“Ese pedir unos por otros al Padre de todos, ¡qué abundante y espléndidamente está comprobado en el Evangelio! Ésa es precisamente la eficacia asombrosa de la intercesión.
Uno de los puntos de vista más interesantes para penetrar y contemplar las intimidades del Corazón de Jesús y recrearse ante un mundo de maravillas y encantos es lo fácil que se muestra en el Evangelio a la intercesión.
El Evangelio enseña que no eran siempre los necesitados de milagros los que pedían y obtenían, sino que unas veces no eran pedidos, aparentemente al menos, y otras veces, quizás las más, aquellos milagros y aquellas grandes curaciones eran solicitados y alcanzados por un mediador, pariente, amigo o simplemente un compadecido del doliente.
Asimismo consta que no eran siempre santos, ni aun leales de Jesús, los que se acercaban a abogar por otros.
Tratando de descubrir el porqué de ese proceder de Jesús, ¡qué misterios de misericordia, qué milagros de condescendencia, qué delicadezas tan divinamente humanas y tan humanamente divinas se encuentran!
Tratando de descubrir el porqué de ese proceder de Jesús, ¡qué misterios de misericordia, qué milagros de condescendencia, qué delicadezas tan divinamente humanas y tan humanamente divinas se encuentran!
Yo invito a las almas sedientas de secretos y de intimidades del Corazón de Jesús en su vida de Sagrario a que repasen y saboreen esos milagros de la intercesión y les aseguro una cosecha óptima de sorpresas y aspectos y saboreos de su amor insospechados, sobre todo si en esas intercesiones tan eficaces reparan en la desproporción tan enorme ante el ruego, la advertencia o el simple aviso del intercesor y la respuesta de poder, de amor, de docilidad, de todo un Dios-Hombre.
No se lee que jamás rechazara la intercesión de amigos, en cambio llegaba hasta obedecerlos con la fidelidad de un criado que va detrás de su señor a lo que mande.
¡Cuántas veces expone el evangelista la respuesta de Jesús a alguna petición que se le hacía en favor de otro, con estas palabras: Jesús se ponía a seguirlo!
Y cuando la intercesión era desordenada, en vez de rechazarla, la rectificaba y rectificada la concedía. ¡Que lo diga la mujer del Zebedeo!
Entremos, almas de Sagrario, en esas intimidades de Jesús y en esos secretos para obtener de su Corazón cuantos favores queramos y necesitemos.
Continuemos desentrañando el secreto de la eficacia de la oración que se hace a Jesús por intercesión y por medio de otro”.
No se lee que jamás rechazara la intercesión de amigos, en cambio llegaba hasta obedecerlos con la fidelidad de un criado que va detrás de su señor a lo que mande.
¡Cuántas veces expone el evangelista la respuesta de Jesús a alguna petición que se le hacía en favor de otro, con estas palabras: Jesús se ponía a seguirlo!
Y cuando la intercesión era desordenada, en vez de rechazarla, la rectificaba y rectificada la concedía. ¡Que lo diga la mujer del Zebedeo!
Entremos, almas de Sagrario, en esas intimidades de Jesús y en esos secretos para obtener de su Corazón cuantos favores queramos y necesitemos.
Continuemos desentrañando el secreto de la eficacia de la oración que se hace a Jesús por intercesión y por medio de otro”.
Beato D. Manuel González, Oremos en el Sagrario,
en O.C., Vol. I, nn. 908-909.
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