miércoles, 23 de septiembre de 2009

San Pío de Pietrelcina: el conflicto y el silencio


Mis monjas de la Encarnación -¡cuánto me quieren desde hace tantos años!- me han regalado el DVD con la película de la RAI sobre el Padre Pío. He de confesar que me ha impresionado. Gratamente impresionado.


Lo poco que me había llegado de él por algunos devotos eran los milagros (hay gente muy "milagrera"), algunos pocos más se admiraban de los estigmas. Pero ver la secuencia completa de la existencia de este capuchino permite descubrir más, mucho más en él, y llegar a una lectura teológica de su vida.


Los estigmas son algo llamativo, realmente extraordinario, y también recibió la gracia de la transverberación como Santa Teresa (su corazón herido casi físicamente por el Amor de Dios)... pero los estigmas son reflejo de algo aún más profundo: estaba dispuesto a vivir la Pasión de Jesucristo sin recortar nada, sin ahorrarse nada. La cruz no era un símbolo para él: ¡era su vida! Amó tanto a Jesús que hasta físicamente estaba unido a Él. ¿Pero no es ese el camino de todo cristiano, sacerdote o casado, religioso o profesional en el mundo laboral? ¡Y tememos las mortificaciones, las penitencias! ¡Protestamos por cualquier cruz! Tal vez será que nos falta amor a Jesucristo.


"El mal se combate con buenas obras": así lo entendía el padre Pío y así lo puso por obra. La obra mayor y más evidente la "Casa del sufrimiento", el hospital, pero lo más invisible, las horas de confesionario librando a las almas de sus angustias y pecados para que viviesen con la alegría y la santidad de los hijos de Dios. No pronunció un discurso sobre lo mal que estaba el mundo, un eterno lamento sobre "adónde vamos a llegar". No. Se puso manos a la obra, movido por la caridad y la esperanza cristianas. Ésta es nota común de todos los santos: "construir en positivo", vencer el mal a fuerza de bien sin quejas ni lamentos ni vaticinios proféticos de desolación.


Otro punto, más delicado aún, refleja la existencia teológica del Padre Pío. Vivió en amor y obediencia a la Iglesia siempre, aun cuando, como muchos otros santos -canonizados o no- fue cuestionado por la propia Iglesia, se le redujo al silencio, se le prohibió predicar, confesar y decir Misa en público, se creyeron las autoridades eclesiásticas las calumnias que contra él vertían. Pero de sus labios jamás salió una palabra amarga o dolorida contra la Iglesia, sino que obedeció y la amó en silencio. ¿Hay algún santo que pueda dudar de la Iglesia o hablar mal de ella? ¿Algún santo consideró que su camino era superior y se revolvió contra la Iglesia? ¡Ninguno! Todos los santos amaron a la Iglesia con la totalidad de su persona incluso cuando fueron incomprendidos o acusados o desterrados injustamente. Y es que la "persecución de los buenos" es la más terrible, cuando creyendo defender los derechos de Dios y el orden establecido, se oponen contra la obra de Dios en un santo. Pero Dios, con el tiempo, hace brillar la verdad, y el santo siempre es restituido después de la dura prueba. ¡El amor a la Iglesia, incluso en los extremos de ser de alguna manera maltratado, es marca de garantía de la verdadera santidad! Ante el conflicto que se presenta con la autoridad eclesiástica, el padre Pío obedece y ama.


Un último aspecto, ya que no se puede agotar la figura del santo: la oración. Él siempre oraba, oraba mucho, dedicaba grandes espacios de tiempo a la oración con Jesús. Y sabía que la oración es lo que mueve el mundo y lo que más falta hacía en la Iglesia. Por eso él crea los Grupos de Oración, cada vez con mayor difusión, cada vez con mayor número de miembros: seglares entregados al Señor en el mundo mediante la vida de oración. El mundo se regenera con la oración, la Iglesia crece y vive por la oración, los santos lo fueron por su vida de oración. ¿Hace falta más argumentación?


Santo místico, taumaturgo, impulsor de innumerables conversiones, gran sentido del humor, naturalidad en sus formas, oración incesante, caridad desbordante con enfermos y niños... Toda una figura que actualiza el Evangelio para nosotros hoy como un haz de la luz de Cristo.


Gracias a mis monjas por el DVD, siempre tan atentas.
San Pío, intercede por la Iglesia.



2 comentarios:

  1. Pedro Arroyo Gómez.23 septiembre, 2009 19:43

    Yo, como el autor del blog, no conocía en profundidad la figura del Padre Pío.
    Hoy, después de la lectura detallada de este escrito, me ha impresionado la vida de esta persona y sobre todo la idea tan denostada de que el mal se combate con buenas obras.
    Esta enseñanza es preciosa, pero que difícil es ponerla en práctica. Está claro, y así nos lo enseña el Padre Pío, que para conseguir todo esto hay que acudir a la oración y entre todos regenerar este mundo.
    Hoy tengo que pedir a Dios, no juzgar a la Iglesia, y motivarme para la oración, fuente de todo alimento espiritual.
    Es importantísimo, como dice el blog, crear grupos de oración, hoy tan abandonados.
    Tomemos nota todos, Sacerdotes y laicos.
    Un saludo.

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  2. No estaría mal la creación de Grupos de oración: formación semanal, retiros y compromiso diario de oración... Pero ¡qué difícil! A veces esa oferta parroquial no da resultado, porque se piensa que no sirve de nada, que lo importante son las obras, la pastoral, la chocolatada...

    ¡Qué necesario es un cambio de mentalidad!

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