El 18 de diciembre es la gran fiesta mariana en el rito hispano-mozárabe. A una semana del Nacimiento de su Hijo, la figura de María, el misterio de la Encarnación y de su maternidad virginal ocupan la atención espiritual de la Iglesia, ¡qué mejor preparación para el Nacimiento, la Aparición el Salvador! Con la oratio admonitionis de la Misa de Santa María, compuesta por san Ildefonso, entremos en la teología del Misterio.
"Levantemos, hermanos, nuestra mirada hacia lo alto
para contemplar la gloria del Salvador;
vamos a ver cómo Dios se escoge una Virgen
para que le conciba.
Colma de gracia a la Madre, que le dará a luz.
Él es el don que adorna su alma,
siendo al mismo tiempo el Hijo de sus entrañas.
Se infunde en ella para conferirle su propia santidad,
y de ella procede sin quitarle nada.
No le escatima el honor de llevarlo en su vientre,
pero no quiere entristecerla cuando va a alumbrarlo.
No habrá gemidos en el parto,
pero sí la ternura del recién nacido.
Habría sido absurdo acompañar con gritos de dolor
un nacimiento que alboroza a todo el mundo;
no se podía marcar con el sello del sufrimiento
el origen humano de la divina alegría.
Para regenerar al pecador,
un mensaje inflama el corazón intacto de la doncella;
una palabra que no deja lugar a dudas llena sus oídos.
La seguridad de su fe la confirma en la esperanza:
Dios tiene poder para cumplir lo que promete.
Así su alma concibe lo que la fe le enseña,
mientras penetra en ella el Espíritu que la eligió;
y una humanidad verdadera y el divino poder
quedan ya inseparablemente unidos en nuestro Redentor.
¡Oh inefable acción de Dios!
Suscita el crecimiento desde el interior
sin dañar mínimamente la integridad externa.
El Hijo Unigénito de Dios saldrá a la luz
desde las entrañas de su Madre
sin necesidad de abrirse paso.
Al ser concebido y al nacer,
no la ha privado del don de la virginidad,
antes bien lo ha confirmado con su sello.
Esto, en cuanto ha sido realizado para salvarnos,
constituye una victoria de nuestra naturaleza,
pues un parto tan suave ha derrotado al enemigo
cuanto lo habría hecho un duro combate;
y es que por el misterio de su concepción
empieza a darse cuenta de que aquel Hijo reinará.
La vida humana de ese Hombre tiene el poder
de enriquecer a los demás hombres,
y sólo con ese objetivo la ha asumido.
Nadie se extrañe pues de que nazca
en medio de los que Él mismo había creado,
pues ya antes de nacer
ardía en deseos de redimirlos. Amén.
Por la misericordia de Dios, nuestro Dios,
digno de toda alabanza,
que vive y sobre todo reina por los siglos de los siglos. Amén.
Gracias por compartir la oratio admonitionis de San Ildefonso. No la conocía y me ha parecido bella al tiempo que profunda.
ResponderEliminarFeliz Navidad y que Dios le bendiga :)
Miserere:
ResponderEliminarLa verdadera Tradición es entrar en todo nuestro patrimonio espiritual-litúrgico; por eso a mí me agrada sobremanera poder mostrar también textos eucológicos de nuestro rito hispano-mozárabe. Cuando confundimos Tradición con las pequeñas tradiciones o costumbres, o identificamos Liturgia con un uso ritual concretísimo despreciando lo demás, nos empobrecemos.
La misa del 18 de diciembre es entera de san Ildefonso, una delicia por la forma de escribir mediante antítesis y contraposiciones. Otro año, si Dios quiere, seguimos con esta Misa.
Pax!
Tenemos tanto que recobrar y poner en valor. La liturgia mozárabe es una de mis asignaturas pendientes... todo se andará.
ResponderEliminarGracias de nuevo :)