viernes, 21 de marzo de 2014

Padeció, fue sepultado... (III)

La redención de Cristo al hombre se produce por su Misterio pascual. Para eso ha venido, aceptando voluntariamente la pasión.


Creemos que en un tiempo histórico concreto, datable, "bajo Poncio Pilato", padeció su pasión y su cruz por nuestros pecados; fue sepultado porque verdaderamente murió en la carne; descendió a los infiernos, anunciando la salvación a los justos que aguardaban en sombras de muerte y rescatándolos; al tercer día, resucitó.

Ni es un mito ni es un relato simbólico para deducir que Jesús vive "en" los corazones, sino que son acontecimientos históricos salvadores, puesto que se dieron en la historia y hay testigos que anuncian lo que han visto, oído y tocado con sus manos.

Por eso profesamos:

Creo en Jesucristo...
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos.


"n. 7. Convenía, pues, que, haciéndose hombre, no sólo se hiciese visible el invisible y naciese temporalmente el que es coeterno con el Padre, sino también que fuese apresado el intocable, colgado del madero el invencible, clavado el inviolable; que muriese en la cruz la vida y la inmortalidad y fuese colocada en el sepulcro.

Todo esto lo sufrió el hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. De donde se sigue que hemos de creer en el corazón para la justicia y profesar con la boca para la salvación que el mismo hijo unigénito de Dios no sólo nació hombre de hombre, sino que también sufrió todo lo humano hasta la muerte y sepultura. 

Siendo el hijo único de Dios nuestro Señor Jesucristo es su totalidad, la Palabra y el hombre, y, para decirlo más claramente, Palabra, alma y carne, se aplica a la totalidad el que en su alma estuvo triste hasta la muerte, puesto que quien estuvo triste fue Cristo, el hijo único de Dios. A la totalidad se refiere igualmente el haber sido crucificado, aunque sólo en el cuerpo, puesto que fue crucificado Jesucristo, el hijo único de Dios.

A la totalidad se aplica también el haber sido sepultado, aunque en la sola carne, puesto que fue sepultado Jesucristo nuestro Señor, el hijo único de Dios. Desde que hemos comenzado a decir que creemos en Jesucristo, su hijo único y Señor nuestro, todo lo restante que se afirma de él no ha de entenderse sino de Jesucristo, el hijo único de Dios y Señor nuestro.

No os cause extrañeza: decimos que Jesucristo, el hijo único de Dios y Señor nuestro, fue sepultado, aunque lo fue solamente su carne, del mismo modo que decimos, por ejemplo, que el apóstol Pedro yace hoy en el sepulcro, aunque digamos con toda verdad que él goza del descanso con Cristo. En ambos casos hablamos del mismo apóstol, pues no hay dos apóstoles de nombre Pedro, sino uno solo. De la misma persona decimos, por tanto, que yace en el sepulcro con sólo el cuerpo y que goza con Cristo con sólo el espíritu. Añadimos: Bajo Poncio Pilato, ya se para indicar el cuándo, ya para recomendar más vivamente la humildad de Cristo, que tanto padeció, teniendo por juez a un hombre, él que con tanto poder ha de venir como juez de vivos y muertos".

(S. Agustín, Serm. 214, n. 7).

3 comentarios:

  1. Es un misterio tan grande este del anonadamiento del Verbo encarnado, durante su pasión y muerte, que nos debería dejar atónitos y mantenernos siempre en pura contemplación de semejante y divino acto de amor hacia los pecadores.
    Muy hermoso el texto de San Agustín.

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  2. Ningún historiador medianamente serio pone hoy en duda la vida y muerte de Jesús en la cruz y su sepultura.

    En un pequeño resumen la bella Liturgia de las horas del Sábado Santo nos habla de la sepultura y también del descenso a los infiernos: Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está sobrecogida, porque Dios se ha dormido y ha despertado a los que dormían desde antiguo. Dios hecho hombre ha muerto y ha conmovido la región de los muertos. Quiere visitar a los que yacen en las tinieblas y en las sombras de la muerte. El Señor se acerca a ellos, llevando en sus manos el arma victoriosa de la cruz. Y a ti te mando: ¡Despierta, tú que duermes!, pues no te creé para que permanezcas cautivo del abismo ¡Levántate, salgamos de aquí!

    Descendió a los infiernos: confesamos que Jesús penetró en el vacío de la muerte para romper sus lazos con la victoria pascual de la vida. Es lo que fue a anunciar a los infiernos, dicen los Padres: El Señor descendió para anunciar el perdón de los pecados a cuantos creen en Él. Ahora bien, creyeron en Él cuantos antes ya esperaban en Él, es decir, quienes habían preanunciado su venida y cooperado a sus designios salvíficos: los justos, los profetas, los patriarcas. Como a nosotros, también a ellos les perdonó los pecados.

    Siempre que hablamos en la Iglesia de la muerte y resurrección de Cristo me acuerdo de los siete hermanos macabeos y de su valiente madre.

    Tú que subiste a Jerusalén para sufrir la pasión y entrar así en la gloria, conduce a tu Iglesia a la Pascua eterna (de Laudes).


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  3. Padeció y fue sepultado. ... y muchas más cosas. La primera que nos ha amado y nos ha creado. Ese mismo, es el que padeció y fue sepultado. Quien lo comprenda, mejor para el. No es mi caso, ni lo ambiciono. La confianza es la que lo abarca. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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