Frescas en la mañana, frescas al mediodía, frescas en la tarde.
Frescas como las rosas de Francia.
Esas almas de cuello no doblado. Ese es el secreto de ser infatigables.
Es por dormir. Por qué los hombres no lo usan.
Yo he dado ese secreto a todo el mundo, dice Dios. No lo he vendido.
El que duerme bien, vive bien. El que duerme, ora.
(También el que trabaja, ora. Pero hay tiempo para todo. Ya sea el sueño ya el trabajo.
Y el trabajo y el sueño son hermanos los dos. Y ellos se entienden muy bien juntos.
Y el sueño conduce al trabajo y el trabajo conduce al sueño.
El que trabaja bien duerme bien, el que duerme bien trabaja bien.
Hace falta, dice Dios, que haya una confianza,
Que haya sucedido algo
Entre este reino de Francia y esa pequeña Esperanza.
Hay allí un secreto. Aciertan en ello demasiado bien. Sin embargo me dicen
Que hay hombres que no duermen.
Yo no amo al que no duerme, dice Dios.
El sueño es el amigo del hombre.
El sueño es el amigo de Dios.
El sueño es quizá mi más bella creación.
Y yo mismo reposé al séptimo día.
El que tiene el corazón puro, duerme. Y el que duerme tiene el corazón puro.
Es el gran secreto de ser infatigable como un niño.
De tener como un niño esa fuerza en las piernas.
Esas piernas, esas almas nuevas
Y de recomenzar todas las mañanas, siempre de nuevo,
Como la joven, como la nueva
Esperanza. Pero me dicen que hay hombres
Que trabajan bien y que duermen mal.
Que no duermen. Qué falta de confianza en mí.
Es casi más grave que si trabajaran mal y durmieran bien.
Que si no trabajaran pero durmieran, porque la pereza
No es un pecado más grande que la inquietud
Y aun es un pecado menos grande que la inquietud
Y que la desesperación y la falta de confianza en mí.
No hablo, dice Dios, de esos hombres
Que no trabajan y que no duermen.
Aquellos son pecadores, por supuesto. Se lo tienen merecido.
Los grandes pecadores. Ya pueden ellos trabajar.
Hablo de los que trabajan y no duermen.
Los compadezco. Hablo de los que trabajan, y que así
En esto siguen mi mandamiento, los pobres muchachos.
Y que por otra parte no tienen valor, no tienen confianza,
No duermen.
Los compadezco. Los tengo entre ojos. Un poco. No confían en mí.
Como el niño se acuesta inocentemente en los brazos de su madre así ellos no se acuestan en absoluto
Inocentes en los brazos de mi Providencia.
Tienen el valor de trabajar. No tienen el valor de no hacer nada.
Tienen la virtud de trabajar. No tienen la virtud de no hacer nada.
De relajarse. De reposar. De dormir.
Los desdichados no saben lo que es bueno.
Dirigen muy bien sus negocios durante el día.
Pero no quieren confiarme la dirección durante la noche.
Como si yo no fuese capaz de asegurar la dirección durante una noche.
El que no duerme es infiel a la Esperanza.
Y es la mayor infidelidad...
Pobres muchachos siguen la sabiduría humana.
La sabiduría humana dice: No dejéis para mañana
Lo que podéis hacer hoy.
Y yo os digo El que sabe dejar para mañana
Es el más agradable a Dios.
El que duerme como un niño
Es también el que duerme como mi querida Esperanza.
Y yo os digo Dejad para mañana
Esos cuidados y esas penas que hoy os roen
Y hoy podrían devoraros.
Dejad para mañana esos sollozos que os ahogan
Cuando veis la desgracia de hoy.
Esos sollozos que os suben y que os estrangulan.
Dejad para mañana esas lágrimas que os llenan los ojos y la cabeza.
Que os inundan. Que os caen. Esas lágrimas que os corren.
Porque de aquí a mañana, yo, Dios, habré quizá pasado.
La sabiduría humana dice: Desdichado el que deja para mañana.
Y yo digo Dichoso, dichoso el que deja para mañana.
Dichoso el que deja. Es decir, Dichoso el que espera. Y que duerme.
(Péguy, El pórtico de la segunda virtud).
Genial. Siempre me ha gustado esta obra de Péguy. Muchas gracias por recordarla.
ResponderEliminarLeer a Péguy siempre es refrescante, aire fresco, serenidad para el espíritu.
ResponderEliminarEn general, los autores franceses siempre me han atraído, y en mi biografía, por razones muy íntimas y personales, Péguy es una referencia porque lo conocí en un momento de gracia de mi vida y a él he acudido en diversos momentos cruciales.
La esperanza nos hace dormir, confiados, abandonados en la Providencia. Todo lo contrario de la angustia de quien vive desesperanzado.
Aunque llegue tarde y nadie lo lea, no me resisto a poner dos versículos que hacen relación al sueño y al descanso. Creo que son de los Salmos, no recuerdo la cita exacta, pero son una joya:
ResponderEliminar"En paz me acuesto y en seguida me duermo
pues, Tú sólo, Señor, me haces dormir tranquilo"
"En el lecho me acuerdo de Tí
y velando medito en Tí
porque fuiste mi auxilio
y a la sombra de tus alas
canto con júbilo".
Me pregunto si estos versículos servirían de inspiración a Péguy.
Y también me pregunto si la imagen tan frecuente en el Antiguo Testamento de "la sombra de sus alas", se podría aplicar a los brazos extendidos en la Cruz de Cristo, que también dijo a Jerusalen aquello de las veces que "había querido reunirlos como la gallina a sus polluelos".
Aprendiz:
ResponderEliminar¡Hay que llegar a tiempo, je,je!
La primera cita "En paz me acuesto..." es del salmo 4, Completas "del sábado"; el segundo "En el lecho me acuerdo..." es del salmo 62, del domingo de la I semana en Laudes y para todas las fiestas y solemnidades.
No sé, ojalá lo supiera, si le sirvió de inspiración a Péguy: a tanto no llego.
Y la imagen de "la sombra de tus alas" aplicada a Cristo en la cruz sé que la he leído en algún Padre de la Iglesia, pero no recuerdo en quién ni en dónde la he visto. Pero sí sé que es patrística.
Saludos veraniegos.
Gracias por responder a mis preguntas a pesar de llegar tarde y a pesar de "la calor".
ResponderEliminarSi alguna vez encuentra el sitio donde se habla de esa imagen en los Padres, acuérdese de decírmelo pues, me gustaría leerla. O mejor, la publica en el blog, si le parece.
Es una imagen preciosa. A la sombra de sus alas se puede cantar, vivir y dormir como un polluelo...
Aprendiz:
ResponderEliminarNo sé si leerá aún los comentarios a este post. Si es así, le ruego escriba para quedarme tranquilo.
He encontrado la cita que me pedía:
"Su carne es vida, su Pasión es vida. Así lo dijo Jeremías: "viviremos a su sombra" (Lm 4,20). La sombra de sus alas es la sombra de su Cruz, la sombra de su Pasión" (S. Ambrosio, In Ps. 36, 36s).
¿Satisfecho? Le ruego contestación y si no es así, lo colgaré en forma de brevísimo artículo.