No me resisto a comentar las lecturas de hoy. Al celebrar la Santa Misa he gozado escuchando la Palabra de Dios de este miércoles de Adviento.
El peso fuerte -ya lo señalamos- recae en la lectura semicontinua de Isaías, y luego el Evangelio se une a la primera lectura como su cumplimiento. Sabiendo esto, oíamos hoy: "Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido... los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, les nacen alas como de águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse" (Is 40, 30-31).
¿Quién no experimenta cansancio, desolación, vacío? ¿Y dónde descansar el corazón, sentir la paz más íntima y honda? El profeta anuncia que Dios será el descanso, la fuerza, el alivio para el cansado.
Entonces el evangelio muestra la plenitud y el cumplimiento de la profecía: "Venid a mí... encontraréis vuestro descanso". El título de la lectura de Isaías (frase en rojo que resume el sentido de la lectura y el motivo de su elección) es: "El Señor todopoderoso da fuerza al cansado", y el título del evangelio, en relación con la lectura, es: "Venid a mí todos los que estáis cansados". Lo que el profeta señalaba se realiza en Jesucristo. ¡Ya sabemos dónde encontrar descanso verdadero, renovada vitalidad! ¿A qué da alegría oír estas palabras, saborear esta Palabra?
Y ya que estamos, tomemos otra lectura y así captaremos más claramente cómo se organiza el leccionario ferial.
El miércoles de la I semana de Adviento se proclamaba el evangelio de la multiplicación de los panes y peces según Mateo. ¿Por qué? ¿Para hablar de la solidaridad, de la distribución de la riqueza o de la Campaña de Navidad (donde todos nos sentimos tan solidarios por llevar unos kilos de alimentos no perecederos)? ¿Tal vez de la Eucaristía?
La primera lectura, Is 25, nos habla del festín que va a preparar el Señor, el monte, los manjares suculentos y cómo enjugará las lágrimas de los rostros de los que sufren; la profecía se cumple en Cristo que en un monte se manifiesta como Dios mismo preparando un manjar -panes y peces- para la multitud cuando antes ha curado a muchos, a muchos que lloraban en su dolor. Los dos aspectos se resumen en los títulos de las lecturas (¡hay que mirarlos siempre para entender las lecturas en su contexto litúrgico!): "El Señor invita a su convite y enjuga las lágrimas de todos los rostros" (1ª lect.), "Jesús cura a muchos y multiplica los panes".
Éste es el método de lectura e interpretación en Adviento. Si tomamos el evangelio aisladamente, no comprenderemos el sentido que la liturgia le da en Adviento; la perspectiva es considerar la profecía de Isaías (lectura semicontinua cada día) y luego ver el Evangelio como su cumplimiento.
Pues... ¡a descansar el corazón en el Señor! ¡Que nada nos quite la fuerza, el ánimo, el vigor!
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