a quien jamás ha visto nadie,
y Tú, Verbo del Padre, Cristo,
y Espíritu, de bondades lleno!
¡Oh esencia y poder único
de aquesta Trinidad,
Dios eterno salido de Dios,
Dios que de uno y otro procede!
Pasó el trabajo del día
y a la hora del reposo torna;
el sueño suave, por su parte,
desata los cansados miembros.
El alma, entre borrascas agitada
y herida de mil cuitas,
la copa del olvido bebe
por sus entrañas todas.
La fuerza del Leteo se desliza
por todo el cuerpo y no consiente
que el sentimiento del dolor difícil
embargue el corazón a los que sufren.
Por voluntad de Dios se dio esta ley
a los mortales miembros:
que el placer saludable del descanso
alivio traiga a sus trabajos.
Prudencio, Himno para antes del sueño, vv. 1- 24.
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