Dios tiene una medida distinta a la humana; los ritmos de Dios no son, ni mucho menos, los ritmos del hombre y en su pedagogía divina, sufrimientos y tribulaciones son educativos y requieren su propio tiempo que acrisolan al hombre, aunque éste, sumergido en oscuridad y dolor, desea una salida inmediata.
Dios, como Médico, ofrece sus remedios al sufrimiento, pero a su debido tiempo, formando parte de su plan salvador.
"¿Por qué permite que nos atribulemos y no viene inmediatamente en nuestro socorro? ¿Por qué? Para que nos ocupemos asiduamente de solicitar su auxilio, nos refugiemos en Él y le llamemos constantemente en nuestro auxilio. Esto explica los dolores físicos, la carestía de frutos, el hambre: para que por estas tribulaciones, estemos siempre pendientes de Él y de este modo, mediante las tribulaciones temporales, logre hacernos heredar la vida eterna.
De manera que también por ello debemos dar gracias a Dios, pues por tantos medios es médico y salvador de nuestras almas" (S. Juan Crisóstomo, Hom. IV sobre la conversión, n. 5).
La tribulación engendra paciencia y la paciencia virtud probada, fortaleciendo al hombre interior. Son pues momentos de grandes bienes y de crecimiento, aunque éste sea lento y doloroso. Sabemos, por experiencia, que este proceso es el que da madurez y hondura a la persona, mientras que, quien no pasa por la tribulación, suele permanecer muy infantil, inmaduro, caprichoso, arbitrario.
"Por todo esto debemos refugiarnos continuamente en Él. En toda clase desesperación busquemos confortación en Él. En todo tipo de sufrimiento busquemos su liberación, pidiendo su auxilio en toda tentación. Pues por muy terribles y grandes que sean los males, de todos nos puede liberar y apartar. Pero no basta con eto, sino que su bondad nos dispensará plena seguridad y energía y verdadera gloria; salud del cuerpo, sabiduría del alma, esperanza pronta para no pecar fácilmente. Por tanto, no murmuremos como siervos ingratos, ni acusemos al Señor, sino démosle gracias por todo, considerando que la sola y única cosa espantosa es pecar contra Él" (Ibíd.).
Ante las tentaciones y los sufrimientos, conservemos la paz, fruto del Espíritu Santo en nosotros.
"El que se ve atormentado en su alma con sufrimientos por insidias del enemigo no piense que se aleja de Cristo porque sufre tales perturbaciones, antes bien considérese por ello más apreciado de Dios si, mientras sufre estos males, no acusa a Dios, sino que lo alaba" (S. Isidoro, Sentencias, III, 4,4).
En las luchas del mundo conservemos el valor y la paz porque Cristo ha vencido el mundo. Su paz nos la dejó, ella nos sostiene.
El médico nos hace sufrir con frecuencia, para curarnos. Eso lo aceptamos como un mal necesario a un bien mayor. Deberíamos aplicar esta regla en todo sufrimiento de la vida. Y dar gracias al divino médico por poner siempre remedio adecuado a nuestro pecado, a nuestro mal. Sería bueno pedir entendimiento para comprender la cura, mientras la estamos padeciendo. Así la llevaríamos mejor, con más paciencia y paz interior.
ResponderEliminarFelicitas:
EliminarLo que vd acertadamente expone se llama "pedagogía de Dios" o también "economía", dispensación de la salvación.
Dios sabe el tiempo y el ritmo con el que hacernos madurar y santificarnos.
Él sabe en qué camino estoy: si me prueba en mi crisol, saldré puro como el oro, dice Job y Jesús se dirige a nosotros: “En el mundo tendréis tribulaciones pero tened ánimo, yo he vencido al mundo".
ResponderEliminarTomás Moro, mi compañero de profesión y amigo, escribe en la torre de Londres "Un diálogo de la fortaleza contra la tribulación" narrando el diálogo que mantienen Antonio y Vicente sobre las adversidades de los cristianos perseguidos por su fe. El santo sabía que estaba solo a pesar de las visitas de su hija, e hizo de la pasión de Cristo el centro de su contemplación; se ensimisma en Cristo.
Está solo en el convencimiento de la verdad: no hay apariciones, voces celestiales, ni arrebatos místicos pero Tomás persevera anclado en Cristo. Sólo cuenta con su fe y su razón; ha formado su conciencia durante largo tiempo con estudio y reflexión; ama a su rey, que le envía a la muerte, y a su patria pero su convicción es honda y superior su amor a Cristo y a la Iglesia. "La batalla está ganada" le dice a su yerno, ganada en lo más profundo del santo, la batalla frente a la tentación, el miedo y la mentira porque Cristo ya la ha ganado.
Dos frases de mi querido compañero Tomás: Dichosos los que saben distinguir una montaña de una piedra, porque se evitarán muchos inconvenientes. Dichosos los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar, evitaran muchas tonterías
Y una oración de san Eulogio, mártir cordobés:
Danos, Señor, tu ayuda en la tribulación. Ayuda eficazmente a nuestra fragilidad en esta hora de la prueba. Sé nuestro auxilio poderoso contra las huestes del demonio y de nuestros enemigos. Para nuestra defensa, embraza el escudo de tu divinidad y mantennos en la resolución de seguir luchando virilmente por ti hasta la muerte.
Julia María:
EliminarNo conozco a fondo ni los escritos ni la biografía de santo Tomás Moro (exceptuando la película...), pero gracias por el aporte que nos ofrece.
Citar a san Eulogio es tocar mi fibra sensible: eso es un golpe bajo, señora mía (jejejejje)
Los tiempos de la tribulación. El tiempo de la tribulación es este. El presente. El presente es el tiempo en el que ocurre toda tribulación. Me da por pensar que la confianza es lo que solventa cualquier tribulación. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.
ResponderEliminarAntonio Sebastián:
EliminarMe refería a las tribulaciones presentes en la vida personal, no tanto a la tribulación del tiempo y de la historia.
No creo que la confianza "solvente" la tribulación, sino que ayuda a vivirla. La solventa, es decir, la resuelve, la intervención directa de su Providencia. Mientras, confiemos...
Desde hace meses pasamos por momentos difíciles en la familia, que nos van haciendo tomar decisiones a medida que se van presentando. En un momento pensé que no podría con la carga, se me hacía imposible rezar y estar en presencia de Dios hasta que comprendí que podía sacarle provecho a la tribulación y que debía sentirme agradecida pues Dios Padre me llevaría hasta el final y el resultado sería una mayor fe, fortaleza y madurez espiritual.
ResponderEliminar¿Qué decirle, María Auxiliadora? Cuando accedemos al blog nos acordamos de vd y de su familia y están siempre presentes en nuestra oración. Creímos haber entendido que habían dejado su país para establecerse en un país vecino con todo el desarraigo que ello implica; no quise preguntarle a don Javier por discreción.
EliminarEs fácil hablar, es fácil tener confianza mientras no se desmorona todo a nuestro alrededor como le sucede a su familia, y a duras penas consigues no desmoronarte interiormente. Sé que sobran las palabras pero queremos hacerle llegar nuestro calor en esta pequeña comunidad y ofrecernos para lo que puedan necesitar.
Una hermosísima película sobre unos mártires españoles, llena de ternura, “Un Dios prohibido” contiene una escena casi al final cuando a los seminaristas y al sacerdote del último grupo los atan las manos para llevarles a fusilar; uno de los muchachos, casi niños que están aprendiendo a afeitarse, dice con voz entrecortada lo que le puede salvar del martirio: no soy sacerdote; y dice la verdad pues es seminarista. Su compañero a la izquierda, el que en fotogramas anteriores pide ayuda al compañero por si fallara a la hora del martirio, le dice “es mi cumpleaños ¡no me vas a dejar solo!” Subidos a la camioneta instantes después, el joven grita con gran esfuerzo, dándose ánimo a sí mismo: ¡Viva Cristo Rey! Y allí mismo, con un par de culatazos lo matan.
Sucediera o no exactamente así, la escena es educativa; el chiquillo no podía acudir a las virtudes teologales pues ante el miedo en el que los mecanismos biológicos se activan o bloquean, ante un comprensible miedo que Jesús seguramente aceptó como precioso, sólo se puede acudir a un acto puro de voluntad: permanecer.
Un fuerte abrazo
María Auxiliadora:
EliminarNo sé por dónde anda. Rezo, eso sí, por su familia, por vd. y por Venezuela.
Julia María:
Precioso lo que nos cuenta. La gracia se puede hacer atractiva incluso por la palabra sencilla de un adolescente..., que requiere que su compañero no lo deje solo en su cumpleaños... y eso es gracia que sostiene.
¡Qué misterio de caridad el de nuestros mártires!
Querida Comunidad, gracias por tenerme presente en sus días. Estoy en Venezuela con el hijo, esperando se reanuden las actividades en la universidad para culminar y presentar su Tesis de Grado; requisito indispensable que le daría la oportunidad de solicitar visa de residente y permiso de trabajo en el país donde nos esperan mi esposo y nuestra hija. Como ven la familia se encuentra dividida. Un abrazo a todos.
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