La figura de Santa Marta es, como pocas, un espejo en el que todos, más o menos, nos vemos reflejados. ¡Admirable mujer, amiga del Señor! Movida por esta amistad y por el deber sagrado de la hospitalidad, ¡no para! No para de correr, de hacer cosas, de que todo esté a punto, perfecto, para alguien tan importante y querido como es el Señor.
Nosotros, como ella, tenemos siempre trabajo por delante, y si el carácter es muy activo, nervioso, con más razón, porque estar quietos nos parece incluso una infidelidad. Lo nuestro, como Marta, es trabajar: en el mundo nos santificamos mediante el trabajo, siempre hecho por amor de Dios, con visión sobrenatural, con la mayor perfección posible y la mayor capacitación que logremos. En el mundo, en el ámbito de lo social, del trabajo, la profesión y la familia, servimos a Cristo mediante el trabajo. No hay otro lugar para la santidad secular más que el mundo... como santa Marta. Y mucho cuidado habremos de tener con buscar santidades extraordinarias, cosas excepcionales -en trabajos, en apostolados...- que nos apartan del esfuerzo y del rigor del trabajo cotidiano. Algunos viven para lo extraordinario, pero son incapaces de ser constantes, diligentes, laboriosos, ordenados, perseverantes en las tareas de cada día (nada brillantes, rutinarias, aburridas tal vez).
Sólo una cosa: no perdamos la paz en el trabajo, en la actividad, en la profesión. Andar inquietos y nerviosos no es bueno para la salud psicológica ni la salud espiritual. Hemos de trabajar y mucho, pero siempre con paz.
Por eso es sumamente recomendable, casi obligatorio, para todos, combinar las horas de actividad y trabajo, con los pequeños ratos cotidianos con el Señor; unas normas de vida, un plan de vida (que incluya oración, Misa diaria, lectura del Evangelio...) que oxigenan el alma, que permiten recobrar fuerzas, interpretar lo que vivimos y somos según la luz de Cristo, ofrecer el trabajo. La oración no es tiempo perdido, sino inversión en fecundidad.
Era el consejo de Santa Teresa de Jesús: "Marta y María han de andar juntas" (7M 4,12). Ajustemos nuestra vida... y esta brevísima y apresurada catequesis sobre santa Marta nos ayude (cual catequesis de adultos) a ir cambiando y mejorando cristianamente.
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