domingo, 23 de marzo de 2014

El valor de los santos (Palabras sobre la santidad - II)

Los santos, tan presentes en la vida de la Iglesia, poseen un valor teológico más allá de la simple devoción con la que son rodeados.

¿Qué entender al hablar de la santidad? Más aún, ¿qué es un santo? Cualquier santo nos desvela las notas teológicas comunes a la santidad misma. Para ello hay que acercarse con una mirada escrutadora de la fe que supere las anécdotas o las narraciones de milagros, propias de una literatura que exalta así al personaje, para penetrar más allá y descubrir la esencia de la santidad.

El secreto de la santidad, aquel que constituye su esencia y naturaleza, y por tanto puede ser compartido perfectamente por todos y cada uno, es la amistad con Jesucristo. Un santo es un amigo de Jesucristo en largas jornadas con Él de convivencia, amistad, obediencia, fidelidad.

"El secreto de la santidad es la amistad con Cristo y la adhesión fiel a su voluntad" (Benedicto XVI, Disc. a los seminaristas, Colonia-Alemania, 19-agosto-2005).

Hasta tal punto han sido amigos de Jesucristo, que han llegado a parecerse a Él en su forma de amar, trabajar, sentir, pensar; el Evangelio que leían fue una Palabra viva para sus existencias hasta el punto de encarnarse en sus vidas, con modulaciones distintas, mostrando aspectos del Evangelio en circunstancias y épocas distintas. Pero se atrevieron a plasmar el Evangelio, releyéndolo con la propia vida.


""Es la muchedumbre de los santos -conocidos o desconocidos- mediante los cuales el Señor nos ha abierto a lo largo de la historia el Evangelio, hojeando sus páginas... En sus vidas se revela la riqueza del Evangelio como un gran libro ilustrado" (Benedicto XVI, Disc. en la vigilia de los jóvenes, Colonia-Alemania, 20-agosto-2005).

En las épocas oscuras de la historia, cuando todo parecía tambalearse con ideologías de distinto género, nunca han faltado santos que han sido rayos de luz, señalando caminos transitables y verdaderos por los que ir, sin perderse en la oscuridad.

"Son la estela luminosa que Dios ha dejado en el transcurso de la historia, y sigue dejando aún" (Ibíd.).

Hoy, los santos siguen siendo elocuentes; de ellos podremos aprender mucho si los tomamos como referencias, como guías, y vemos en sus vidas la obra preciosa de la Gracia.

De ellos aprendemos "cómo se consigue ser cristianos; cómo se logra llevar una vida del modo justo: a vivir a la manera de Dios" (ibíd.).

Los santos fueron felices, plenamente felices, incluso cuando la cruz les pesaba y todo era cruz a su alrededor. Pero hallando su centro en Dios, desarrollaron su humanidad plenamente, y lo hicieron entregándose sin reservas.

"Los beatos y los santos han sido personas que no han buscado obstinadamente la propia felicidad, sino que han querido simplemente entregarse, porque han sido alcanzados por la luz de Cristo. De este modo, ellos nos indican la vía para ser felices y nos muestran cómo se consigue ser personas verdaderamente humanas" (ibíd.).

Así vemos qué valor encierra la santidad para la vida de la Iglesia y podemos aprender a tratar con los santos de una forma nueva.


3 comentarios:

  1. A mi los santos me dejan sin palabras. Me da por pensar que la santidad consiste en que el AMOR sin MEDIDA que nos llega de DIOS, salga de nosotros también sin medida, y no medido, como suele pasar. Alabado sea DIOS.
    Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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  2. Quiera el Señor ayudarnos a dar pasos hacia la santidad. Lo más complicado aceptar que podemos ser santos. Muchos nos vemos incapaces de dar un sólo paso. Que Dios le bendiga D. Javier :D

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  3. Laín Entralgo definía la amistad como la comunicación llena de amor entre dos personas en la cual, para el bien mutuo de éstas, se realiza y perfecciona la naturaleza humana. Por tanto, en la amistad el uno y el otro dan lo que tienen, lo que hacen y, sobre todo, lo que son.

    “de ellos podremos aprender mucho” ¡Cuánto debo a mis santos amigos!

    “Hasta tal punto han sido amigos de Jesucristo, que han llegado a parecerse a Él”, la amistad perfecta es la de los hombres virtuosos que se parecen por su virtud (Aristóteles). Como la amistad es un amor delicado que precisa de un ambiente para nacer y de cuidados para ser cultivada, para crecer y que nunca se degrade, son necesarias determinadas características en los amigos de Jesús que Él mismo nos señala: “Sed santos como vuestro Padre celestial es santo” y "Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor, a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer”; se lo dio a conocer y ellos nos han trasmitido su Palabra viva que es el Evangelio.

    Para ser amigos de Jesús no es suficiente un amor de sentimientos, de emociones. Hay que amar a Jesús con un amor de intimidad, de compañía, de conocimiento, de entrega, de fidelidad, y hay que amarlo por Él mismo.

    Señor, gracias por nuestros santos amigos.

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