jueves, 24 de diciembre de 2009

La fidelidad brota de la tierra... ¡Viene el Salvador!


No me resisto. Cada año el 24 de diciembre la lectura del Oficio es un preciosísimo sermón de san Agustín jugando como él solamente lo sabía hacer, con los sentidos bíblicos y las contraposiciones, con un estilo personalísimo. Aquí juega con la fidelidad, la tierra, la Verdad, María y Cristo. A modo de contemplación, oigamos la enseñanza de san Agustín, la última catequesis de este Adviento de gracia:

"Despiértate: Dios se ha hecho hombre por ti. Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz. Por ti precisamente, Dios se ha hecho hombre.

Hubieses muerto para siempre, si Él no hubiera nacido en el tiempo. Nunca te hubieses visto libre de la carne del pecado, si Él no hubiera aceptado la semejanza de la carne de pecado. Una inacabable miseria se hubiera apoderado de ti, si no se hubiera llevado acabo esta misericordia. Nunca hubieras vuelto a la vida, si Él no hubiera venido al encuentro de tu muerte. Te hubieras derrumbado, si Él no te hubiera ayudado. Hubieras perecido, si Él no hubiera venido.

Celebremos con alegría el advenimiento de nuestra salvación y redención. Celebremos el día afortunado en el que quien era el inmenso y eterno día, que procedía del inmenso y eterno día, descendió hasta este día nuestro tan breve y temporal. Éste se convirtió para nosotros en justicia, santificación y redención: y así –como dice la Escritura-: El que gloríe, que se gloríe en el Señor.

Pues la verdad brota de la tierra: Cristo, que dijo: Yo soy la verdad, nació de una virgen. Y la justicia mira desde el cielo: puesto que, al creer en el que ha nacido, el hombre no se ha encontrado justificado por sí mismo, sino por Dios.

La justicia brota de la tierra: porque la Palabra se hizo carne. Y la justicia mira desde el cielo: porque todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba. La verdad brota de la tierra: la carne, de María. Y la justicia mira desde el cielo: porque el hombre no puede recibir nada, si no se lo dan desde el cielo.

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, porque la justicia y la paz se besan. Por medio de nuestro Señor Jesucristo, porque la verdad brota de la tierra. Por Él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. No dice: «Nuestra gloria», sino: La gloria de Dios; porque la justicia no procede de nosotros, sino que mira desde el cielo. Por tanto, el que se gloríe, que se gloríe en el Señor, y no en sí mismo.

Por eso, después que la Virgen dio a luz al Señor, el pregón de las voces angélicas fue así: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. ¿Por qué la paz en la tierra, sino porque la verdad brota de la tierra, o sea, Cristo, ha nacido de la carne? Y Él es nuestra paz; Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa: para que fuésemos hombres que ama el Señor, unidos suavemente con vínculos de unidad.

Alegrémonos, por tanto, con esta gracia, para que el testimonio de nuestra conciencia constituya nuestra gloria: y no nos gloriemos en nosotros mismos, sino en Dios. Por eso se ha dicho: Tú eres mi gloria, Tú mantienes alta mi cabeza. ¿Pues qué gracia de Dios pudo brillar más intensamente para nosotros que ésta: teniendo un Hijo unigénito, hacerlo hijo del hombre, para, a su vez, hacer al hijo del hombre hijo de Dios? Busca méritos, busca justicia, busca motivos; y a ver si encuentras algo que no sea gracia" (Serm. 185).


Es tan grande el deseo de Cristo, tan ardiente la súplica de que la Misericordia que es Cristo y la Fidelidad que es María se encuentren, que la oración colecta resulta dramática en su tensión espiritual, en esta ocasión, extrañamente, dirigida a Cristo en vez de al Padre:

Apresúrate, Señor Jesús, y no tardes,

para que tu venida consuele y fortalezca
a los que esperan todo de tu amor.

Tú que vives y reinas con el Padre,
en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios,
por los siglos de los siglos. Amén.


3 comentarios:

  1. Feliz Navidad. Gracias por regalarnos tan estupendo blog. :)

    ResponderEliminar
  2. ¿Estupendo? Bueno, no sé... ¡Catequesis virtual, formación permanente de adultos! Es más la buena intención que los logros. Aquí seguiré, si Dios quiere, como apostolado sacerdotal. Pida por mí, pida por el blog, pida por los lectores del blog.

    ¡Feliz Navidad!
    ¡Bendición del Padre en el nacimiento de su Hijo!

    ResponderEliminar
  3. Que tenga usted una feliz y santa Navidad, D. Javier.

    ResponderEliminar