Veíamos antes que, según
los Padres, "ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo" (S.
JERÓNIMO, Comentario al profeta Isaías, prólogo). De ahí se sigue que
tenemos que conocer las Escrituras para conocer a Cristo, sentido último de la Palabra.
Es una
lectura actual la que tenemos que hacer para comprender las Escrituras: es una
Palabra actual, dirigida a cada uno de nosotros. Así lo expone Orígenes:
"lo que se nos acaba de leer es siempre actual, y no solamente en el mundo que figura a Egipto, sino en cada uno de nosotros" (ORÍGENES, Homilía sobre el Éxodo, 2,1).
Para los Padres, la Escritura es un alimento
espiritual necesario, imprescindible. Lo expone S. Jerónimo, gran amante de la Escritura:
"Cuando comemos el libro del Señor, con la asidua meditación en el tesoro de nuestra memoria, se llena nuestro vientre espiritual y se hartan nuestras entrañas" (S. JERÓNIMO, Comentario al profeta Ezequiel).
Una última clave para
los Padres es el sentido de la lectura que tenemos que hacer. Una primera
lectura literal, y otra más profunda, descubriendo, bajo alegorías y metáforas,
a Cristo mismo.
"Debemos entender la Sagrada Escritura, primero según la letra, cumpliendo moralmente las cosas que están mandadas. Después alegóricamente, esto es, según la inteligencia espiritual. Finalmente, según la bienaventuranza, de las cosas futuras" (S. JERÓNIMO, Comentario al profeta Amós).
IV.
CLAVES TEOLÓGICAS.
Cristo es el filtro del
A.T. Todo ha de pasar por Él, porque es Jesucristo el que aclara el sentido
definitivo y último de la
Escritura... Él es su plenitud, y todo lo que no concuerde
con el Evangelio, habrá que rechazarlo. Cristo está en figura, de forma oculta,
como con un velo, en todo el A.T., en el éxodo, en los profetas... en todo el
A.T. Todo se refiere a Cristo, y hay que irlo descubriendo.
Y la Escritura está dirigida
a ti, en tus circunstancias, en tu historia, aquí y ahora. No es un relato
histórico de algo pasado, no es una novela ni un mensaje moral, sino una
palabra viva, dirigida a ti, a tu corazón. Y así, cuando lees la Palabra, es Dios el que te
está hablando a ti personalmente. Ésa es la forma clave de leer la Palabra. Toda tu
vida está escondida en la
Palabra, y ella es la que ilumina tu vida y tu existencia y
te va iluminando en tu camino...
La Palabra da fruto de por sí
en el corazón de cada hombre, pero lo importante para que dé fruto es el
corazón en que esta Palabra es sembrada. Basta leer la parábola del sembrador
(Mc 13): Jesucristo siembra la
Palabra en nuestros corazones, pero ¿damos frutos?
"Cada árbol se
conoce por los frutos" (Lc 6,44a), y esta
Palabra tiene que ir dando en nosotros los frutos del Espíritu (Gal 5,22-23),
si no es así, no nos estamos dejando invadir por el Espíritu Santo y no nos
dejaremos transformar.
Tenemos
que ser una tierra buena, unos sarmientos (Jn 15) que den fruto, que den uvas,
no agrazones; una higuera que no puede ser estéril...
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