso la cantidad de aire fresco que nos llega de los primero siglos... siempre que nos tomemos el trabajo de calzarnos el traje de buceo.

    Dios le bendiga :)

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  2. Pedro Arroyo Gómez18 julio, 2010 02:23

    Yo también me sumo a los que piensan como D.Javier.
    ¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto es el camino que lleva a la vida!
    Por eso hay tantos que no aciertan a entrar

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  3. Estoy totalmente de acuerdo con usted.
    Yo me pongo de los mismos nervios de los parloteos dentro de las iglesias, y alguna vez he llamado la atención porque el "personal" se cree que está en el parque.

    Que el Señor le bendiga.

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