martes, 11 de marzo de 2014

Creo en Dios (I)

El primer artículo del Credo es la profesión de fe en Dios, que es Padre todopoderoso. Una amplia catequesis nos permitirá reconocer la naturaleza de Dios, su acción creadora y salvadora. Se verá su poder así como el sentido mismo de la creación, salida buena de la mano de Dios.


Esta catequesis, además, resituará la creación y lo creado en su justa perspectiva, ante el abuso de un falso ecologismo que endiosa la naturaleza en lugar de respetarla y cultivarla, cuidando igualmente del hombre (y de la vida humana incipiente).

Ésta es hoy nuestra catequesis cuaresmal.

Decimos:

Creo en Dios, Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.

y enseña la Iglesia por boca de san Agustín:

"n. 2. El creer que Dios es todopoderoso incluye que no existe absolutamente ninguna naturaleza que no haya sido creada por él. Y si castiga el pecado que él no hizo es porque afea la naturaleza que él creó.

Todas las criaturas visibles e invisibles; todas las que, como el ángel y el hombre, pueden participar, mediante la mente racional, de la verdad inconmutable; todo lo que tiene vida y sensibilidad, aunque carezca de entendimiento, como son todos los animales que pueblan la tierra, el agua o el aire, ya sean cuadrúpedos, reptiles, peces o pájaros; todo lo que, sin tener entendimiento ni sensibilidad alguna, vive de algún modo, como las plantas, que ahondan sus raíces en la tierra y al germinar brotan y crecen; todo lo que con la sola corpulencia ocupa un espacio, como las piedras y cualquier elemento de la misma mole del mundo que se ofrece a la vista y al tacto, todas estas cosas las hizo el omnipotente uniendo lo mediano con lo inferior y lo superior, y disponiendo todo lo creado en el lugar y momento oportunos. Lo hizo, pero no de materia alguna que él no hubiera hecho antes. No dio forma a una materia extraña, sino que la creó él para darle forma.

Quien dice que nada puedo hacer de la nada, ¿cómo cree que lo hizo quien es todopoderoso? Sin duda, niega su omnipotencia quien dice que Dios no hubiera podido hacer el mundo de no haber tenido con qué. ¿Qué omnipotencia es ésa, si es tan grande la indigencia que, como cualquier artesano, no puede ver el resultado de su trabajo si no viene en su ayuda la materia que él no hizo? 

Quien cree que Dios es todopoderoso, ha de purgar su mente de todas opiniones y errores. Esa llamada materia informe de las cosas, capaz de recibir cualquier forma y sometida a la acción del creador, puede convertirse en cualquier cosa según le agrade al creador. No la encontró Dios coeterna a sí mismo y de ella fabricó el mundo; al contrario, la hizo él de la nada absoluta, como las cosas que de ella hizo. Ni siquiera existió ella antes que las cosas mismas, que parecen haber sido hechas a partir de ella; por esto, el todopoderoso hizo ya desde el primer momento todas las cosas de la nada, con las cuales hizo, al mismo tiempo, aquello de lo que las hizo.

Así pues, la materia del cielo y de la tierra, dado que estas cosas fueron creadas al principio, fue concretada juntamente con ellas. No hubo nada previo de lo que Dios hizo lo que al principio hizo; y, sin embargo, fueron hechas las cosas que el todopoderoso hizo, y, una vez hechas, las ordenó, las llenó y las adornó. Si, pues, lo que hizo al principio lo hizo de la nada, también tiene poder para hacer lo que quiera de cuanto hizo, puesto que es omnipotente.

n. 3. Y no crean los malvados que Dios no es omnipotente porque hacen muchas cosas contra su voluntad, puesto que, incluso cuando hacen muchas cosas contra su voluntad, puesto que, incluso cuando hacen lo que no quiere, él hará de todo ello lo que quiere. De ningún modo cambian o vencen su voluntad: ya sea el hombre justamente condenado, ya sea misericordiosamente liberado, siempre se cumple la voluntad del omnipotente. Lo único que no puede el omnipotente es lo que no quiere. Se sirve incluso de los malos, no de acuerdo con su maldad, sino según la propia y recta voluntad.

Como los malos se sirven perversamente de su naturaleza buena, es decir, de una obra buena de Dios, así él, que es bueno, se sirve rectamente de sus buenas obras, de modo que la voluntad del todopoderoso nunca es contraria. Si él no tuviera en su mano obtener de los malos la justicia y el bien, en ningún modo les permitiría nacer y vivir. No los hizo él malos, aunque los hizo hombres, puesto que él creó las naturalezas, no los pecados, que son contra la naturaleza.

En su presciencia, sin embargo, no pudo ignorar que serían malos; pero del mismo modo que conocía los males de que ellos iban a ser autores, conocía también los bienes que iba a extraer de aquellos males. ¿Quién podrá explicar con palabras, quién podrá igualar a base de alabanzas todo el bien que nos aportó la pasión del Salvador, cuya sangre fue derramada para la remisión de los pecados? Y, sin embargo, tan gran bien se hizo realidad por la malicia del diablo, por la de los judíos, por la de Judas el traidor. Mas no es justo poner en su cuenta el bien que Dios, no ellos, aunque por medio de ellos, confirió a los hombres; es justo, en cambio, aplicarles el castigo, porque su voluntad era causar daño. Hemos podido encontrar un ejemplo, claro para todos, de cómo Dios se sirvió para nuestra redención y salvación hasta de las malas acciones del diablo, de los judíos y de Judas el traidor; del mismo modo, en las profundidades ocultas y misteriosas de cualquier criatura, adonde no llega la agudeza de nuestros ojos ni de nuestra mente, sabe Dios cómo sacar bien de los males, de manera que se cumpla la voluntad del todopoderoso en cuantas cosas se originan y se hacen en el mundo.

n. 4. Dije que lo único que no puede el omnipotente es lo que no quiere; y para que nadie piense que he sido atrevido al afirmar que hay algo que no puede el todopoderoso, dijo el bienaventurado Apóstol: Si no creemos, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo. Pero no puede porque no quiere, pues tampoco puede quererlo. Es imposible que la justicia quiera hacer lo que es injusto, o que la sabiduría quería lo que es necio, o la verdad lo que es falso. Todo lo cual nos advierte que son muchas las cosas que no puede el Dios todopoderoso, no sólo lo que dice el Apóstol, a saber, que no puede negarse a sí mismo. He aquí que yo digo y me atrevo a decir en su verdad lo que no me atrevo a negar: el Dios todopoderoso no puede ni morir, ni cambiar, ni ser engañado, ni ser desdichado, ni vencido. ¡Lejos del Todopoderoso el poder esas cosas y otras semejantes!

En consecuencia, la verdad no sólo manifiesta que él es todopoderoso por no poder tales cosas, sino también a fuerza de admitir que no lo es quien tales cosas puede. Así, pues, todo lo que Dios es, lo es porque quiere; porque lo quiere es eterno, inmutable, veraz, dichoso e invencible. Si puede ser lo que no quiere, no es todopoderoso; ahora bien, es todopoderoso; luego puede lo que quiere. Y, en consecuencia, lo que él no quiere no puede existir, pues se llama todopoderoso precisamente porque puede todo cuanto quiere. De ello habla también el salmo: en el cielo y en la tierra hizo cuanto quiso".

(S. Agustín, Serm. 214, 2-4).

4 comentarios:

  1. El Catecismo nos hace caer en la cuenta que, de todos los atributos de Dios, el Símbolo de la fe sólo recoge la omnipotencia porque en ella nuestra fe es puesta a prueba ante la experiencia del mal y el sufrimiento. A este respecto nos dice san Agustín que porque es todopoderoso “sabe Dios cómo sacar bien de los males, de manera que se cumpla la voluntad del todopoderoso”. Esto es lo que clama nuestra alma ante el dolor porque “Sólo la fe puede adherir a las vías misteriosas de la omnipotencia de Dios”. Nos pone el obispo de Hipona el ejemplo más plástico de la fe puesta a prueba: la pasión y muerte de Cristo.

    ‘Dios no existe o, si existe, no se interesa por el hombre’ dicen algunos, plasmando la dificultad que entraña la fe. Incluso para los que hemos recibido la gracia de nacer y educarnos en una familia católica llega un momento en nuestra vida en la que nos preguntamos si realmente creemos que Dios es todopoderoso. Abundan las narraciones basadas en filosofías orientales que asemejan la fe a un salto en el vacío; son narraciones pretendidamente poéticas que no responden a la fe cristiana. Si no hubiera venido Cristo al mundo podríamos quizá hablar de salto en el vacío, pero Él lo cambió todo.

    Nuestra fe no es ciega, nuestra fe sigue a Cristo. Si la oración del Padre Nuestro cambia de sabor cuando se descubre y, por tanto se reza, como regalo que hizo Jesús a sus discípulos (les regaló uno de sus tesoros, la forma de relacionarse con su Padre), la fe cambia de color cuando decimos a lo largo de nuestra vida “en tus manos encomiendo mi espíritu” tal como Él lo hizo, tal y como Él lo oró (no era la primera vez que oraba con este salmo). La fe cristiana no es un paseo romántico recogiendo margaritas al borde de un acantilado sino la Verdad (una de las últimas palabras que dirige a los hombres cuando se la dice a Pilatos) burlada, escupida, flagelada, coronada de espinas y crucificada que se entrega en manos del Padre para cumplir su voluntad: que el hombre se vuelva hacia Dios.

    Nosotros esperamos en el Señor: él es nuestro auxilio y escudo, con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos (de Laudes).

    (No dirá que no soy obediente....- Risas-)

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  2. Disculpen la interrupción, motivos profesionales me obligaron a quedarme en la primera línea de la estrofa y luego…en algún momento hay que alimentarse.

    La segunda línea, “creador del cielo y de la tierra”. “Con tu Palabra hiciste todas las cosas”, dirá el libro de la Sabiduría; con su sola palabra Dios crea cuando quiere, como quiere, lo que quiere. Dios es amor porque Dios es voluntad creadora, voluntad que da vida rebosante y buena como narra el Génesis; esto es el amor. Por ello la creación se realiza por la palabra que tiene un característica de tipo volitivo: elige algo y lo ordena (“Hágase… y se hizo”). Y el hombre es creado a imagen de Dios, es decir, en estrecha vinculación con Él para que viva con las características de su Creador en una relación dialogal. Es deliciosa la repetición: “Y vio Dios que estaba bien”; el universo es enteramente positivo.

    Dentro de una radical dependencia de Dios, el mundo como realidad finita libremente querida por Dios no es ‘sagrado’, ni objeto de veneración pseudo religiosa; tiene estructura y leyes otorgadas por Dios pero distintas de Él. De esta forma podrá el mundo ser entregado a las manos del hombre para que éste se haga responsable de él. El buen o mal uso que el hombre haga de sí mismo, de su libertad y del mundo determinará el bien y el mal.

    El Génesis puede resultar una lección de antropología teológica.

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  3. ¿Qué significa ese creo en Dios?

    - Es creer que Él nos da y sustenta cada instante de nuestra vida.
    - Es estar del lado de la Vida, estar dispuestos a darla, comunicarla y defenderla con palabras y obras;
    - Es no conformarse ante el mal, sino intervenir para que se cumpla el Plan de Dios;
    en definitiva...

    -Es vivir confiando en aquel Dios que «demuestra su poder en nosotros y que puede realizar mucho más de lo que pedimos o imaginamos» (Ef 3, 20) y que, por lo tanto, puede y quiere utilizarnos como sus instrumentos;

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  4. Como todo, creer en DIOS, es un don de DIOS. Acogemos o no ese regalo. Lo demás todo es GRACIA. Si, realmente, todo es muy GRACIOSO. Alabado sea DIOS. Sigo rezando. DIOS les bendiga.

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