"-¿Cómo es posible, pues, que nos salvemos?, me preguntas.
-Aplicando las medicinas contrarias a cada pecado:
la limosna, la oración, la compunción, la penitencia, la humildad, la contrición de corazón, el desprecio de las cosas presentes.
Como nos decidamos a prestarle atención, Dios nos ha abierto infinitos caminos de salvación.
Atendámosle, pues, y tratemos por todos los medios de curar nuestras heridas:
haciendo limosna, perdonando a los que nos han ofendido, dando gracias a Dios por todas las cosas, ayunando conforme a nuestras fuerzas, orando fervorosamene, procurándonos amigos de la riqueza de iniquidad"
(S. Juan Crisóstomo, In Matt., hom. 41,1).
Hay un bendito hospital que es la Iglesia; una Casa que es Casa de Salvación, donde habita el Médico espiritual que a nadie rechaza y a todos cura: en la Iglesia, Cristo nos da las medicinas para cada pecado y los antídotos para no caer en otras enfermedades.
"Ésta es la casa del médico espiritual, donde se curan las heridas recibidas fuera. Si no acogemos en nuestras almas las palabras del Espíritu Santo, no sólo no nos serán perdonados los pecados ya cometidos, sino que cometeremos otros más adelante" (S. Juan Crisóstomo, In Io., hom. 2,5).
La Cuaresma es tiempo de curación con los remedios medicinales de Cristo, acudiendo a su Iglesia a tiempo.
¡Qué belleza! ¡Qué claridad!
ResponderEliminarSi hoy se usaran las filacterias, este texto sería de los principales a llevar dentro y fuera de cada creyente. Y como "firma": la Misericordia y la bondad de Dios a cada uno.
¿Qué más podría hacer "con todo su poder"?
¡Nos vemos en CASA, ¿no?!
Acudamos al Hijo como enfermos al médico de la vida, como manchados a la fuente de la misericordia, como ciegos a la luz de la eterna claridad, como pobres al Señor de cielos y tierra, como desvalidos al Rey de la Gloria. Solo así, como decía santo Tomás de Aquino, sanaremos nuestra enfermedad, limpiaremos nuestras manchas, alumbraremos nuestra ceguera, enriqueceremos nuestra pobreza y vestiremos nuestra desnudez.
ResponderEliminarLos pecados capitales, que enferman la naturaleza humana, son origen de una cascada de pecados: “un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que, en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal” (santo Tomás).
ResponderEliminarPresentan en sus contrarios, las virtudes, verdaderos remedios: Contra soberbia, humildad (verdad); contra avaricia, generosidad (no acaparar); contra lujuria, castidad (dominio de los impulsos por la razón); contra ira, paciencia (paz interior); contra gula, templanza (moderación); contra envidia, caridad (hacer el bien); contra pereza, diligencia (prontitud de ánimo y acción). El santo no nace, se forja, con la gracia de Dios y el esfuerzo de la voluntad (san josemaría).
Señor, Dios mío, a ti grité y tú me sanaste (de Vísperas) ¡Qué Dios les bendiga!