Hemos de conocer el mundo en que vivimos, sus luces, sus carencias y oscuridades, sus retos y desafíos. En la exhortación apostólica "Ecclesia in Europa", Juan Pablo II ofrecía su análisis certero.
"Quisiera recordar la pérdida de la memoria y de la herencia cristianas, unida a una especie de agnosticismo práctico y de indiferencia religiosa, por lo cual muchos europeos dan la impresión de vivir sin base espiritual y como herederos que han despilfarrado el patrimonio recibido a lo largo de la historia. Por eso no han de sorprender demasiado los intentos de dar a Europa una identidad que excluye su herencia religiosa y, en particular, su arraigada alma cristiana, fundando los derechos de los pueblos que la conforman sin injertarlos en el tronco vivificado por la savia del cristianismo.
"Quisiera recordar la pérdida de la memoria y de la herencia cristianas, unida a una especie de agnosticismo práctico y de indiferencia religiosa, por lo cual muchos europeos dan la impresión de vivir sin base espiritual y como herederos que han despilfarrado el patrimonio recibido a lo largo de la historia. Por eso no han de sorprender demasiado los intentos de dar a Europa una identidad que excluye su herencia religiosa y, en particular, su arraigada alma cristiana, fundando los derechos de los pueblos que la conforman sin injertarlos en el tronco vivificado por la savia del cristianismo.
En el Continente europeo no faltan ciertamente símbolos prestigiosos de la presencia cristiana, pero éstos, con el lento y progresivo avance del laicismo, corren el riesgo de convertirse en mero vestigio del pasado. Muchos ya no logran integrar el mensaje evangélico en la experiencia cotidiana; aumenta la dificultad de vivir la propia fe en Jesús en un contexto social y cultural en que el proyecto de vida cristiano se ve continuamente desdeñado y amenazado; en muchos ambientes públicos es más fácil declararse agnóstico que creyente; se tiene la impresión de que lo obvio es no creer, mientras que creer requiere una legitimación social que no es indiscutible ni puede darse por descontada.
8. Esta pérdida de la memoria cristiana va unida a un cierto miedo en afrontar el futuro. La imagen del porvenir que se propone resulta a menudo vaga e incierta. Del futuro se tiene más temor que deseo. Lo demuestran, entre otros signos preocupantes, el vacío interior que atenaza a muchas personas y la pérdida del sentido de la vida. Como manifestaciones y frutos de esta angustia existencial pueden mencionarse, en particular, el dramático descenso de la natalidad, la disminución de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, la resistencia, cuando no el rechazo, a tomar decisiones definitivas de vida incluso en el matrimonio.
Se está dando una difusa fragmentación de la existencia; prevalece una sensación de soledad; se multiplican las divisiones y las contraposiciones. Entre otros síntomas de este estado de cosas, la situación europea actual experimenta el grave fenómeno de las crisis familiares y el deterioro del concepto mismo de familia, la persistencia y los rebrotes de conflictos étnicos, el resurgir de algunas actitudes racistas, las mismas tensiones interreligiosas, el egocentrismo que encierra en sí mismos a las personas y los grupos, el crecimiento de una indiferencia ética general y una búsqueda obsesiva de los propios intereses y privilegios. Para muchos, la globalización que se está produciendo, en vez de llevar a una mayor unidad del género humano, amenaza con seguir una lógica que margina a los más débiles y aumenta el número de los pobres de la tierra.
Junto con la difusión del individualismo, se nota un decaimiento creciente de la solidaridad interpersonal: mientras las instituciones asistenciales realizan un trabajo benemérito, se observa una falta del sentido de solidaridad, de manera que muchas personas, aunque no carezcan de las cosas materiales necesarias, se sienten más solas, abandonadas a su suerte, sin lazos de apoyo afectivo" (nn. 7-8).
Seamos realistas al mirar nuestro mundo, conozcámoslo para ofrecer el mayor tesoro que Jesucristo.
En palabras de D. Javier Martinez (en la última entrada de mi blog):
ResponderEliminar"No se puede distinguir el desierto salvo que uno esté en algún otro lugar. No se puede criticar racionalmente una posición o percibir sus límites salvo que uno haya visto algo distinto."
Pues bien, la Tradición cultural y política es, precisamente, la atalaya desde la que se divisan con claridad los perfiles que denunciaba JPII en esta acertadísima descripción. Porque la Tradición, D. Javier, nada tiene que ver con el tradicionalismo que usted describía en los comentarios a mi post (tradicionalismo que personalmente no he visto "encarnado" en ninguna parte).
¡Hola Don Javier!.
ResponderEliminarAunque no venga a cuento del post.
He leído en un blog un comentario suyo sobre que no sabe cómo nos sirve su blog, ya que apenas tiene comentarios.
Por mi parte decirle, que no escribo porque me siento con muy poca cultura religiosa para opinar a la altura de los post, que me parecen muy interesantes y muy bien seleccionados, además de los trozos de lecturas que introduce. Aún así, me resultan fáciles de entender, por las explicaciones que da y los añadidos.
Sus entradas me ayudan a entender la propia misa y sus ritos (comprendiendo me gusta más y puedo tener más devoción), los sacramentos, pone nombre a cosas que no entendía y no sabía poner nombre (como por ejemplo la secularización) o aprendo que existe un día en dónde se bendicen los Santos Óleos.
No sé explicarle todo lo que voy aprendiendo que es bastante, porque grande es mi ignorancia.
Decirle una pequeña frase como: "que entrada tan interesante", quizás le fatigue más que le ayude.
Por falta de salud, no podría acudir a una catequesis presencial, pero sí puedo tenerla en internet.
¡Muchas gracias y mucho ánimo con el blog que es de excelente calidad!.
Paloma.
Seneka:
ResponderEliminarNo puedo entrar en discusión-dialéctica; me es imposible. Sólo reseñar que distingo muy bien entre Tradición y tradicionalismo. Los ejemplos pueden provocar controversia y no estoy de ánimo para eso. Tampoco me gusta poner nombres concretos, pero haberlos hay en su forma de hacer teología (o de escribir ciertos blogs que presumen de "católicos" y todo le parece modernismo).
Le remito al post de enero sobre "la nieve".
Perdone si le decepciono pero no doy en estos días para más.
Paloma:
ResponderEliminarMil gracias. Repito: mil gracias.
Quienes por pura vocación sacerdotal y por ejercer el ministerio enseñando más allá de un salón parroquial también, a veces esto de un blog lo llevamos muy mal.
Sus palabras ciertamente me animan.
También en estos días algunos obispos me han hecho llegar sus palabras de ánimo porque leen y hasta cierto punto "siguen" el blog. Pensaré entonces que el blog tiene utilidad como medio de formación y reflexión cristianas, así como de iniciación a la liturgia y al seguimiento de Cristo.
Lo que pasa que a veces es "desesperante" ver la continua ausencia de comentarios. Como para preguntar: "¡Oiga!, ¿hay alguien hay?"
¡Ya lo ve, D. Javier! Vox clamantis in deserto ... non est in deserto.
ResponderEliminarSobre lo que comenta respecto al tradicionalismo: ya se que distingue entre tyradición y tradicionalismo. Y se que hay blogs en los que asoman opiniones e ideas que son puro inmovilismo, por más que sus autores se declaren defensores de la Tradición. Ya trataré de ello en un próximo artículo.
Lo que ya me descoloca un poco más es que a día de hoy haya quien hace teología desde ese inmovilismo. Ya me gustaría que glosara esto brevemente.
Esto último es más fácil.
ResponderEliminarLos que buscan única y exclusivamente "doctrina segura" no escriben teología, elaboran manuales acumulando citas del Magisterio, y sospechando de cualquier teólogo. Por ejemplos, los que luego fueron cardenales (Balthasar, Congar, De Lubac) son para ellos siempre sospechosos por un lenguaje nuevo, por enfoques nuevos, por planteamientos novedosos.
Estos teólogos consideran la teología como la mera repetición de verdades asentadas, no de un pensamiento global fiel a Cristo, a la Tradición y al hombre de hoy. Y la teología, por su propia naturaleza, ha de ser creativa (creadora...).
Recuerde al venerable Jorge en "El nombre de la Rosa" (sin que eso me sitúe en alabar a Ockham y el nominalismo).
Bueno, algunos apuntes que se me ocurren:
ResponderEliminar.- no creo que la teología deba ser nunca creativa. Ni siquiera innovadora. Creo que a los grandes teólogos de todos los tiempos el Espíritu les ilumina en el camino que la Iglesia necesita en cada momento. Otra cosa es que esa teología sirva para reformar (o renovar en su fidelidad) a la Iglesia, en cada momento histórico. Pero eso no es innovación, sino el aire siempre antiguo y siempre nuevo del Evangelio.
.- lo que les pasó a Balthasar, Congar o De Lubac (o al propio Ratzinger) es más que comprensible, y en ningún modo indeseable. La Iglesia debe ser cauta y el avance con paso firme es normalmente sinonimo de revisar acada paso antes y después de darlo. Lógicamente, ese proceso implica en ocasiones incomprensiones,injusticias y hasta persecución, pero así ha sido desde el concilio de Jerusalem, que yo sepa. Seguro que muchos de los opositores iniciales de estos teólogos fueron después ardientes defensores de los mismos.
.- esos teólogos (llamemoslos "inmovilistas") que menciona ... efectivamente, pueden no ser teólogos sensu stricto porque no contribuyen a "desarrollar" la teología. ¿Les invalida eso para prestar a la Iglesia un buen servicio como docentes o como "guardianes" de la Fe?.
En fin, que lo que caracteriza a un buen teólogo creo que no es la búsqueda de planteamientos novedosos (eso puede estar bien para un artista, pero no para un teólogo) sino su sensus fidei y su amor a la Iglesia (que estanto como decir amor a la verdad).
Seneka:
ResponderEliminarHe dicho pensamiento creador (lenguaje, perspectivas, planteamientos...) no un afán de innovar por innovar inventando. Eso sería teología-ficción o ideología. Repito: pensamiento creador.
Y perdone que no me extienda más. Un abrazo
Don Javier, yo también "me alimento" de su blog, junto con algún otro, pues no participo activamente en la parroquia o en alguno de los diferentes movimientos.
ResponderEliminarPara mí son importantes blog como el suyo, pues ayudan a cubrir ese déficit.
Somos nosotros los que tenemos que darle las gracias a Vd, que se toma este trabajo extra.
¡Muchas gracias!
Comparto también con Paloma lo que dice sobre los comentarios: a veces pueden entorpecer más que otra cosa, a veces no tenemos el nivel suficiente.
A propósito del post de hoy, qué cierto es que los europeos somos "como herederos que han despilfarrado el patrimonio recibido a lo largo de la historia".
Nunca nos hemos parado a pensar en la cantidad de sangre que han tenido que derramar tantos mártires a lo largo de los siglos, para que llegue hasta nosotros esa fe que tan frívolamente desdeñamos. Y la primera, por supuesto, la de Cristo.
Me recuerdan las palabras del hijo pródigo que dilapidó su herencia. Ninguno de los dos hijos supo valorar lo que tenía: ¡que eran hijos y herederos de un Padre magnífico! como tampoco lo valoramos nosotros.
Aprendiz:
ResponderEliminarGracias a Vd. por sus palabras.
Añado que esto Vd. denomina "tomarme un trabajo extra", no lo vivo como tal, sino como una parcela más de mi propio ministerio, nunca un añadido.
Por lo demás, de acuerdo con su valoración. ¡Europa no sabe valorar -como los dos hijos de la parábola- la casa del Padre en la que ha nacido y crecido y ahora busca independizarse para comer las algarrobas de las Alianzas de Civilizaciones y del relativismo que asesina (aborto, eutanasia, componendas con el terroristmo...)!