martes, 14 de septiembre de 2010

Sólo la cruz permanece

STAT CRUX, DUM VOLVITUR ORBIS (Mientras el mundo gira, la Cruz permanece).

Éste podría ser el resumen de la fiesta de hoy, la Santa Cruz. Mientras el mundo gira, la Cruz permanece. El mundo gira, cambia, modas y vientos de doctrina arremeten; revoluciones, cambios culturales, crisis de civilización: el mundo gira y a velocidad de vértigo. Técnica, ciencia: el mundo cambia. Parece que nada hay duradero, nada verdadero, nada estable. Sólo la Cruz permanece.

Al giro del mundo parecería corresponder el deseo de "modernizar" la Iglesia, pensando que así los hombres vendrán a ella; adaptar la Iglesia a los tiempos quitando aquello que las modas de hoy (que mañana ya han caducado) no soportan o les parece desfasado. Pero la Cruz permanece. La identidad del Misterio es siempre la misma y Dios permanece Fiel.

En la Cruz está la redención. Ahí está el gran signo del amor de Dios: en su Hijo entregado hasta la muerte y muerte de Cruz. Sólo hay que mirarlo a Él: el Señor crucificado nos habla de amor, nos entrega su amor, nos muestra su amor. 

No hay otro camino tampoco para nosotros: la cruz marca la vida cristiana. En la liturgia signamos nuestro cuerpo con la Cruz, desde nuestro propio bautismo, pasando por el sacramento de la Confirmación, la fórmula del perdón con la cruz en el Sacramento de la Penitencia, hasta las veces que nos signamos durante la Eucaristía (al inicio, en el Evangelio, en la bendición final) o al iniciar las distintas Horas del Oficio divino. Pero si nos signamos así, ¿a qué extrañarnos luego de la Cruz de la propia vida? De una manera u otra, la Cruz brilla en la vida: circunstancias adversas, enrevesadas, inesperadas, dolorosas; humillaciones o dificultades, incomprensiones o soledad; una enfermedad física, moral, psicológica o espiritual; situaciones difíciles por las que atravesar... En esa cruz personal nos unimos al Redentor. Su dificultad -llevar la cruz, ser crucificados con Cristo- conlleva siempre una gracia especial que es insensible, no la percibimos fácilmente, pero que realmente nos está sosteniendo.

La Cruz se convierte en el crisol que purifica la fe y la da mayor pureza y verdad. La Cruz se convierte en el criterio de verificación de un cristianismo auténtico y convencido, hecho carne nuestra, o, por el contrario, pone en evidencia nuestra superficialidad o sentimentalismo al vivir el cristianismo: rebeldía, decepción con el Señor o tantas otras reacciones.

¡Salve Cruz!

Con algunas de las preciosas antífonas y responsorios del Oficio divino de hoy podemos muy bien contemplar el Misterio.

"Ésta es la cruz del Señor. Huid, enemigos; ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David. Aleluya".

"¡Oh cruz bendita!, tú sola fuiste digna de sostener al Rey y Señor de los cielos. Aleluya".

"Oh cruz admirable, de cuyas ramas colgó nuestro tesoro y la redención de los cautivos; por ti el mundo fue redimido con la sangre de su Señor. Salve, cruz, santificada por el cuerpo de Cristo y adornada con las piedras preciosas de sus sagrados miembros".

"Resplandece la santa cruz, por la que el mundo recobra la salvación. ¡Oh cruz que vences!, ¡Cruz que reinas!, ¡cruz que nos limpias de todo pecado! Aleluya".

Y como jaculatoria para todo el día, pongamos, por ejemplo, la respuesta de las preces de Laudes: "Por tu cruz, sálvanos, Señor".

1 comentario:

  1. Le tengo cierto cariño a esta fiesta, lo confieso. :)

    Dejo un enlace a la página de la Custodia Franciscana de Tierra Santa, donde poder leer sobre la fiesta y deleitarse con un reportaje ´fotográfico de la celebración dentro del Santo Sepulcro de Jerusalén.

    http://www.custodia.fr/Fiesta-de-la-Invencion-de-la-Cruz.html?lang=es

    Dios le bendiga D. Javier :)

    ResponderEliminar