lunes, 21 de junio de 2010

La Sabiduría

La espiritualidad hispana es muy rica, fecunda, pero poco conocida. San Isidoro es un gran maestro que escribe algunas obras de espiritualidad como las "Sentencias" o los "Sinónimos", y a él vamos a recurrir. Es Tradición también, aunque no sea romana, sino hispana.

1. “Todo el que es sabio según Dios es feliz. La vida feliz consiste en conocer la divinidad. El conocimiento de la divinidad da mérito a la obra buena, y el mérito de la obra buena es premio de la eternidad.

2. El que es sabio según el mundo, es necio según Dios. Por ello dice el profeta: “Todo hombre se ha hecho necio por su saber” (Jer 10,14).


3. El primer afán de la ciencia consiste en buscar a Dios; luego, la integridad de vida acompañada de obras de virtud.


4. Nadie recibe con plenitud la sabiduría de Dios sino aquel que se esfuerza en substraerse a toda preocupación de los negocios. De ahí que esté escrito: “La sabiduría del escriba [se acrecienta] con el bienestar, y el que restringe sus ocupaciones, ese la alcanzará” (Eclo 38,25).


5. Llega a la cima de un conocimiento no despreciable el que comprende que no puede investigar los secretos de Dios. Mas entonces justamente conocemos a Dios cuando afirmamos no conocerlo a la perfección.


6. A veces es conveniente desconocer algunas cosas. Pero nadie tiene mayor culpa que aquel que ignora a Dios.


7. Son muchos los que intentan la búsqueda de la verdad, pero pocos los que la encuentran. Mas las verdades que sobrepujan la inteligencia humana no se deben escudriñar. Todo cuanto supera a la mente humana no cabe investigarlo, sino dejarlo a la decisión divina, de modo que consideremos justo lo que agrade a la divina voluntad. Porque no podrá ser injusto lo que al justo juez complaciere.


8. Toda sabiduría se basa en la ciencia y en la opinión; pero el juicio producto de la ciencia es mejor que el de la opinión, pues aquel es verdadero; este, en cambio, problemático.


9. Ayuda a contraer una responsabilidad mayor el que uno conozca lo que debe practicar y no quiere practicar lo que conoce. Por ello, dice el Señor: “El siervo que conoce la voluntad de su amo y no la cumple, justamente recibirá muchos azotes” (cf. Lc 12,47). Y Santiago: “El que sabe hacer el bien y no lo hace es reo de pecado” (Sant 4,7)".
Sentencias, II, c. 1, 1-9.

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