La pastoral secularizada está bastante extendida. Los criterios de la secularización marcan, a veces insensiblemente, el quehacer de la Iglesia. Plagiando un sistema empresarial, la Iglesia se dedica a reuniones, planificaciones, programaciones y revisiones constantemente. Puede que sean necesarias, tal vez haya que hacerlas. Pero la pastoral secularizada parte del planteamiento de considerar el Misterio de la Iglesia de forma reducida, sólo como “la comunidad de seguidores de Jesús”. Los contenidos doctrinales, dogmáticos, morales, se presentan muy menguados, muy discretos, muy apagados, para ser atrayentes y no asustar. Se pretende, de buena fe, llegar a muchos, pero para que estos muchos no se asusten, todo resulta descafeinado. Se busca una síntesis, o una simbiosis, entre lo que se vive socialmente y lo evangélico. Se produce un temor a que se vayan, a que se asusten, a exigirles la vivencia cristiana del seguimiento.
La pastoral secularizada quiere ahorrarse la crisis de Cafarnaúm que Cristo mismo no evitó: “¿También vosotros queréis marcharos?” No temió Cristo ni calculó sus palabras por si se escandalizaban del discurso del pan de vida y de la proclamación de su divinidad y actuar salvífico. Habló claramente.
Cristo no temió en ser “bandera discutida”, “signo de contradicción”, e incluso proclama dichosos a los perseguidos y advierte “¡ay si todo el mundo habla bien de vosotros!”; la pastoral secularizada se asusta de esto y procura contemporizar con todos, amoldarse a los gustos de todos con tal de caer bien a todos aunque haya que traicionar ciertos principios innegociables.
Cristo hablaba claro, con “autoridad”, la pastoral secularizada emplea lenguaje ambiguo, políticamente correcto que no suscita conversión y crecimiento, sino dejar a cada cual tranquilo en sus posturas y planteamientos para que la iglesia siga llena.
La pastoral secularizada presenta la salvación como una ancha autopista de diversos carriles, mientras que Cristo habla de una “puerta estrecha”.
La pastoral secularizada quiere que todo valga por igual, Cristo pide una radicalidad en el seguimiento: “negarse a sí mismo”.
La pastoral secularizada cuando habla de diálogo con el mundo entiende más bien “consenso”, pero Cristo simplemente proclama que Él es “la Verdad” (Jn 14,6).
La pastoral secularizada silencia palabras y conceptos cristianos: pecado, mortificación, ascesis, ofrecimiento, sacrificio, entrega, contemplación, trascendencia, negación, juicio... pero Cristo trata estas realidades con total naturalidad.
La pastoral secularizada le quita importancia a todo, como si nada pasara, pero Cristo le da seriedad al pecado.
Esa pastoral secularizada es la pastoral de malos pastores. En el fondo, se engaña y se oculta la verdad de Jesucristo, y las ovejas quedan a merced de cualquier lobo, de ayer o de hoy. La predicación de san Agustín sobre estos puntos no deja lugar a dudas:
“¿Y cómo definir a los que, por temor de escandalizar a aquellos a los que se dirigen, no sólo no los preparan para las tentaciones inminentes, sino que incluso les prometen la felicidad en este mundo, siendo así que Dios mismo no la prometió? Dios predice al mismo mundo que vendrán sobre él trabajos y más trabajos hasta el final, ¿y quieres tú que el cristiano se vea libre de ellos? Precisamente por ser cristiano tendrá que pasar más trabajos en este mundo.
Lo dice el Apóstol: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo será perseguido. Y tú, pastor que tratas de buscar tu interés en vez del de Cristo, por más que aquél diga: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo será perseguido, tú insistes en decir: «Si vives piadosamente en Cristo, abundarás en toda clase de bienes. Y, si no tienes hijos, los engendrarás y sacarás adelante a todos, y ninguno se te morirá». ¿Es ésta tu manera de edificar? Mira lo que haces, y dónde construyes. Aquel a quien tú levantas está sobre arena. Cuando vengan las lluvias y los aguaceros, cuando sople el viento, harán fuerza sobre su casa, se derrumbará, y su ruina será total” (Serm. 46,11).
¡Ojo, que Cristo es dulce, pero no dulzón; que Cristo es bondad pero también es exigente por el bien y la salvación del hombre!
Ya lo decía Isaías: “¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce, y dulce por amargo!” (5,20). Creo que todos hemos tenido experiencia de la pastoral secularizada y lo decepcionante que es, como encantadores de serpientes. ¿Nos atrevemos a cambiarla ya?
La pastoral secularizada quiere ahorrarse la crisis de Cafarnaúm que Cristo mismo no evitó: “¿También vosotros queréis marcharos?” No temió Cristo ni calculó sus palabras por si se escandalizaban del discurso del pan de vida y de la proclamación de su divinidad y actuar salvífico. Habló claramente.
Cristo no temió en ser “bandera discutida”, “signo de contradicción”, e incluso proclama dichosos a los perseguidos y advierte “¡ay si todo el mundo habla bien de vosotros!”; la pastoral secularizada se asusta de esto y procura contemporizar con todos, amoldarse a los gustos de todos con tal de caer bien a todos aunque haya que traicionar ciertos principios innegociables.
Cristo hablaba claro, con “autoridad”, la pastoral secularizada emplea lenguaje ambiguo, políticamente correcto que no suscita conversión y crecimiento, sino dejar a cada cual tranquilo en sus posturas y planteamientos para que la iglesia siga llena.
La pastoral secularizada presenta la salvación como una ancha autopista de diversos carriles, mientras que Cristo habla de una “puerta estrecha”.
La pastoral secularizada quiere que todo valga por igual, Cristo pide una radicalidad en el seguimiento: “negarse a sí mismo”.
La pastoral secularizada cuando habla de diálogo con el mundo entiende más bien “consenso”, pero Cristo simplemente proclama que Él es “la Verdad” (Jn 14,6).
La pastoral secularizada silencia palabras y conceptos cristianos: pecado, mortificación, ascesis, ofrecimiento, sacrificio, entrega, contemplación, trascendencia, negación, juicio... pero Cristo trata estas realidades con total naturalidad.
La pastoral secularizada le quita importancia a todo, como si nada pasara, pero Cristo le da seriedad al pecado.
Esa pastoral secularizada es la pastoral de malos pastores. En el fondo, se engaña y se oculta la verdad de Jesucristo, y las ovejas quedan a merced de cualquier lobo, de ayer o de hoy. La predicación de san Agustín sobre estos puntos no deja lugar a dudas:
“¿Y cómo definir a los que, por temor de escandalizar a aquellos a los que se dirigen, no sólo no los preparan para las tentaciones inminentes, sino que incluso les prometen la felicidad en este mundo, siendo así que Dios mismo no la prometió? Dios predice al mismo mundo que vendrán sobre él trabajos y más trabajos hasta el final, ¿y quieres tú que el cristiano se vea libre de ellos? Precisamente por ser cristiano tendrá que pasar más trabajos en este mundo.
Lo dice el Apóstol: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo será perseguido. Y tú, pastor que tratas de buscar tu interés en vez del de Cristo, por más que aquél diga: Todo el que se proponga vivir piadosamente en Cristo será perseguido, tú insistes en decir: «Si vives piadosamente en Cristo, abundarás en toda clase de bienes. Y, si no tienes hijos, los engendrarás y sacarás adelante a todos, y ninguno se te morirá». ¿Es ésta tu manera de edificar? Mira lo que haces, y dónde construyes. Aquel a quien tú levantas está sobre arena. Cuando vengan las lluvias y los aguaceros, cuando sople el viento, harán fuerza sobre su casa, se derrumbará, y su ruina será total” (Serm. 46,11).
¡Ojo, que Cristo es dulce, pero no dulzón; que Cristo es bondad pero también es exigente por el bien y la salvación del hombre!
Ya lo decía Isaías: “¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce, y dulce por amargo!” (5,20). Creo que todos hemos tenido experiencia de la pastoral secularizada y lo decepcionante que es, como encantadores de serpientes. ¿Nos atrevemos a cambiarla ya?
¡Qué gran verdad!
ResponderEliminar¡qué dolorosa verdad!
Pero la cuestión es cómo cambiar, qué hacer...
como todo valía, ahora nada vale.
Querido D. Javier, como me suena la catequesis de hoy y que difícil es encontrar Sacerdotes valientes que se atrevan a proclamar si desánimo la verdad del Evangelio con las exigencias que ello conlleva. Hoy todo vale y Jesucristo es muy claro, pero la comodidad nos hace ver la puerta ancha y por ella difícilmente entraremos.
ResponderEliminarLaus Deo:
ResponderEliminarLlevo a ratos pensando cómo responder. Salvemos la premisa de que la cultura ambiente está secularizada y esto se ha infiltrado igualmente en la Iglesia. Y a partir de ahí, hagamos cosas sencillas y verdaderas, algunas de las cuales podrían ser, con mucha normalidad/naturalidad:
-ser plenamente sacerdotes, vestidos también como tales,
-celebrar la liturgia con fidelidad a las normas litúrgicas
-profundizar en el sentido teológico y espiritual de la liturgia y darlo a conocer
-sentarse diariamente en el confesionario un buen espacio de tiempo (no quedarse en el despacho parroquial)
-orar ante el Sagrario, cultivar la adoración eucarística y la exposición del Santísimo al menos una hora semanal
-fomentar los retiros espirituales en las parroquias
-crear grupo/s de catequesis de adultos siguiendo los documentos de la Iglesia
-elevar el nivel de la homilía en su doctrina, sin que sea mera paráfrasis del Evangelio o tópicos con anécdotas entretenidas
-revisar los contenidos de las catequesis en todos los niveles, y no solamente la preocupación por el libro y su pedagogía
-acompañar a los fieles mediante la práctica de la dirección espiritual (o algo semejante) para orientarlos personalmente, animarlos, descubrirles su vocación particular y su tarea...
Por ahí deberían ir los tiros, ¿no le parece?
Pedro:
¡Menos mal que te suena esto de la catequesis de adultos! ¡Me dolía la boca de explicarlo! Es luchar contracorriente, sobre todo, cuando ese es el tono de muchos sacerdotes y de muchas parroquias. Pero a la larga, se puede comprobar, esta "pastoral secularizada" no da fruto alguno, sin embargo, las propuestas que presento sí han dado resultado lentamente, generando católicos adultos, formados, con amor por Cristo y la Iglesia.
Pax!
Estupenda entrada D. Javier. Coincido plenamente en el diagnóstico y en que el problema a resolver es de gran magnitud. Se necesita valor e iluminación... que no es poco.
ResponderEliminarNo creo que nuestros empeños humanos desaten por si solos el nudo gordiano que tenemos delante. Solo Dios puede indicar el camino por donde la Iglesia tendrá que andar en el futuro.
Pienso que quizás internet sea parte de la solución, por su capacidad de unir los dispersos y llegar al último rincón del planeta. Pero lo que digo es tan solo una intuición que no llego a concretar más allá de la posibilidad de aprender de organizaciones que ya utilizan internet con gran eficacia. Fíjese como este blog y otros muchos van creado una red de personas en sintonía. Se genera comunión y se comunica esperanza... pero queda todavía mucho que pulir en este medio. Llevo unos meses pensando en crear un blog sobre el uso de las nuevas tecnología para la labor eclesial. Tal vez me atreva :)
Comparto las dudas de mi estimado Laus Deo. Ante las dudas de tanto calibre, solo Dios nos puede iluminar el camino.
Dios les bendiga :)
Miserere:
ResponderEliminar¿Internet es parte de la solución? Ojalá. Es verdad que crea esa red de comunión y sintonía que mueve a esperanza. Lo que me gustaría comprobar, y aún es pronto porque este blog lleva poco tiempo, es su capacidad de formar, de crear mentalidad.
Le sumo a esto lo inmediato parroquial que antes escribía: la pequeña red de comunidades parroquiales, por esos surcos, iría eliminando esa pastoral secularizada.
En cuanto a crear Vd. un blog sobre esas materias, anímese y que nos sirve de luz a otros que, como yo, soy novato, inexperto y torpe en esas lides para valorar Internet, calibrarlo, saberlo usar.
Pax!
Gracias, la verdad es que la teoría deberíamos ya saberla. ¡Que el Señor no nos consienta que la dejemos en palabras!
ResponderEliminarLe encomiendo
Laus Deo:
ResponderEliminar¿Sabe lo peor? Que a veces ni la teoría se sabe ya, tal es el despiste.
Yo, venga a cuento o no, lo repito siempre, por si acaso alguien se ha despistado con la teoría. Y la práctica, realmente, no me parece tan difícil; lo difícil es ver que está uno solo mientras otros compañeros sacerdotes van -en línea secularizante- por otro lado y uno está solo, solo, solo.