Figuras de la unidad de la Iglesia, para la teología del gran San Cipriano, son la túnica inconsútil de Jesucristo, la imagen de la casa como signo de concordia y también el pan y el vino eucaristizados, es decir, el sacramento eucarístico.
La imagen del pan y del vino eucarísticos es
de gran belleza y presenta el tema de la unidad desde la misma Eucaristía. La Eucaristía es momento
de comunión, es la Iglesia
toda la que realiza la oblación, el sacrificio pascual de Jesucristo y lo
ofrece al Padre.
Toda la asamblea litúrgica participa de un solo pan y un solo
cáliz, mostrando así la unidad. Es el argumento principal de Pablo: "el
cáliz de bendición que bendecimos ¿no es la comunión con la sangre de Cristo?
Porque no hay más que un solo pan, todos formamos un solo cuerpo, puestos todos
participamos de un mismo pan" (1Cor 10, 16s), y como consecuencia, la
unidad, si no es así, no es la cena del Señor: "cuando os reunís, hay
entre vosotros divisiones, y en parte lo creo; pues es necesario que haya
disensiones entre vosotros para que se manifiesten los que son de virtud
probada. Cuando, pues, os reunís en común, ya no es eso comer la Cena del Señor"
(1Cor 11, 18-20).
La
Eucaristía, signo de unidad, requiere que exista ésta para
que se celebre auténticamente la
Cena del Señor. Esta idea la toma Cipriano, presentando un
argumento distinto, de extraordinaria belleza; el pan eucarístico es signo de
unidad:
"en él se encuentra figurada, además, la unidad el pueblo cristiano; del mismo modo que muchos granos reducidos a la unidad y juntamente molidos y amasados hacen un solo pan, así en Cristo, que es pan celestial, sepamos que hay un solo cuerpo al cual está unido y aunado nuestro número" (Epist. 63,13);
"porque cuando el Señor llama a su cuerpo pan, formado por la unión de muchos granos, indica aunado a nuestro pueblo, al cual llevaba; y cuando llama sangre al vino exprimido de racimos y uvas, y reducido a la unidad, da a entender asimismo a nuestro rebaño unido con la fusión en la unidad de multitud" (Epist. 69,5).
Comulgar el mismo pan y el mismo cáliz
tiene que ser un signo visible y real de la unidad de toda la Iglesia; el pan formado
por muchos granos recuerda a los cristianos que ellos mismos tienen que ser
amasados en un solo pan, que es Cristo.
Más aún, el razonamiento de Cipriano es
más incisivo. El pan es Cristo mismo, formado por muchos granos, al igual que la Iglesia. Como los
granos están unidos, así la
Iglesia para que esté unida a Cristo el Señor, tiene que
hacer realidad en ella este misterio eucarístico. Es la unidad de los creyentes
entre sí, la unidad de la
Iglesia y la unidad
con el Señor Jesucristo. Esto es lo que se desprende del pensamiento de
Cipriano. S. Juan Crisóstomo (s. IV) lo desarrolla mucho más explícitamente que
Cipriano. Dice así el Crisóstomo:
"¿qué es el pan? El Cuerpo de Cristo. ¿Qué se hacen los que lo reciben? Cuerpo de Cristo. No muchos cuerpos, sino un solo cuerpo. Pues así como el pan está hecho de muchos granos de tal manera unidos que no aparecen por ninguna parte, sino que están ciertamente en él, mas la diferencia entre ellos desaparece totalmente por su mutua fusión; así nosotros nos unimos mutuamente y con Cristo" (1Cor. Hom. 24. nº 2).
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