martes, 21 de septiembre de 2010

Enseñanzas de Newman sobre la oración

Poco a poco, artículo tras artículo, vamos leyendo y considerando la doctrina y los discursos del Papa en este viaje a Inglaterra; muchos de ellos dedicados a Newman, figura que pienso hay que conocer, y me lo digo a mí mismo también mientras escribo.


En los primeros párrafos de la homilía de beatificación, el Papa señala a Newman, el gran pensador, el gran intelectual, como un hombre orante, un hombre amasado por la oración que iluminaba su trayectoria, su búsqueda y la profundización en sus descubrimientos.

"Inglaterra tiene un larga tradición de santos mártires, cuyo valiente testimonio ha sostenido e inspirado a la comunidad católica local durante siglos. Es justo y conveniente reconocer hoy la santidad de un confesor, un hijo de esta nación que, si bien no fue llamado a derramar la sangre por el Señor, jamás se cansó de dar un testimonio elocuente de Él a lo largo de una vida entregada al ministerio sacerdotal, y especialmente a predicar, enseñar y escribir. Es digno de formar parte de la larga hilera de santos y eruditos de estas islas, San Beda, Santa Hilda, San Aelred, el Beato Duns Scoto, por nombrar sólo a algunos. En el Beato John Newman, esta tradición de delicada erudición, profunda sabiduría humana y amor intenso por el Señor ha dado grandes frutos, como signo de la presencia constante del Espíritu Santo en el corazón del Pueblo de Dios, suscitando copiosos dones de santidad. 

El lema del Cardenal Newman, cor ad cor loquitur, el corazón habla al corazón”, nos da la perspectiva de su comprensión de la vida cristiana como una llamada a la santidad, experimentada como el deseo profundo del corazón humano de entrar en comunión íntima con el Corazón de Dios. Nos recuerda que la fidelidad a la oración nos va transformando gradualmente a semejanza de Dios. Como escribió en uno de sus muchos hermosos sermones, «el hábito de oración, la práctica de buscar a Dios y el mundo invisible en cada momento, en cada lugar, en cada emergencia –os digo que la oración tiene lo que se puede llamar un efecto natural en el alma, espiritualizándola y elevándola. Un hombre ya no es lo que era antes; gradualmente... se ve imbuido de una serie de ideas nuevas, y se ve impregnado de principios diferentes» (Sermones Parroquiales y Comunes, IV, 230-231). El Evangelio de hoy afirma que nadie puede servir a dos señores (cf. Lc 16,13), y el Beato John Henry, en sus enseñanzas sobre la oración, aclara cómo el fiel cristiano toma partido por servir a su único y verdadero Maestro, que pide sólo para sí nuestra devoción incondicional (cf. Mt 23,10). Newman nos ayuda a entender en qué consiste esto para nuestra vida cotidiana: nos dice que nuestro divino Maestro nos ha asignado una tarea específica a cada uno de nosotros, un “servicio concreto”, confiado de manera única a cada persona concreta: «Tengo mi misión», escribe, «soy un eslabón en una cadena, un vínculo de unión entre personas. No me ha creado para la nada. Haré el bien, haré su trabajo; seré un ángel de paz, un predicador de la verdad en el lugar que me es propio... si lo hago, me mantendré en sus mandamientos y le serviré a Él en mis quehaceres» (Meditación y Devoción, 301-2) (Homilía en la Beatificación de Newman, Birmingham, 19-septiembre-2010)

Recordemos que en la víspera, en la vigilia de oración, el Papa ya había afirmado:

"Newman, igual que innumerables santos que le precedieron en el camino del discipulado cristiano, enseñó que la "bondadosa luz” de la fe nos lleva a comprender la verdad sobre nosotros mismos, nuestra dignidad como hijos de Dios y el destino sublime que nos espera en el cielo. Al permitir que brille la luz de la fe en nuestros corazones, y permaneciendo en esa luz a través de nuestra unión cotidiana con el Señor en la oración y la participación en la vida que brota de los sacramentos de la Iglesia, llegamos a ser luz para los que nos rodean; ejercemos nuestra "misión profética"; con frecuencia, sin saberlo si quiera, atraemos a la gente un poco más cerca del Señor y su verdad. Sin la vida de oración, sin la transformación interior que se lleva a cabo a través de la gracia de los sacramentos, no podemos, en palabras de Newman, "irradiar a Cristo"; nos convertimos en otros “platillos que aturden” (1 Co 13,1) en un mundo lleno de creciente ruido y confusión, lleno de falsos caminos que sólo conducen a angustias y espejismos" (18-septiembre-2010).
La oración en Newman entonces:

-es la comunicación del Corazón de Dios con el corazón humano, un Corazón que habla a otro corazón; es algo personal, íntimo, una conversación y una escucha, un coloquio y una confidencia;

-es el acceso a la vida de santidad, ya que por la oración, el hombre va participando de la vida de Dios;

-para la vida intelectual la oración es imprescindible porque ofrece nuevas ideas, nuevos principios, nueva mentalidad; se perciben de modo distinto y completo la realidad y la Verdad misma; un intelectual verdadero desarrolla tanto el pensamiento como la oración íntima. Es lo que Pascal diría de "aprender a pensar bien": y se aprende también con la oración;

-es la oración el lugar donde se sostiene la existencia entera; para Newman "predicar, enseñar, escribir", ¡porque esto es una vocación!, esto también es "pastoral"; y para hacerlo así, Newman necesitaba el encuentro cordialísimo con el Señor;

-es la oración el espacio donde Dios revela a cada cuál su lugar, su testimonio personal, su vocación: algo especialísimo que le corresponde a uno -y no tal vez al que se tiene al lado- por pura gracia; vocación a la que no se puede renunciar, que es un impulso poderoso de la Gracia que va llevando. En la oración se descubre esa vocación íntima e intransferible.

4 comentarios:

  1. Pedro Arroyo Gómez21 septiembre, 2010 14:24

    Cuanto tengo que aprender del Beato Newman.
    Todavía a estas alturas de mi vida me cuesta trabajo reconocer cual es mi verdadera vocación.
    Necesito de la Oración y cuanto trabajo me cuesta.

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  2. Gracias por el artículo. Sin oración no hay vida interior. Gracias por dar a conocer más la figura del Cardenal Newman.

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  3. Creo que la clave está en cinco palabras:"el hábito de la oración". Cuanto ganaríamos todos. Saludos.

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  4. El beato Cardenal Newman un ejemplo también para los laicos comprometidos en la evangelización.

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