jueves, 7 de abril de 2011

El sacerdote, amigo de Jesucristo por la oración


Ya no os llamo siervos, sino amigos. Este es el significado profundo del ser sacerdote: llegar a ser amigo de Jesucristo. Por esta amistad debemos comprometernos cada día de nuevo. Amistad significa comunión de pensamiento y de voluntad. En esta comunión de pensamiento con Jesús debemos ejercitarnos, como nos dice san Pablo en la carta a los Filipenses (cf. Flp 2, 2-5). Y esta comunión de pensamiento no es algo meramente intelectual, sino también una comunión de sentimientos y de voluntad, y por tanto también del obrar. Eso significa que debemos conocer a Jesús de un modo cada vez más personal, escuchándolo, viviendo con él, estando con él. Debemos escucharlo en la lectio divina, es decir, leyendo la sagrada Escritura de un modo no académico, sino espiritual. Así aprendemos a encontrarnos con el Jesús presente que nos habla. Debemos razonar y reflexionar, delante de él y con él, en sus palabras y en su manera de actuar. La lectura de la sagrada Escritura es oración, debe ser oración, debe brotar de la oración y llevar a la oración.

Los evangelistas nos dicen que el Señor en muchas ocasiones -durante noches enteras- se retiraba "al monte" para orar a solas. También nosotros necesitamos retirarnos a ese "monte", el monte interior que debemos escalar, el monte de la oración. Sólo así se desarrolla la amistad. Sólo así podemos desempeñar nuestro servicio sacerdotal; sólo así podemos llevar a Cristo y su Evangelio a los hombres.



El simple activismo puede ser incluso heroico. Pero la actividad exterior, en resumidas cuentas, queda sin fruto y pierde eficacia si no brota de una profunda e íntima comunión con Cristo. El tiempo que dedicamos a esto es realmente un tiempo de actividad pastoral, de actividad auténticamente pastoral. El sacerdote debe ser sobre todo un hombre de oración. El mundo, con su activismo frenético, a menudo pierde la orientación. Su actividad y sus capacidades resultan destructivas si fallan las fuerzas de la oración, de las que brotan las aguas de la vida capaces de fecundar la tierra árida.

Ya no os llamo siervos, sino amigos. El núcleo del sacerdocio es ser amigos de Jesucristo. Sólo así podemos hablar verdaderamente in persona Christi, aunque nuestra lejanía interior de Cristo no puede poner en peligro la validez del Sacramento. Ser amigo de Jesús, ser sacerdote significa, por tanto, ser hombre de oración. Así lo reconocemos y salimos de la ignorancia de los simples siervos. Así aprendemos a vivir, a sufrir y a obrar con él y por él.

La amistad con Jesús siempre es, por antonomasia, amistad con los suyos. Sólo podemos ser amigos de Jesús en la comunión con el Cristo entero, con la cabeza y el cuerpo; en la frondosa vid de la Iglesia, animada por su Señor. Sólo en ella la sagrada Escritura es, gracias al Señor, palabra viva y actual. Sin la Iglesia, el sujeto vivo que abarca todas las épocas, la Biblia se fragmenta en escritos a menudo heterogéneos y así se transforma en un libro del pasado. En el presente sólo es elocuente donde está la "Presencia", donde Cristo sigue siendo contemporáneo nuestro: en el cuerpo de su Iglesia.

Ser sacerdote significa convertirse en amigo de Jesucristo, y esto cada vez más con toda nuestra existencia”.

(Benedicto XVI, Homilía en la Misa crismal, 13-abril-2006).

8 comentarios:

  1. Dejé el texto tal cual del Papa y no añadí palabra alguna.

    Pero tal vez sea necesario.

    1) La catequesis hoy va directamente para nosotros, presbíteros, en un recuerdo claro de lo que somos y de la intimidad con el Señor que hemos de alcanzar.

    2) El pueblo cristiano debe conocer qué se espera de un sacerdote, sin confundir con nuestros caprichos y exigencias tontas (que la iglesia esté abierta cuando yo vaya a la hora que a mí me convenga y si no, ¡ay del sacerdote!... o tantas otras "cositas"). Debemos esperar, sobre todo, que sea orante, un hombre de Dios.

    3) Rezar todos por nuestros sacerdotes para que vivan así, y especialmente pedir por los sacerdotes que no vemos nunca rezar. No para juzgarlo, sino porque es un síntoma grave: si no lo vemos nunca rezar la Liturgia de las Horas, si se expone el Santísimo y no se para un rato amplio de adoración, si nunca lo vemos ante el Sagrario... no debemos juzgarlo, sino preocuparnos, porque algo está fallando (¿crisis personal, vocacional?)

    4) Debemos respetar el tiempo de nuestros sacerdotes porque en ese tiempo deben pararse y orar y no exigirles imposibles; debemos también respetarlos si lo vemos rezar: no es momento de acercarse, ni de preguntarle nada, ni mantener una conversación. ¡Dejémosle en la intimidad del Sagrario con su Señor!

    5) Por extensión, y sabiendo todo lo que es (debe ser) la vida de oración de un sacerdote, cada cual -fiel laico o religioso/a- mirar su propia oración, su "cantidad" y su "calidad".

    Feliz día.

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  2. Buenos días don Javier, ustedes por lo general tienen sus peculiaridaes gremiales, jejeje, que algunos sabemos son en su forma semejantes a las de otras profesiones; sumado el estado y la singularidad de tan fuerte vocación. Pero las pautas que hoy nos habla son realmente el signo con el que medir para ayudar, el amor a Jesús único sacerdote ó Sumo sacerdote, yo el indicador que empleo es el tiempo dedicado al confesionario, algo notorio y público, porque los otros no son fiables al observador pues a veces por permanecer en el secreto del corazón los realizan con la iglesia cerrada o en sus habitaciones y estancias privadas. Rezaré por los sacerdotes con más confianza y ganas y procuraré no ser un clavo en sus cruces durante esas noches oscuras y vientos racheados.Un abrazo.

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  3. NIP:

    ¿¿¿Particularidades gremialesssss??????

    ¡Jesús, cómo son estos ingenieros!

    Sí quiero matizar.

    Que un sacerdote rece, trate bien al Señor en el Sagrario, es algo que se nota y se percibe. Es verdad que, por lo general, se hace todo en privadísima intimidad, pero también hay momentos en común o con la iglesia abierta. Por eso sería raro si nunca (o apenas) se ve al sacerdote ahí. Hay cosas que son muy palpables.

    Vd. le añade un indicador que no puedo más que aplaudir y poner en mayúsculas como un grito: EL AMOR A JESÚS tiene como indicador EL TIEMPO DEDICADO AL CONFESIONARIO.

    Quien lo hace cotidianamente, difícilmente se mantendrá ahí accesible a los penitentes, si no lo sostiene una vida de oración. Porque si no es así, se cansa y deja el confesionario y se justificará pronto diciendo "que no viene nadie..."

    Abrazos, incluso aunque sea Vd. ingeniero. pax.

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  4. D. Javier, a mí me da "envidia" que los sacerdotes sean seres privilegiados.¡Quién pudiese! Son los hijos mimados por el Señor. Siempre he dicho que el hombre es el ojito derecho de Dios y dentro del género, el sacerdote en especial. ¡Cómo lo quiere! ¡Qué envidia y qué alegría!
    Les tengo tal respeto, que hasta a mi sobrino, lo trato de manera especial por ser sacerdote.
    Rezo cada día por todos y me fijo especialmente en unos cuantos, entre los que se encuentra usted.

    Que Dios le bendiga y el Espíritu Santo les colme con su gracia.

    Feliz día en el Señor.

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  5. Por favor, póngale una S a "le" bendiga.

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  6. ... "Cristo sigue siendo contemporáneo nuestro: en el cuerpo de su Iglesia".

    Me gusta esa frase de BXVI porque me ayuda a considerar a la Iglesia y verla de una manera diferente a como la veía antes.

    La Iglesia no podría existir sin los sacerdotes.
    Y ni ellos ni los laicos podemos mantenernos firmes en la fe sin la oración. También la de unos por otros.

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  7. ... Comenzaba a meditar, pero debo culminar esta actividad, problemas eléctricos en el país.

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  8. aprendiz:

    Sí, sí, sí.... ¡Qué bien dicho!

    María Auxiliadora:

    Espero que la luz haya vuelto pronto y pueda seguir aquí.

    En España no tenemos esos problemas; lo que no vamos a tener es con qué pagar la factura de electricidad que está ya por las nubes.

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