8. La fe sin obras es infructuosa (cf. Sant 2,20), y en vano se gloría de sola su fe quien no se adorna con las buenas obras.
9. El que carga con la cruz debe también morir al mundo, porque llevar la cruz y morir es vencerse a sí mismo, pero llevarla y no morir revela el fingimiento de los hipócritas.
10. Los que gracias a la fe poseen el conocimiento de Dios y en sus obras andan a oscuras, siguen el ejemplo de Balaam, quien, fallando en las obras, mantuvo abiertos los ojos por la contemplación de la fe.
11. Los hombres carnales buscan la fe no como una virtud del alma, sino como un beneficio temporal. Por lo cual dice el Señor: “me andáis buscando no porque visteis milagros, sino porque comisteis panes” (Jn 6,26).
12. El mal cristiano, al no vivir según la doctrina evangélica, pierde fácilmente, tan pronto ha surgido la tentación, hasta la misma fe que profesa de palabra.
13. Muchos son cristianos solo por la fe, pero con las obras contradicen la doctrina cristiana. Otros muchos no aman de corazón la fe cristiana; pero, movidos del respeto humano, fingen con hipocresía que la conservan; y así, los que no pueden declararse malos abiertamente, por el temor son tenidos falsamente por buenos.
14. Alguna vez, los amantes del mundo combaten en pro de la fe, y en verdad que benefician a otros; mas ellos, enredados en el amor terreno, no aspiran a lo celestial, sino que tan solo de palabra abogan por la fe.
15. Algunos, en defensa de la fe, persiguen incluso a los herejes, pero desprecian con insolencia a los fieles que están en el seno de la Iglesia. Refutan, es cierto, a los enemigos de la fe a causa de la infidelidad, pero oprimen a los fieles con el peso de la soberbia.
(S. "sidoro, Sentencias, II, c. 2, 8-15).
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