viernes, 14 de marzo de 2014

Creo en Jesucristo, su Hijo (II)

Nuestra fe es profundamente cristocéntrica. Dios no es un ser solitario, un monoteísmo unipersonal, sino una Comunión de Personas divinas. Dios se ha revelado y se ha manifestado y se nos ha dado en su Hijo, el Logos, el Verbo, que, por amor, se hizo hombre, se hizo carne, para redimir al hombre.

Nosotros creemos en Jesucristo, el Hijo único de Dios; a Él amamos porque Él nos amó primero.


Creemos en Jesucristo y descubrimos en Él el Camino para llegar al Padre; la Verdad, la Vida. Y Él es Dios y hombre, una sola Persona divina con dos naturalezas, divina y humana.

Sin Él, nada podemos hacer, nada somos.

Por eso profesamos:

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen.


"n. 5. El Dios todopoderoso, que hizo cuanto quiso, engendró la única Palabra por la que fueron hechas todas las cosas; pero no la sacó de la nada, sino de sí mismo; es decir, no la hizo, sino que la engendró. En el principio hizo el cielo y la tierra; pero, en cambio, no hizo en el principio la Palabra, porque en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios. He aquí el Dios de Dios.

El Padre es Dios, pero no Dios de Dios. Eso lo es solamente el Hijo único de Dios, porque es hijo de la sustancia del Padre, coeterno e igual al Padre. La Palabra no es ningún otro Dios; no es como una palabra, que puede pensarse en el corazón y ser proferida con la boca, sino, como está dicho, sin que se pueda decir ni mejor ni más brevemente: La Palabra era Dios. Permanece junto al Padre de forma inmutable, siendo también inmutable, juntamente con el Padre, aquel de quien dice el Apóstol: Quien, existiendo en la forma de Dios, no consideró una rapiña el ser igual a Dios. Para él, ser igual al Padre es naturaleza, no rapiña. Esta es nuestra fe en Jesucristo, hijo único de Dios Padre, Señor nuestro.

n. 6. Puesto que él, que, existiendo en la forma de Dios, no consideró rapiña el ser igual a Dios; él, por quien fuimos creados, se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo, hecho a semejanza de los hombres y hallado como hombre en su figura para buscar y salvar lo que había perecido, por eso creemos de él que nació del Espíritu Santo y de la virgen María

Cada uno de estos admirables nacimientos ha de creerse con toda verdad, tanto el divino como el humano. 

El primero fue de Padre sin madre; el segundo, de madre sin padre; 
aquél tuvo lugar fuera del tiempo, éste en el tiempo conveniente; 
aquél es eterno, éste es oportuno; 
aquél sin cuerpo en el seno del Padre, éste con cuerpo que no violó la virginidad de su madre; 
aquél sin sexo alguno, éste sin abrazo de varón de varón ninguno. 

Decimos que nació del Espíritu Santo y de María la virgen porque, al preguntar la santa virgen al ángel: ¿Cómo sucederá esto?, él le respondió: El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. A continuación añade: Por eso, lo que nazca de ti será santo y se llamará hijo de Dios. No dice: "Lo que nazca de ti será hijo del Espíritu Santo". La Palabra tomó al hombre entero, es decir, el alma racional y el cuerpo, de manera que el único Cristo, el único Hijo de Dios, no sólo es la Palabra, sino Palabra y hombre; esta totalidad es, a la vez, hijo de Dios por la Palabra e hijo del hombre por el hombre. En cuanto es la Palabra, es igual al Padre; en cuanto es hombre, el Padre es mayor. Y, juntamente con el hombre, es hijo de Dios, pero por la Palabra, que tomó al hombre. Y, juntamente con la Palabra, es hijo del hombre, pero por el hombre, al que tomó la Palabra.

Por su santa concepción en el seno de una virgen, efectuada no por el ardor de la concupiscencia carnal, sino por el fervor de la caridad y de la fe, se dice que nació del Espíritu Santo y de la virgen María, correspondiendo el primer término no al engendrador, sino al santificador, y el segundo, a quien lo concibió y alumbró. Por eso, dijo, lo que nazca de ti será santo y será llamado hijo de Dios. "Santo" porque "del Espíritu Santo"; puesto que "nacerá de ti", por eso "de la virgen María". Es "hijo de Dios"; en consecuencia, la Palabra se hizo carne".

(S. Agustín, Serm. 214, 5-6).

2 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho el texto de San Agustín sobre las relaciones en la santísima Trinidad. he comprendido un poco mejor como es posible que Jesucristo sea verdadero hombre y verdadero Dios, teniendo cuerpo y alma humanas y al mismo tiempo siendo su persona del todo divina. También me ayuda a comprender que el paralelismo de palabra humana, pronunciada por nuestros labios, no sirve para entender lo que supone la Palabra divina en Dios.Avanzo un poquitín pero me gustaría hacerlo más, mucho más... tendré que tener paciencia conmigo misma.

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  2. "Nuestra fe es profundamente cristocéntrica".

    “… engendró… hijo de la sustancia del Padre, coeterno e igual al Padre”. Dios, y hombre en María, “hijo de Dios por la Palabra e hijo del hombre por el hombre… la Palabra se hizo carne.” Esta es nuestra fe en Jesucristo

    “Engendró” y “el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” son las claves; Dios es su Padre y nos quiere como hijos en el único Hijo.

    Camino, Verdad, Vida. Porque es hombre entre los hombres, el verdadero hombre, es camino para que todo hombre pueda, si quiere, llegar a la Verdad que es Dios y encontrar en ella la Vida, la verdadera vida. Él dijo:”Nadie va al Padre sino por mí”; “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Me chirría que se afirme que todos adoramos al mismo Dios al referirse a creyentes de otras religiones monoteístas pues, a mi juicio, se contradicen así las palabras de Jesús. Se debería decir, en todo caso, que los judíos y musulmanes o mahometanos creyentes creen también en la existencia de un único Dios sin dejar entender que creen en el mismo Dios Padre de Jesús pues los atributos de Éste son esenciales. El ecumenismo, que tiene connotaciones positivas (lucha entre los creyentes de distintas religiones, frente común ante el laicismo, defensa de la vida desde su concepción…), puede desbarrar hasta posiciones insostenibles para aquellos que creemos firmemente que Jesús es el Señor, el Hijo Único de Dios.

    Señor, haz que tu pueblo vaya penetrando debidamente el sentido de la Cuaresma y se prepare así a las fiestas pascuales (de Vísperas).

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