martes, 25 de septiembre de 2012

Volver a leer los textos del Concilio

Estamos ya muy próximos a la fecha en que se abre el Año de la Fe. El Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) supuso un acontecimiento eclesial de primer orden en el siglo XX, una obra de Dios y una irrupción del Espíritu Santo.





El Año de la Fe, celebrando esos cincuenta años de su inicio, debe conducirnos a todos a algo tan elemental, tan sencillo, como es leer y estudiar los textos conciliares. No demos por hecho ni que se conocen ni que se han leído a fondo. Desde hace mucho, sólo se habla de manera evocativa y referencial, acudiendo al "espíritu del Concilio" y cargando al Concilio las creatividades de unos y otros que sólo se avalan por el propio capricho, no por los textos magisteriales.


En círculos, conferencias, catequesis de adultos, así como en asociaciones y movimientos, el trabajo este año debería estar clarísimo: el trabajo paciente sobre los diversos textos del Concilio (Constituciones, Decretos, Declaraciones).

Acojamos la invitación que ya en el Jubileo del 2000 realizaba el Santo Padre, Juan Pablo II, y empeñémonos en esponjarnos bien con los textos de este último Concilio.

"En la maduración de esta conciencia, el concilio ecuménico Vaticano II marcó una etapa decisiva. Con el Concilio, en la Iglesia llegó verdaderamente la hora del laicado, y numerosos fieles laicos, hombres y mujeres, han comprendido con mayor claridad su vocación cristiana, que, por su misma naturaleza, es vocación al apostolado (cf. Apostolicam actuositatem, 2). Treinta y cinco años después de su conclusión, yo os digo:  es necesario volver al Concilio. Hay que volver a leer los documentos del Vaticano II para redescubrir su gran riqueza de estímulos doctrinales y pastorales.

En particular, debéis releer esos documentos vosotros, laicos, a quienes el Concilio abrió extraordinarias perspectivas de participación y compromiso en la misión de la Iglesia. ¿No os recordó el Concilio vuestra participación en la función sacerdotal, profética y real de Cristo? Los padres conciliares os confiaron, de modo especial, la misión de "buscar el reino de Dios ocupándoos de las realidades temporales y ordenándolas según Dios" (cf. Lumen gentium, 31)"

(Juan Pablo II, Hom. en el Jubileo del laicado católico, 26-noviembre-2000). 

13 comentarios:

  1. Padre, habrá que ponerse a ello. ¿Recomienda alguna edición?

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    1. No conozco muchas ediciones, pero yo siempre he manejado la de la BAC.

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    2. la de la BAC del 2000.

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  2. En relación al título, Padre Javier, "Volver a leer los textos conciliares", en mi caso es leer por primera vez. Abrazos.

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  3. No puedo decir que los textos del Concilio sean, por lo general, fáciles de leer. Algunos de ellos son realmente intrincados. Tal vez la forma en que están redactados haya sido, en parte, causa del desconocimiento que tenemos del CVII. Pero esta escusa no debe de desanimarnos a leer con tranquilidad estos documentos.

    Un abrazo en el Señor D. Javier :)

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    1. Es verdad que algunos párrafos de algunos documentos son complicados. Pero pienso que la causa de no leerlos no ha sido tanto la dificultad, como el desinterés y conformarnos con "lo que otros nos decían que el Concilio decía".

      Un abrazo.

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  4. Pánico me da, don Javier, sin entrecomillar ¡Pánico! Hija de la Iglesia, preocupada por Ella, por mis “pequeños” y por los “pequeñitos” que vendrán, sentí, por una parte, alivio ante la iniciativa del Santo Padre: hermenéutica de la continuidad y reconocimiento del lastre del analfabetismo religioso, y por otra parte, un verdadero pánico.

    No se lee ni interpreta correctamente sin previos conocimientos sobre lo que se lee e interpreta (origen, causas…); sin esos conocimientos, el resultado es: aquello que imagino, lo que me gusta, lo que quiero y, en todo caso, falso por lo parcial. Vamos, como si yo leyera un libro de Termodinámica.

    Los desórdenes litúrgicos (vd es especialista) tienen una causa más profunda que la originalidad o diversión. Frases del Evangelio desconectadas del resto de la Sagrada Escritura, Doctrina de la Iglesia, Tradición (con sus santos y doctores), salpimentadas con el teólogo de moda, ocurrencia de clérigos o laicos o confundiendo la opinión con la verdad de las cosas, ha sido y es una constante.

    Algunos (bastantes) que no nos hemos ido de la Iglesia por los motivos fútiles de tantos amigos y compañeros que sí lo hicieron, hemos asistido estupefactos al espectáculo de los que, desde dentro, parecen considerar que con ellos la Iglesia empieza de cero. Nos quedamos pero ha sido agotador y, a veces, hemos estado tentados de marcharnos, en silencio, sin dar portazos.

    Sólo pensar en “círculos, conferencias, catequesis de adultos, así como en asociaciones y movimientos” estudiando e interpretando los documentos del Concilio sin Pastor que les guíe, me hace temblar. Yo soy de las convencidas de la falsedad de la frase “los católicos son adultos en la fe” repetida hasta la saciedad para justificar pretensiones insostenibles. Cuando era muy joven determinadas prescripciones de la Iglesia, consejos y reflexiones de los santos me parecían a veces exageradas pero el tiempo, juez inexorable, les ha dado la razón.

    Y en orden a la Nueva Evangelización, no parecemos ser conscientes de la imagen que hemos dado, y seguimos dando, al exterior: capillitas, grupos, grupúsculos, y opiniones varias. Continuamente tengo que oír: “ni entre vosotros os ponéis de acuerdo”. Me recuerda a san Pablo. Y ¿pretendemos que esta imagen atraiga a los que está fuera?

    El Papa se lo dijo a los laicos: la misión es buscar el Reino de Dios ocupándoos de las realidades temporales y ordenándolas según Dios (si su blog permitiera la negrita y el subrayado, constaría como tal, y el último inciso en letras de molde). Les aseguro que la misión de ordenar la realidad en la que te mueves según el orden de Dios muchas veces es tan dura que no permite veleidades sino ganas de irse a la Cartuja.

    He incumplido mi propósito de no extenderme, es producto del pánico ¡Dios mío, que no volvamos a empezar!

    Por cierto, ya que me he extendido, es un HONOR que en las actividades ordinarias de su vida le miren por vestir el clergyman.

    En oración ¡qué Dios les bendiga!


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    1. Julia María:

      Pánico, no.

      Sí una buena lectura, guiada por los pastores de la Iglesia y por el Magisterio, sin interpretaciones libres. Pero convendrá conmigo de que es necesario leerlos, conocerlos, asumirlos.

      En parte coincido con su apreciación de los "católicos adultos en la fe", porque se lo suelen autoaplicar los que quieren ir por libre, al margen de la Iglesia y de los pastores, creando ellos mismos un magisterio paralelo.

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    2. Lo convengo y ójala no sea peor el remedio que la enfermedad. Esta buena lectura la pongo en manos de Dios porque éste es su lugar y porque, francamente, hay momentos en los que uno tira la toalla ya que el agotamiento no te permite seguir en la brecha.

      Buenas noches.

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    3. Julia María:

      Aun siendo más joven que vd., también ante muchas situaciones eclesiales me dan ganas de tirar la toalla, desanimado, cansado y viendo que a veces vamos contracorriente.

      Pero hemos de seguir y remar mar adentro. Duc in altum!

      Y no le voy a contar aquí mis penas y mis decepciones, pero hemos de seguir y hemos de esperar contra toda esperanza.

      Un gran abrazo.

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  5. Comparto el pánico, real, no literario. Mi experiencia dentro tampoco ha sido fácil. Me da miedo también eso de "católicos adultos en la FE". En algunos de mis comentarios anteriores me ha salido algún ramalazo en ese sentido. Pero, a veces se me escapan sin premeditación. Pero, Padre, aquí me tiene con ansías de estar dentro, y con más ansías de crecer, para si, llegar a ser un católico adulto en la FE, aunque, verdaderamente no me vea como un católico adulto en la FE, en el pasado, nunca lo fui, en el presente dejo mucho que desear y en el futuro, solamente por gracia de DIOS. Bueno, premeditademente, no me extenderé. Gracias, una vez Padre Javier. DIOS le bendiga.

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    1. Si tomamos la frase "adulto en la fe", en buen sentido, es profundamente paulina. En los inicios del camino de la fe, somos niños y recibimos alimentos espirituales de lactantes, pero a medida que crecemos, los alimentos deben ser sólidos y así seremos hombres nuevos, creciendo "a la medida de Cristo en su plenitud" (Ef 4,13).

      Un gran abrazo

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    2. Si, Padre, mejor tomarlo así. ..... y es que la falta de madurez en la FE ha causado y causa tanto escándalo, tanto desconcierto, tanto dolor. .... y si, es mucho mejor asirse a San Pablo, proporciona mucha más Esperanza, mucha más Paz y mucho más sosiego. Sin duda es la mejor opción.
      Respecto a las penas y decepciones, indudablemente es algo muy íntimo, pero también es compartir, también es fortalecer la cohexión de la comunidad, es confianza y muchas cosas más. Posiblemente, este no sea el medio más propicio. .... nos desconocemos tanto los unos a los otros. La tribulación es un medio para unirse. No sé si recuerdo muy bien, pero creo que es San Pablo el que escribe, que cuando un miembro está mal, en todo el cuerpo repercute. Habría que volcarse con todo aquel que esté mal, por cualquier razón. Somos UNO. Bueno, posiblemente si que recuerdo mal. Buenas noches, Padre.

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