miércoles, 21 de marzo de 2012

Creo en la Iglesia (V)

Sólo Dios es objeto y merecedor de nuestra fe: Creo en Dios. Pero al decir "creo en la Iglesia" se está señalando no el objeto de la fe, sino el lugar en donde se cree. Creo en el ámbito de la Iglesia, creo dentro de la Iglesia, la Madre, que ha gestado la fe.

¿Quién es la Iglesia? 
¿Qué profesamos sobre la Iglesia?
¿Cómo nos comunica la fe, cómo vivimos en ella?

Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos...



"n. 8. Lo que sigue nos pertenece ya a nosotros. En la santa Iglesia. Nosotros somos la santa Iglesia; pero no dije "nosotros", como si me refiriese sólo a los que estamos aquí, a quienes ahora me oís, sino a cuantos por la gracia de Dios somos fieles cristianos en esta Iglesia, es decir, en esta ciudad; cuantos hay en esta región, en esta provincia, cuantos hay al otro lado del mar y en todo el orbe de la tierra, pues el nombre del Señor es alabado desde la salida del sol hasta el ocaso.

Esta es la Iglesia católica, nuestra verdadera madre y la verdadera esposa de aquel esposo. ¡Honrémosla porque es Señora de tan gran Señor! ¡Grande y particular la misericordia del esposo para con ella! La encontró meretriz, y la hizo virgen. No debe negar que fue meretriz, para no olvidar la misericordia de su libertador. ¿Cómo no era meretriz si fornicaba tras los ídolos y demonios? Nadie se vio libre de la fornicación del corazón; la de la carne se dio en pocos; la del corazón, en todos.

Vino él y la convirtió en virgen; hizo virgen a la Iglesia. Es virgen en la fe; tiene pocas vírgenes según la carne, las santimoniales [vírgenes consagradas con un rito litúrgico]; pero, según la fe, todos deben ser vírgenes, tanto las mujeres como los varones. Ha de existir la castidad, la pureza y la santidad referidas a la fe. 

¿Queréis saber qué es ser virgen? Escuchad al apóstol Pablo, oíd al amigo del esposo, celoso de él, no de sí mismo:  Os he desposado, dice, a un único varón. Lo decía  la Iglesia; ¿a qué Iglesia? A la de cualquier lugar a donde esa carta pudiera llegar: os he desposado a un único varón para mostraros a Cristo como virgen casta. Temo, no obstante, dijo, que como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así vuestras mentes se aparten, corrompidas, de la castidad que reside en Cristo. El temor a la corrupción es señal de virginidad. Temo, dijo, que como la serpiente engañó a Eva con su astucia. ¿Acaso esa serpiente tuvo comercio carnal con Eva? Sin embargo, extinguió la castidad de su corazón. Temo, dijo, que vuestras mentes se aparten, corrompidas, de la castidad que reside en Cristo.
Así, pues, la Iglesia es virgen. Es virgen, siga siéndolo; guárdese del seductor, no sea que encuentre en él un corruptor. La Iglesia es virgen. Tal vez me dirás. "Si es virgen, ¿Cómo da a luz hijos? O, si no alumbra hijos, ¿cómo es que hemos dado nuestros nombres [los catecúmenos eran inscritos como elegidos al inicio de la Cuaresma para ser bautizados en Pascua] para nacer de sus entrañas?" Respondo: "Es virgen y da a luz; imita a María, que dio a luz al Señor".

¿Acaso santa María no dio a luz siendo virgen y permaneció siéndolo? Así la Iglesia: da a luz y es virgen; y si lo piensas atentamente, da a luz a Cristo, puesto que los bautizados son miembros suyos. Dice el Apóstol: Vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembros. Si, pues, alumbra los miembros de Cristo, la semejanza con María es grandísima".

(S. Agustín, Serm. 213, 8).

27 comentarios:

  1. ¡Que bien lo expresa san Agustín! Quien la contempla (a la Iglesia), quien la estudia con ojos de amor a la verdad, debe reconocer que Ella, independientemente de los hombres que la componen y de las modalidades prácticas con que se presenta, lleva en sí un mensaje de luz universal y único, liberador y necesario, divino (Pablo VI, alocución el 23-VI-1966).

    Aunque, en determinados momentos históricos, la Iglesia viva días difíciles no hay que desconcertarse, confusión y error no son algo nuevo, los ha habido a lo largo de los siglos. Desde que Jesucristo Nuestro Señor fundó la Santa Iglesia, esta Madre nuestra ha sufrido una persecución constante, abierta o solapada, exterior o interior. Hoy como ayer, se sigue combatiendo a la Iglesia pero “la Iglesia sólo vacilará si su fundamento vacila, y ¿podrá vacilar Cristo? Mientras Cristo no vacile, la Iglesia no flaquerá jamás hasta el fin de los tiempos” (S. Agustín, 103).

    La Iglesia trasciende el espacio y el tiempo, y eso ensancha mi alma y hasta físicamente mis pulmones y mi corazón. Estoy agradecida a Internet porque ha hecho posible la cercanía de la palabra oral o escrita entre hermanos en la fe que vivimos en distintos países. A quienes atacan a la Madre buena a causa del mal comportamiento de los católicos, hay que decirles que no es justo achacar a Ella las miserias de sus hijos. La Iglesia, Esposa de Cristo, no tiene por qué entonar ningún mea culpa, nosotros sí: mea culpa, mea culpa, mea maxima culpa; este es el verdadero meaculpismo, el personal, y no el que ataca a la Iglesia. Y respecto a los otros, a los que atacan “el anuncio”, recemos para que oigan a Cristo decirles: ¿por qué me persigues?

    ¡Que Dios les bendiga!

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    1. Perfecto. Así es.

      Iglesia santa, con hijos que somos pecadores. Nosotros entonamos el "mea culpa", nosotros, que afeamos a la Iglesia, a la que Cristo embelleció.

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  2. Buenas tardes don Javier. Nos da la Luz de Cristo, es una enorme ventura pertenecer y creer. Por todas las veces que he dudado y pecando no he sido un buen hijo de tan grande y santa Madre ¡Perdón Señor!. Un abrazo.

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    1. Sentirse miembro e hijo de la Iglesia es una bendición. ¡Todo nos lo ha dado Ella, Ella nos comunica la vida sobrenatural! Y allí donde había separación y división, Ella crea la unidad en la diversidad: la de vocaciones, carismas, sensibilidades, caminos espirituales, razas, lenguas, naciones.

      Ahí estamos nosotros. De Ella formamos parte nosotros.

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  3. La Santa Madre Iglesia, que nos acoge y de la que formamos parte. Que incomprendida vive entre nosotros. Debería se pilar que nos sostiene, pero nosotros desconfiamos y la miramos de lejos.

    Un abrazo D. Javier :)

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    1. Miserere carissimo:

      No sólo incomprendida, es abiertamente atacada y menospreciada, pisoteada y hecha objeto de escarnio.

      Baste ver el anticlericalismo rancio que se resucita de vez en cuando, proclamando estereotipos, soflamas incendiarias que en nada responden a la verdad. Quiera el Señor asistir a su Esposa y que las puertas del infierno no puedan con Ella en ninguna parte del mundo.

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  4. Querido d Javier,

    comprendo que cuando dice:

    "Sólo Dios es objeto y merecedor de nuestra fe: Creo en Dios. Pero al decir "creo en la Iglesia" se está señalando no el objeto de la fe, sino el lugar en donde se cree. Creo en el ámbito de la Iglesia, creo dentro de la Iglesia, la Madre, que ha gestado la fe."

    se está refiriendo vd sólo al aspecto "extensivo" (que dirían los escolásticos) de la Iglesia.

    Porque está claro que para creer en la Iglesia es necesaria la Gracia y por tanto es también objeto de la fe por cuanto que la Iglesia es también una realidad divina --por su unión intimísima y esponsal con el Verbo.--es el aspecto "intensivo" del misterio de la Iglesia, aspecto por el cual se hace también objeto de fe.

    La Iglesia, bajo este otro aspecto, además de sujeto y lugar de la fe, como vd bien dice, es también objeto de fe por su unidad estrechísima con el Verbo. Unión tan íntima que Cristo y su Iglesia forman una sóla cosa:

    "Redemptor noster unam se personam cum sancta Ecclesia, quam assumpsit, exhibuit ("Nuestro Redentor muestra que forma una sola persona con la Iglesia que Él asumió") (San Gregorio Magno, Moralia in Job, Praefatio 6, 14)

    "Caput et membra, quasi una persona mystica ("La Cabeza y los miembros, como si fueran una sola persona mística") (Santo Tomás de Aquino, S.th. 3, q. 48, a. 2, ad 1).

    Y el Catecismo 795, citando los pasajes anteriores, recuerda que "Una palabra de Santa Juana de Arco a sus jueces resume la fe de los santos doctores y expresa el buen sentido del creyente: "De Jesucristo y de la Iglesia, me parece que es todo uno y que no es necesario hacer una dificultad de ello" (Juana de Arco, Dictum: Procès de condamnation)."

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  5. Hace tiempo leí en el ensayo de Henry de Lubac sobre la fe cristiana y la estructura del símbolo de los apóstoles

    la explicación de esta distinción.

    Está claro que es verdad que cuando decimos “creo en Dios” y cuando decimos “creo en la Iglesia” ambas expresiones (del mismo creer sobrenatural) no significan lo mismo.

    En este sentido es cierto lo que dice De Lubac, que al afirmar que la Iglesia “no es objeto de fe” quiere decir que “no lo es como Dios lo es”. La fe es un adhesión personal totalizante al Verbo, y en este sentido extensivo es cierto sin duda que la Iglesia es sujeto y lugar de fe --como Madre y Maestra de nuestra relación con Dios.

    Pero bajo otro punto de vista la Iglesia ES MÁS QUE sujeto o lugar de la fe, pues la Iglesia por origen y por esencia es divina,

    y sólo por fe podemos creer en la Iglesia y sus propiedades sobrenaturales. Creer en Cristo y creer en la Iglesia es la misma cosa.No son dos objetos de fe, sino uno, total y pleno

    De Lubac explica bien la diferencia extensiva entre credere in Deum y credere Ecclesiam: la Iglesia, bajo el punto de vista del ser humano renacido por la Gracia, de la persona que cree, no es objeto de la fe como Dios lo es.

    Pero bajo el punto de lo que la Iglesia es en sí misma y en sus propiedades y en cuanto tiene de divina sí lo es.

    Pero de este tema me imagino nos hablará en otro post.

    Bueno, un abrazo y gracias

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    1. Mi querido (e insidioso) amigo:

      Intentaré responder con humor e ironía, pero aviso que hoy tal vez me salga todo un poco más brusco; no es esa mi intención, es el día de hoy que por fin clausuro...

      Vd. me critica y apostilla, y Vd. mismo se responde... ¡¡con la respuesta que yo quería dar!! Así es. Yo pretendía decir sucintamente y lo mejor posible esa diferencia que aprendí de De Lubac hace años.

      Pero... Pero no me habré explicado bien o tal vez, un espíritu escrutador y lógico, propio de su tomismo, ve defectuosa la enseñanza, incompleta formalmente. Lo sufriré con paciencia.

      Reconozco sinceramente que Vd. lo ha explicado y aclarado magistralmente. Yo, por mi forma de escribir-predicar, no soy tan lógico. Siento si he creado alguna duda, o incluso si alguien deduce de mis palabras que al final la eclesiología la he disuelto en sociología.

      Menos mal que Vd. está ahí!!

      (Un fuerte abrazo. Seguiremos la disputatio).

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    2. De Lubac lo explica muy bien, igual que vd.

      Lo que pasa es que me gusta discrepar sin motivo :))

      le perdono lo de insidioso sin que sirva de precedente, je, je

      Un fuerte abrazo escolasticísimo

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    3. Vamos a ver si me aclaro (hoy estoy muy bloqueado):

      Si lo he explicado bien, ¿por qué discrepa?

      Si lo he hecho igual que De Lubac -cosa que no creo- ¿para qué me incordia?

      Más o menos, lo que Jesús dice en su Pasión: "Si he mentido dime en qué, y si no, ¿por qué me pegas?"

      ¡¡Que no, que no se puede ser escolástico!! Lo líais todo. Me da vd. un sofocón innecesario pensando que he sembrado dudas. Ay, ay.

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  6. Perdóneme, por favor, es lo de la tecnología del cuchillo y la no neutralidad del chocolate... que me ha trastornado...

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  7. Hablando ya más en serio,

    creo que la cuestión radica en que con las profundas ideas de De Lubac hemos de hacer a menudo una labor de contrapeso.

    Me explico. De Lubac asume a menudo un enfoque intensísimamente patrístico de las cuestiones (más que escriturístico), --como ocurre en el tema de este post--

    y nosotros hemos de contrapesar ese enfoque con los contenidos que la Escritura y el Magisterio nos proporcionan.

    ¿No le parece? Es esta una necesidad que al menos siento yo cuando me aproximo a este autor.

    La sensibilidad de De Lubac se orienta sobre todo hacia la Sagrada Tradición, y desde ella, en especial San Agustín, elabora su particular enfoque del asunto teológico, como el que nos ocupa.

    Por esto, creo que la contribución más importante de De Lubac a la teología es su consideración patrística de las verdades sobrenaturales que, como digo, hemos de contrapesar, --obviando su metafísica de lo sobrenatural (que es la parte menos relevante) y aprovechando toda su riquísima teología de los Padres,

    que es, creo yo, un antídoto actualísimo contra el individualismo burgués en que se había hundido la teología de su época, y un peligro ante el cual estamos siempre expuestos.

    En fin, espero que comparta mi análisis. Creo que en el tema de este post se confirma esta unidireccionalidad patrística de De Lubac, al igual que le ocurre por ejemplo a Danielou, unidireccionalidad --sin duda correcta y provechosa y muy bien explicada--que hemos de salvar haciendo acopio de todos nuestros saberes escriturísticos y magisteriales para que no quede a medias.

    En fin, es una opinión mía elaborada a partir de mi estudio de este autor y de Danielou, al que considero su espíritu más afín.

    Un abrazo muy fuerte

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    1. Creo que sí lo comparto. Pero sinceramente son cuestiones tan finas, tan sutiles, que a veces ya se me escapan y no me atrevo a afirmar nada en un terreno para mí resbaladizo.

      Probablemente sea como vd. dice; De Lubac asumió totalmente la Tradición y la explicó y la actualizó y la hace vigente, habitual y normal: ese lenguaje suyo tal vez necesitara vehicularse más con las categorías del Magisterio. Insisto: sólo "tal vez", porque no me atrevo a afirmar.

      Danielou, desde luego, está en línea de continuidad con De Lubac, y también Balthasar aunque éste con su peculiarísimo estilo.

      No entro ya en el tema del sobrenatural porque creo que vd. y yo nos situamos ante tal tema en diferencias de términos y no sé si de conceptos también.

      Para rematar: Le aconsejo una obra de De Lubac, "Memoria en torno a mis escritos", Encuentro, donde háce síntesis, explica el porqué de algunas de sus obras, etc.

      Un abrazo fuerte, tomista carísimo.

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    2. Muchas gracias por la cita de De Lubac y gracias por habérmelo recomendado. Esta se la debo, carísimo agustiniano!

      Buscaré impacientemente "Memoria en torno a mis escritos" para leerla,

      ¡el título promete!!

      Un abrazo aristotélico

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    3. Otro comentario que se ha cruzado!!!!

      ¡Ay amigo!! Si lo piensa, """me debe ya mucho"""".

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    4. Por supuesto que le debo mucho!

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  8. Ah, y no me refiero a una unidireccionalidad "negativa", sino positiva.

    Creo que hay dos tipos de teólogos, como de filósofos.

    Por un lado, están los convergentes, que concentran sus reflexiones en un sólo rayo de luz, que va en una dirección comprensiva que ahonda y penetra los contenidos revelados bajo un punto de vista al que se suman otros, pero secundariamente. A este tipo pertenece De Lubac, como Danielou, Congar (aunque Congar es escriturístico, y no patrístico como De Lubac) , etc. Es un estilo platónico.

    Por otro lado, los divergentes, que reflexionan en múltiples direcciones y tienen un pensamiento poliédrico y diversificado, más totalizador, penetrando los contenidos revelados bajo simultáneos puntos de vista y no asumiendo ninguno como propio. Es el estilo de von Balthasar, Garrigou Lagrange, Royo Marín...Es un estilo aristotélico

    En fin, no continúo más estas tal vez ociosas reflexiones metateológicas. Lo dejo apuntado por si son de utilidad.

    un abrazo

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    1. Bueno!!! Se cruzaron los comentarios.

      Me parece una distinción acertada. ¿Balthasar estilo aristotélico? ¿No es el pulchrum su rayo de luz en el que ahonda?

      Visto así... tengo claro en dónde estoy situado desde hace mucho tiempo.

      Lo platónico-agustiniano, y por tanto, con De Lubac, Danielou, Congar,... y Balthasar. Al fin y al cabo, son los teólogos que he leído hasta la saciedad.

      Un abrazo

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    2. A mí me parece Balthasar muy distinto, me identifico mucho con él, más que con los demás,

      es más diversificador, más amplio, estético y filosófico, a la manera alemana y analítica...

      ¿La tecnología del cuchillo es una imagen típicamente platónico agustiniana?

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    3. ¡¡Pero qué ganas de buscarme las cosquillas en un día penitencial!!

      Lo del cuchillo -venga Miserere y lea- sí puede ser agustiniano, por aquello de la diferencia entre el "uti" y el "frui", la utilidad y la fruición, y dónde cae la concupiscencia en todo este proceso.

      Pá que vea que no es tan fácil pillarme... tengo escapatoria...

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    4. Me ha dejao planchao y sin palabras con lo del uti y el frui.

      Es vd imbatible. Tiene ventaja, siendo cura...

      Aunque Miserere inventó primero lo del cuchillo, je, je

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    5. Pensando lo que me dice de Balthasar y el pulchrum... es verdad, es un hilo conductor muy platónico... voy a tener que concedérselo...

      Jo!, es usted imposible!!

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    6. Hoy sábado he pasado el día leyendo a von Balthasar, Gloria, Teodramática...

      Debo darle la razón amigo mío.

      Lo que he leído es más de Platón y Plotino, que de Aristótoles, y lo que von Balthasar interpreta de Santo Tomás le viene mediatizado por Siewerth.

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    7. Bueno, bueno, buenoooooo......

      ¡Ay que ser empecinado en las propias tesis para pasar un sábado releyendo a Balthasar con tal de tener una disputatio que consiga la adecuación de la inteligencia a la re propuesta.

      Pues... le toca claudicar, por osado y contumaz. Y me alegro de esa victoria pírrica que jamás figurará en anales algunos.

      Reconozco, en serio, mis carencias filosóficas o lo que yo creo que son carencias filosóficas (aunque algún doctor en filosofía me decía que no eran tales), pero Balthasar siempre me ha superado, por más que lo lea. Él me domina a mí, y no yo a él y su obra. Se me escapa. Pero desde luego jamás lo enfocaría en un quehacer filosófico-teológico de corte aristotélico.

      Un abrazo grande en esta rendición de Breda!!!!!

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    8. No cante tan pronto victoria...

      ¿Cree que su insidioso amigo de Cádiz no volverá a la carga?

      Si hoc credis, erras.

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  9. En fin, confieso muy humildemente que en algunas ocasiones no soy infalible, je, je

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