“El Jesús del Evangelio es el mismo Jesús vivo del Sagrario.
Aquí como allí dice y hace lo mismo. ¡Ah! ¡Si esta fe viva en Jesús vivo Sacramentado invadiera y llenara nuestra alma!
¡Con qué ganas se exclamaría, se gritaría, ante estas efusiones de la Misericordia divina sobre la miseria humana!: ¡Bendita la oración, que lleva como de la mano y dobla las rodillas y abre las bocas, y arranca los gemidos y las lágrimas de los miserables y coge como el Corazón al Padre del cielo y al Hermano divino del Sagrario y les invita y obliga y empuja a hacer milagros de perdones de almas, de curaciones de cuerpos, de resurrecciones de cuerpos y de almas, de lágrimas trocadas en perlas de diadema y de tierras de abrojos trocadas en cielos de delicias!
Firme en mi propósito e hacer de esta nobilísima ocupación del alma la ocupación diaria, frecuente y, aun diría, perenne, ante la Casa de Jesús vivo en la tierra, de todos los hombres, desde los niños y rudos, hasta los consumados en saber y en santidad, quisiera presentar página por página esta variadísima y pintoresca serie de modos de orar del Evangelio, para trasladarlos a los Sagrarios cristianos; pero ¡cuántos libros se necesitarían! He de contentarme con presentar, a modo de índice, fórmulas y maneras de orar del Evangelio, dejando a la acción del Espíritu Santo y a la cooperación de la buena voluntad de cada uno el saboreo de ellas y la adaptación de las mismas al estado de Jesús en el Sagrario y a la situación de cada alma”.
Firme en mi propósito e hacer de esta nobilísima ocupación del alma la ocupación diaria, frecuente y, aun diría, perenne, ante la Casa de Jesús vivo en la tierra, de todos los hombres, desde los niños y rudos, hasta los consumados en saber y en santidad, quisiera presentar página por página esta variadísima y pintoresca serie de modos de orar del Evangelio, para trasladarlos a los Sagrarios cristianos; pero ¡cuántos libros se necesitarían! He de contentarme con presentar, a modo de índice, fórmulas y maneras de orar del Evangelio, dejando a la acción del Espíritu Santo y a la cooperación de la buena voluntad de cada uno el saboreo de ellas y la adaptación de las mismas al estado de Jesús en el Sagrario y a la situación de cada alma”.
Beato D. Manuel González, Oremos en el Sagrario,
en O.C., Vol. I, nn. 900-901.
me uno a todos vosotros, en un momento de oracion ,que la leer hoy este escrito he sentido en mi alma y corazon .gracias Dios mio que me acoges en cada momento ,que me esperas en tu casa, confio en tu miserecordia infinita,te pido que no dejes ninca que te olvide,que tu seas el faro que me guie.una alumna
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