Hay situaciones y circunstancias que exigen particulares formas de catequesis:
a) La catequesis de iniciación cristiana, según el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, paradigma de toda catequesis.b) Catequesis siguiendo el año litúrgico, en sus formas tradicionales, o en la forma extraordinaria de misiones populares.
c) Catequesis perfectiva, aquella encaminada a quienes tienen una tarea de formación en la comunidad: catequistas, servidores en alguna tarea litúrgica, los que organizan el apostolado laical...
d) Catequesis ocasionales: matrimonio, bautismo de hijos, sacramentos de iniciación cristiana, momentos especiales para los jóvenes, en la enfermedad, etc... "son circunstancias en las que las personas se sienten más movidas que nunca a preguntarse por el verdadero sentido de la vida".
e) Catequesis con ocasión de circunstancias particulares: entrada en el mundo del trabajo, servicio militar, emigración... "Son cambios que pueden generar enriquecimientos interiores, pero también confusión y pérdida de orientación, por lo que se necesita la luz y la ayuda de la Palabra de Dios".
f) Catequesis referida al uso cristiano del tiempo libre, en vacaciones y viajes de turismo.
g) Catequesis que hay que hacer con ocasión de acontecimientos particulares que afectan a la vida de la Iglesia y de la sociedad. La Misa crismal, encuentros diocesanos, peregrinaciones, la visita ad limina, un Sínodo diocesano...
Todas estas formas son complementarias, interaccionadas, mutuamente se reclaman según las diversas circunstancias y evolución espiritual. "Estas y otras formas particulares de catequesis no disminuyen en manera alguna la necesidad de instituir para todos los adultos procesos sistemáticas, orgánicos y permanentes de catequesis que toda comunidad eclesial debe garantizar" (DGC 176).
Pero de forma permanente, y de manera más sistemática, señalaría tres modos de formación permanente que exigen, desde luego, una dedicación muy intensa de los sacerdotes para prepararlas:
- La catequesis de adultos, abierta a todos,
- La formación de catequistas (no es simplemente ver qué decimos en los grupos de catequesis de niños y jóvenes, o qué dinamica de grupo, o qué balance: estas reuniones necesarias pertenecen a un ámbito operativo)
- Los retiros parroquiales: una tarde al mes en la parroquia, con el Santísimo expuesto, una meditación o plática, oración personal, rezo de Vísperas...
Todo esto me suena, aunque sea en pasado, ¡Qué pena!
ResponderEliminarPedro, no te pongas melancólico. Sabes que estoy convencido de lo que escribo porque intento vivirlo.
ResponderEliminarHay que llegar al punto de reconocer todos (sacerdotes y laicado) que una parroquia no se puede agotar en lo celebrativo: Misas, bodas, bautizos, entierros, procesiones y más procesiones, campanilleros, novenas y triduos...
Debe incluir lo formativo y convertirse en una escuela de vida cristiana propiciando la enseñanza para distintas edades y situaciones (incluyendo a los adultos).
Debe incluir la vida espiritual, acompañando (sacramento de la Penitencia, dirección espiritual), incluyendo espacios de oración personal (Adoración eucarística en silencio, retiros, Ejercicios espirituales...)
¡Caminemos por aquí!
Comparto su opinión D. Javier. La formación es fundamental para cada cristiano y para la comunidad en su conjunto.
ResponderEliminarPero siempre hay demasiados "peros"... no pondré más por mi parte. El camino se hace andando :)
Dios le bendiga D. Javier
Agradezco la oportunidad de conocer de forma más profunda las opciones al momento de aprender temáticas de contenido espiritual y comunitario con adultos, me gustaría conocer un derrotero para organizar posibles temas que fortalezcan la formación espiritual en hombres adultos en su mayoría casados.
ResponderEliminarMi dirección es zorayita03@hotmail.com