Hijos y hermanos sacerdotes:
¿cómo se afirma y se alimenta en nosotros esta conciencia?
¿Cómo arde en nosotros la llama de la contemplación?
¿Cómo nos dejamos atraer de este íntimo punto focal de nuestra personalidad haciendo una pausa en las ocupaciones exteriores para dedicarla a una conversación interior?
¿Conservamos el gusto de la oración personal, de la meditación, del breviario?
¿Cómo es posible esperar que nuestra actividad alcance su máximo rendimiento si no sabemos beber en la fuente interior del coloquio con Dios las energías mejores que sólo Él puede dar?
Y ¿dónde vamos a encontrar la razón fundamental y la fuerza suficiente para el celibato eclesiástico sino en la exigencia y en la plenitud de la caridad difundida en nuestros corazones consagrados al único amor y al total servicio de Dios y a sus designios de salvación?"
(PABLO VI, Mensaje a los sacerdotes, 30-junio-1968).
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