4. “Bendito seas por siempre,
Señor”.
Como
hemos ido viendo, esta fórmula litúrgica es profundamente bíblica y anclada en
las Escrituras. Con ella, los fieles aclaman a Dios.
El
uso más común y extendido es como respuesta a las dos oraciones que el
sacerdote puede (no debe siempre, mejor en silencio) pronunciar en voz alta
sobre la patena y luego sobre el cáliz: “Bendito seas, Señor, Dios del
universo, por este pan…”
Pero
en la liturgia hay otros momentos en los que el sacerdote pronuncia algunas
fórmulas, casi en forma de letanía, a las que igualmente se responde así,
“bendito seas por siempre, Señor”. Hagamos el recorrido por algunos libros
litúrgicos.
5.
En el ritual del Bautismo de niños se ofrecen dos formularios alternativos para
bendecir el agua, que se pueden emplear como acción de gracias sobre el agua si
ya está bendecida. En ambos formularios, los fieles responde: “Bendito seas por
siempre, Señor”.
El
primer formulario (RBN 217) comienza por tres invocaciones dirigidas a cada una
de las Personas de la
Trinidad:
Bendito seas,
Dios Padre todopoderoso, porque has creado el agua que purifica y da vida.
R/ Bendito
seas por siempre, Señor.
Bendito seas,
Dios Hijo único del Padre, Jesucristo, porque de tu costado abierto hiciste
brotar agua junto con la sangre, para que de tu muerte y resurrección naciera la Iglesia.
R/ Bendito
seas por siempre, Señor.
Bendito seas,
Dios Espíritu Santo, porque ungiste a Cristo bautizado en las aguas del Jordán,
para que nosotros seamos bautizados en ti.
R/ Bendito
seas por siempre, Señor.
Continúan
unas peticiones y una breve oración final.
El
segundo formulario (RBN 218) posee igualmente tres invocaciones, esta vez
dirigidas sólo a Dios Padre, con idéntica respuesta de los fieles:
Te bendecimos,
Padre misericordioso, porque de la fuente del Bautismo hiciste brotar en
nosotros la nueva vida de hijos de Dios.
R/ Bendito
seas por siempre, Señor.
Te bendecimos,
Padre misericordioso, porque reúnes en un solo pueblo, por el agua y el
Espíritu Santo, a todos los bautizados en tu Hijo Jesucristo.
R/ Bendito
seas por siempre, Señor.
Te bendecimos,
Padre misericordioso, porque envías a los bautizados para que anuncien con gozo
a todos los pueblos el Evangelio de Cristo.
R/ Bendito
seas por siempre, Señor.
El
sacerdote concluye con una plegaria final.
6.
En el Ritual del sacramento de la
Unción de enfermos se prescribe, antes de la Unción, una acción de
gracias sobre el óleo ya bendecido, que es la materia del sacramento, poniendo
de relieve su centralidad en esta acción sacramental: tres invocaciones
dirigidas a cada Persona de la
Trinidad, respondiendo los fieles: “Bendito seas por siempre,
Señor” (RU 142); esta misma invocación, pero con una oración final distinta, se
ofrece si hay que bendecir el óleo dentro del rito (cf. RU 141):
Bendito seas,
Dios, Padre todopoderoso, que por nosotros y por nuestra salvación enviaste a tu
Hijo al mundo.
R/ Bendito
seas por siempre, Señor.
Bendito seas,
Dios, Hijo unigénito, que te has rebajado haciéndote hombre como nosotros, para
curar nuestras enfermedades.
R/ Bendito
seas por siempre, Señor.
Bendito seas,
Dios, Espíritu Santo Defensor, que con tu poder fortaleces la debilidad de
nuestro cuerpo.
R/ Bendito
seas por siempre, Señor.
7.
Mucho más frecuente y extendido es su uso en el Bendicional.
La
plegaria para bendecir los trabajos de un nuevo edificio comienza con unas
preces (Bend 528) a la que todos van respondiendo: “Bendito seas por siempre,
Señor”:
Invoquemos,
queridos hermanos, a Dios, Padre todopoderoso, para que la obra que hoy
comenzamos contribuya a la edificación del reino de Dios y nos una a Cristo,
piedra angular, en la fe y en la caridad. Digámosle: R/ Bendito seas por
siempre, Señor.
-Tú que nos
has dado la inteligencia y la fuerza para ser colaboradores de tu obra. R/
-Tú que por tu
Hijo, nuestro Señor, has querido edificar tu santa Iglesia sobre piedra firme.
R/
-Tú que, por
el Espíritu de tu Hijo, nos haces entrar en la construcción del templo
espiritual en el que quieres hacer morada. R/… etc.
Hay
otras ocasiones en que, en lugar de ser la respuesta, forma parte del cuerpo de
las peticiones recitadas por un lector o por el sacerdote. Por ejemplo, las
preces al bendecir un laboratorio, taller o tienda (Bend 678):
-Bendito seas,
Señor, que nos has dado la ley del trabajo, para que, con nuestra inteligencia
y nuestros brazos, nos dediquemos con mayor empeño a perfeccionar las cosas
creadas.
-Bendito seas,
Señor, que quisiste que tu hijo, hecho hombre por nosotros, trabajara como
humilde artesano.
-Bendito seas,
Señor, que has hecho que en Cristo nos fuera llevadero el yugo y ligera la
carga de nuestro trabajo…
El
mismo estilo, “¡Bendito seas por siempre, Señor!”, en las preces para bendecir
locales de medios de comunicación social (Bend 696):
-Bendito seas,
Señor, sabiduría eterna, que iluminas la mente de los hombres y, con tu
bendición, haces progresar sus iniciativas.
-Bendito seas,
Señor, que a través de las realidades visibles nos animas a escrutar las
invisibles.
-Bendito seas,
Señor, que descubres siempre los secretos de tu omnipotencia a los que te buscan
de verdad…
Asimismo,
en el rito de bendición de animales, las preces (Bend 816):
-Bendito seas,
Señor, que creaste a los animales y los pusiste bajo nuestro dominio para que
nos ayudaran en nuestro trabajo.
-Bendito seas,
Señor, que para rehacer nuestras fuerzas nos das como alimento la carne de los
animales.
-Bendito seas,
Señor, que, para entretenimiento de tus hijos, nos das la compañía de los
animales domésticos…
Al
bendecir una nueva sede de la penitencia, un nuevo confesionario, las preces
llaman a Dios “bendito” (Bend 1044):
-Bendito seas,
Señor, que entregaste a tu Hijo por nuestros pecados para que nos arrancara de
las tinieblas del pecado y nos introdujera en la luz y la paz de tu reino.
-Bendito seas,
Señor, que por el Espíritu Santo purificas nuestra conciencia de las obras
muertas.
-Bendito seas,
Señor, que has dado a la
Iglesia santa las llaves del reino de los cielos para que las
puertas de tu misericordia queden abiertas para todos…
Igualmente
hallamos oraciones que se inician con “Bendito seas, Señor”. Por ejemplo, la
bendición de las familias en sus casas (Bend 85):
Bendito seas,
Señor,
que en la Pascua del Antiguo
Testamento
conservaste
intactas las casas de tu pueblo escogido,
rociadas con
la sangre del Cordero,
y que en los
sacramentos de la nueva Alianza,
nos diste a tu
Hijo Jesucristo…
También
en la bendición de las asociaciones de ayuda en las necesidades públicas:
Bendito seas,
Señor, Dios de misericordia
que en tu Hijo
nos has dado
un admirable
ejemplo de caridad… (Bend 457).
Asimismo,
en la bendición de un nuevo hospital o centro de enfermos:
Bendito seas,
Dios y Padre nuestro,
que, por medio
de tu Hijo,
encomendaste
al pueblo que anda en una vida nueva
el cuidado y
la solicitud por los enfermos… (Bend 661).
Como
también en la bendición de algunos instrumentos técnicos:
Bendito eres,
Señor, Dios nuestro,
y digno de
toda alabanza,
tú que,
mediante el ingenio y el trabajo del hombre,
cuidas del
progreso de toda la creación… (Bend 764).
Bendecir
a Dios es gratitud y alabanza hacia Quien primero nos ha bendecido, en Cristo,
constantemente. Ese lenguaje lo asume la Iglesia y lo emplea en su liturgia. “Bendito seas
por siempre, Señor”.
Los fieles aclaman a Dios, es muy interesante este aspecto porque no responden al sacerdote, pues están sentados, es una aclamación a Dios.
ResponderEliminarAbrazos fraternos.