Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas y pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos.
La traigo también en latín, ya que el original presenta matices:
Deus, in te sperantium fortitudo, invocationibus nostris adesto propitius, et, quia sine te nihil potest mortalis infirmitas, gratiae tuae praesta semper auxilium, ut, in exsequendis mandatis tuis, et voluntate tibi et actione placeamus.
1. Dios es "fuerza de los que en ti esperan", "fortaleza": quien espera en Dios nunca queda defraudado; es más, en todo, en las pruebas y en la debilidad humana, Dios es fortaleza. "Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza" (Sal 17).
2. "El hombre es frágil y sin ti nada puede". Ya lo dijo el Señor: "sin mí no podéis hacer nada". Nos creemos poderosos, fuertes, decididos, capaces por nuestra sola voluntad de alcanzarlo todo, incluso en el orden espiritual con los propósitos... pero, ¿somos conscientes de nuestra fragilidad? No, el hombre no lo puede todo, el Omnipotente es sólo Dios. Necesitamos de Dios y de su Gracia, le necesitamos. La concupiscencia nos declara la guerra interior, el mundo afectivo se desajusta, la voluntad está sumamente debilitada: sin Cristo nada podemos.
3. "Concédenos la ayuda de tu gracia". Recordemos cómo san Agustín define al hombre como "Mendigo de la Gracia" y la misma oración personal es siempre, de forma más clara o de fondo, una petición de Gracia. La Gracia será la que nos dirija, sostenga y acompañe; la gracia la que nos enseñe a pensar lo que es recto y cumplirlo con su ayuda (Oración del Domingo X).
4. "Para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos". Sin la Gracia, la Ley nos mata. La Gracia nos vivifica, rehabilita nuestro ser, nos capacita para obrar en santidad. El voluntarismo nos agota, nos deja secos y estériles. El pelagianismo optimista, que piensa que el hombre lo puede todo y que la Gracia es un estímulo exterior, nos deja cada día peor y con mal sabor de boca. Todo lo hace nuevo en nosotros la Gracia.
Termino: espiritualidad litúrgica, amor por la liturgia, no será el esteticismo, sino la asimilación orante de los textos, imbuirnos del espíritu cristiano que brota de la liturgia para cada uno de nosotros.
Las oraciones de nuestro rito romano son muy concisas, breves, incluso secas si queremos; pero bien recitadas por el sacerdote en la liturgia nos introducen en el Misterio; meditadas personalmente nos dan la LEX CREDENDI, el dogma hecho oración, educándonos.
Acostumbrémonos a saborear, meditar y extraer el jugo a las oraciones de la Misa.
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