domingo, 6 de diciembre de 2009

Adviento y elementos de piedad popular


El Adviento es un tiempo especialmente gozoso, con esa alegría incontenida de quien está esperando a Alguien sumamente amado, sumamante deseado. Muchas tradiciones populares han nacido al hilo de Adviento preparando la inmediata Navidad, tradiciones que habría que situar a partir de las ferias mayores (17-24 de diciembre) reservando las III primeras semanas de adviento a la Venida última y Gloria de Cristo.

Pensemos que:


"El Adviento es tiempo de espera, de conversión, de esperanza:

-espera-memoria de la primera y humilde venida del Salvador en nuestra carne mortal;
-espera-súplica de la última y gloriosa venida de Cristo, Señor de la historia y Juez universal;

-conversión, a la cual invita con frecuencia la Liturgia de este tiempo mediante la voz de los profetas y, sobre todo, de Juan Bautista: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 3,2);

-esperanza gozosa de que la salvación ya realizada por Cristo (cf. Rm 8,24-25) y las realidades de la gracia ya presentes en el mundo lleguen a su madurez y plenitud, por lo que la promesa se convertirá en posesión, la fe en visión y “nosotros seremos semejantes a Él porque lo veremos tal cual es” (1Jn 3,2)" (Directorio Liturgia y piedad popular, n. 96).


Desde esta realidad teológica y espiritual, que se plasma en la liturgia de Adviento, la piedad popular desarrolla algunos puntos: "La piedad popular es sensible al tiempo de Adviento, sobre todo en cuanto memoria de la preparación a la venida del Mesías. Está sólidamente enraizada en el pueblo cristiano la conciencia de la larga espera que precedió a la venida del Salvador. Los fieles saben que Dios mantenía, mediante las profecías, la esperanza de Israel en la venida del Mesías. (Directorio sobre la piedad popular y la liturgia, 2002, 97).

La corona de Adviento (que es un signo más, pero no la panacea y cumbre de la espiritualidad de Adviento: antes estarían las lecturas bíblicas, los textos litúrgicos de las oraciones y preces y la presencia de la Virgen María):

"98. La colocación de cuatro cirios sobre una corona de ramos verdes, que es costumbre sobre todo en los países germánicos y en América del Norte, se ha convertido en un símbolo del Adviento en los hogares cristianos. La corona de Adviento, cuyas cuatro luces se encienden progresivamente, domingo tras domingo hasta la solemnidad de Navidad, es memoria de las diversas etapas de la historia de la salvación antes de Cristo y símbolo de la luz profética que iba iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de la justicia (cf. Mal 3,20; Lc 1,78)".

La novena de Navidad: aquí cada parroquia, cada Monasterio, cada comunidad debería hacer un esfuerzo mayor para solemnizar moderadamente la liturgia de estas fiestas mayores. Pienso, por ejemplo, en un mismo tono solemne para los salmos y los Cánticos bíblicos; en ornamentos de mayor prestancia para todas estas ferias; en el uso de la Plegaria eucarística III diariamente, reservando el Canon romano para todos los días del tiempo de Navidad.

"103. La novena de Navidad nació para comunicar a los fieles las riquezas de una Liturgia a la cual no tenían fácil acceso. La novena navideña ha desempeñado una función valiosa y la puede continuar desempeñando. Sin embargo, en nuestros días, en los que se ha facilitado la participación del pueblo en las celebraciones litúrgicas, sería deseable que en los días 17 al 23 de diciembre se solemnizara la celebración de las Vísperas con las “antífonas mayores” y se invitara a participar a los fieles. Esta celebración, antes o después de la cual podrían tener lugar algunos de los elementos especialmente queridos por la piedad popular, sería una excelente “novena de Navidad” plenamente litúrgica y atenta a las exigencias de la piedad popular. En la celebración de las Vísperas se pueden desarrollar algunos elementos, tal como está previsto (p.e. homilía, uso del incienso, adaptación de las preces)".


El “nacimiento”: Preparar el belén es momento festivo y comunitario, también de buen gusto, que ofrece ocasión para catequizar y luego ser bendecido solemnemente con el Bendicional:

"104. Como es bien sabido, además de las representaciones del pesebre del Belén, que existían desde la antigüedad en las iglesias, a partir del siglo XIII se difundió la costumbre de preparar pequeños nacimientos en las habitaciones de la casa, sin duda por influencia del “nacimiento” construido en Greccio por San Francisco de Asís en el año 1223. La preparación de los mismos (en la cual participan especialmente los niños) se convierte en una ocasión para que los miembros de la familia entren en contacto con el misterio de la Navidad, y para que se recojan en un momento de oración o de lectura de las páginas bíblicas referidas al episodio del nacimiento de Jesús".

A los elementos añadidos de la piedad popular, junto al dinamismo propio de la liturgia del Adviento habría que añadir: catequesis de adultos que desglosen bien los contenidos litúrgicos del tiempo de Adviento, predicaciones y retiros para orar sosegadamente y acrecentar la esperanza, el canto de Vísperas o el Oficio de Lecturas en forma de vigilia para estar con las lámparas encendidas a la espera del Esposo.


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