Llegamos al final de un largo recorrido, tan largo y amplio que nos ha permitido comprobar la riqueza contenida en las palabras de un texto litúrgico venerable, antiguo: la bendición del Óleo de los enfermos.
La eucología -es decir, la oración litúrgica de la Iglesia, el texto litúrgico- es fuente de referencia para la teología y para la espiritualidad, así como para la pastoral, que buscará iniciar a sus hijos en la sacramentalidad de la Iglesia.
Así es esta hermosa plegaria que el Obispo pronuncia en la Misa crismal:
Señor Dios,
Padre de todo consuelo,
que has
querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo:
escucha con amor
la oración de nuestra fe
y derrama
desde el cielo tu Espíritu Santo Defensor sobre este óleo.
Tú que has
hecho que el leño verde del olivo
produzca
aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo,
enriquece con
tu bendición + este óleo,
para que
cuantos sean ungidos con él
sientan en el
cuerpo y en el alma
tu divina
protección
y experimenten
alivio en sus enfermedades y dolores.
Que por tu
acción, Señor,
este aceite
sea para nosotros óleo santo,
en nombre de
Jesucristo, nuestro Señor.
Él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
Es importante que todos adquiramos el ritmo, el hábito, el método, de acudir a la eucología para sumergirnos en el Misterio y conocer la liturgia.
5. La eucología, escuela de teología y vida
Comentar
una plegaria litúrgica y, en general, profundizar en los textos litúrgicos
responde siempre a la necesidad de una mistagogia desde los mismos ritos de la
liturgia y la contemplación sosegada del Misterio mediante la eucología. Cuando
ésta es saboreada se abren nuevas perspectivas para la teología y para la espiritualidad,
y esta misma eucología reclama una profundización remitiendo una y otra vez a
otras fuentes fundamentales: la
Escritura y la
Tradición, fuentes siempre de inspiración eucológica. Lo
hemos comprobado en la oración “Emitte”.
Un texto eucológico deviene entonces
una cierta lectura e interpretación de los textos bíblicos, dándonos una clave
exegética y viendo que es misma Palabra de Dios se convierte en eucología y,
por tanto, en Palabra eficaz (performativa), en sacramento que se comunica y se
da. La Palabra,
por la eucología, se convierte en sacramento.
La
eucología es necesaria para conocer la teología de cada sacramento; no solamente
hay que acudir a las fuentes de la
Tradición y del Magisterio, sino que también hay que beber la
teología orada que representa la eucología. Cada plegaria de la eucología mayor
expresa la fe de la Iglesia
sobre el sacramento, por ello la teología, la espiritualidad y la pastoral,
ineludiblemente, deben acercarse a los textos litúrgicos si creemos de veras
que lex orandi, lex credendi.
La
sacramentología a veces carece de esta referencia litúrgica básica y elabora
sus diferentes tratados sólo desde los datos bíblicos, la Tradición, el Magisterio
y la síntesis dogmática, pero ¡cuánta belleza, cuánta teología, qué filón de
riqueza para el pensamiento teológico se hallan en las oraciones de la liturgia
eclesial! No digamos nada de la
pastoral, que adolece de la falta de una mistagogia seria que introduzca a los
fieles en el Misterio celebrado desde la misma celebración y sus oraciones.
Es
incomprensible elaborar una teología del Bautismo sin meditar y glosar la gran
plegaria de bendición del agua bautismal[1];
resultaría extraño un planteamiento teológico o catequético sin ver la
referencia a la unción que ofrece la plegaria de consagración del crisma sobre
el valor y alcance de participar de la Unción de Cristo[2]; o
tratar la Eucaristía
sin estudiar las anáforas eucarísticas. Lo mismo ocurriría con el sacramento de
la Unción si
no se tuviese en cuenta la plegaria de bendición del Óleo que hemos ido
considerando. En esta plegaria eucológica se encuentra la contemplación de la
obra sanadora de Dios en Cristo, Médico nuestro, la actuación del Espíritu
Santo en el enfermo, el valor del aceite y los efectos del sacramento en el
enfermo.
Cuando
la teología sistemática incluye en su reflexión la eucología litúrgica, con su
clara referencia bíblica y el poder simbólico del lenguaje litúrgico, se
convierte entonces en una teología orante, una teología que induce a
contemplar, vivir y amar el Misterio que se sigue comunicando en la liturgia
eclesial.
Es entonces cuando la teología se enriquece sobremanera y deviene una
auténtica teología espiritual, al estilo de aquella teología que elaboraron los
Padres y que hoy es urgente recuperar.
[1] El Catecismo ofrece las
prefiguraciones del bautismo en la Antigua Alianza partiendo de la plegaria de
bendición del agua: nn. 1217-1222, y una pequeña cita sobre la bendición en el
conjunto de la celebración en n. 1238.
[2] Una leve alusión la
encontramos en el Catecismo n.1297, conectando la unción de la Confirmación con la
consagración del crisma el jueves santo, ofreciendo a modo de referencia sólo
un fragmento de la plegaria de consagración del Patriarca en la liturgia de
Antioquía.
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